El resto es ruido
Alain Corbin afronta la narraci¨®n de la historia del silencio desde la sensibilidad que proporciona la cultura
Primero fue el silencio. Y, de pronto, el ruido. La nostalgia del silencio, esa melancol¨ªa, ha sido el af¨¢n humano m¨¢s constante, m¨¢s frustrante, m¨¢s ansiado. Porque es un gran misterio, habitado por todos los misterios. No hay silencio completo, nunca lo hubo, quiz¨¢ no lo haya nunca. As¨ª que es un tesoro que se busca y que se teme. La historia del silencio est¨¢ escrita en millones de palabras, dichas o marcadas con el rasgueo suave del l¨¢piz, de la pluma o, m¨¢s recientemente, del artilugio que ahora, con una velocidad que los antiguos no conocieron jam¨¢s, deletrea esas ocho letras: s-i-l-e-n-c-i-o.
Silencio, se rueda. Silencio, se vive. El resto es silencio. Jo vinc d¡¯un silenci antic i molt llarg. Los sonidos del silencio. Esperando a Godot, esos silencios. Los silencios de Sancho. El silencio del cine (y no solo el del cine mudo). Ahora el silencio se llama chat. El d¨ªa en que todos los m¨®viles comuniquen se har¨¢ un gran silencio y (se dice) ser¨¢ el infierno¡ La mec¨¢nica de los dichos populares, de los titulares de la televisi¨®n, del cine o las canciones, los poemas incipientes o los grandes poemas, los relatos de la vida (en el mar, en la tierra, en el aire) buscan en el silencio met¨¢foras que se quedan en el terreno de la adivinaci¨®n de los misterios. ?Qu¨¦ sucedi¨® luego, qu¨¦ pas¨® antes? Hasta el ruido tiene sentido porque hay silencio. Madame Bovary, tan grande, est¨¢ llena de silencio; y es casi silencio la inmensa En busca del tiempo perdido. Es silencio educado el breviario determinante de Graci¨¢n. Y es silencio, en sus partes m¨¢s medulares y tristes, El extranjero, de Albert Camus. El silencio est¨¢ en la (mala) educaci¨®n y en el odio, en la relaci¨®n con Dios y en la educaci¨®n sentimental de Jesucristo. Hay silencio en el amor. Es m¨¢s, no habr¨ªa amor si no hubiera silencio.
Hacer historia de un fen¨®meno as¨ª, que precede a Dios y a la tierra, y que suceder¨¢ seguramente al fin del mundo como ¨²nico habitante del cosmos, es un riesgo mayor que solo puede abordarse desde la religi¨®n, la filosof¨ªa, la poes¨ªa o la f¨ªsica, y, adem¨¢s, desde la sensibilidad que proporciona la cultura. Porque rebusca en el alma de la vida, que es lo ignoto, lo que da miedo, lo que no acaba nunca de saberse, y se refiere a lo que de veras importa, lo que hay m¨¢s all¨¢ de la muerte, el silencio perfecto. ?Es el silencio perfecto, estamos seguros? Con esos argumentos, filos¨®ficos o literarios, y con una extraordinaria bibliograf¨ªa (quiz¨¢ imbatible) a la que solo le faltar¨ªa, en cada idioma, algo m¨¢s que los numerosos gramos franceses, afronta esa narraci¨®n infinita Alain Corbin, veterano estudioso franc¨¦s que, como resulta leg¨ªtimo, encuentra en su propia lengua ejemplos magn¨ªficos de c¨®mo la historia de cualquiera de esas disciplinas ha abordado tama?o argumento evasivo: el silencio.
Es un libro formidable, que merece tantos subrayados como palabras. En primer lugar porque, asistido por grandes de la literatura, desde los griegos y latinos (no solo los de uso com¨²n) hasta Marcel Proust o Baltasar Graci¨¢n, se han ocupado de este fen¨®meno que es m¨¢s importante que el habla misma y que, adem¨¢s, explica el habla como parte del silencio. Corbin interviene en el libro, c¨®mo no, no solo como el estudioso que indaga en los almacenes infinitos del vocablo y sus definiciones, sino para explicar tambi¨¦n c¨®mo muchos autores tendr¨ªan que haber dejado en el silencio obras que mejor hubieran quedado totalmente mudas. Est¨¢ escrito como al o¨ªdo, para que el lector contempor¨¢neo tenga un libro de estilo para callar. El silencio es la tentaci¨®n que propone. La rabia es que cierras el libro y el silencio est¨¢ lleno de ruido.
Historia del silencio. Del Renacimiento a nuestros d¨ªas. Alain Corbin. Traducci¨®n de J. Bayod Brau. Acantilado, 2019. 152 p¨¢ginas. 14 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.