Bajo la sombrilla (o el pino)
Si est¨¢n hasta el gorro de los ¨²ltimos ¡®thrillers¡¯, d¨¦jenme recomendarles ¡®El final del affaire¡¯, de Graham Greene
1. Playeros
En las librer¨ªas de la angloesfera abundan los carteles que anuncian Beach Read y bajo los que se exponen libros que se suponen ideales para leer relajados frente al mar. En general se trata de libros f¨¢ciles, mayoritariamente de ficci¨®n ¡ªel ensayo y la autoayuda se reservan para los buenos prop¨®sitos posvacacionales¡ª, y en r¨²stica o en ediciones de bolsillo. Los favoritos son los thrillers, el nuevo paradigma de la literatura de entretenimiento, y las novelas rom¨¢nticas, de esas que en invierno suelen llevarse forradas en los transportes p¨²blicos. Si uno curiosea qu¨¦ lee la gente bajo la sombrilla, sorprende a menudo descubrir viejos long sellers que parec¨ªan olvidados, tipo El m¨¦dico, Los pilares de la tierra, 50 sombras de Grey y hasta Sinuh¨¦ el egipcio, Dios nos coja confesados. Los ¡°libros para la playa¡±, o sus antecedentes inmediatos, se inventaron en el siglo XIX, cuando el ferrocarril se convirti¨® en el principal medio de transporte y el se?or Thomas Cook cre¨® la primera agencia de viajes para llevar a las familias victorianas a los lugares de descanso (las vacaciones pagadas no se generalizaron hasta la ¨¦poca de los frentes populares). El concepto no ha variado: lecturas sencillas que admitan volver atr¨¢s si el lector/a se ha quedado traspuesto/a al frescor de la brisa marina, en vol¨²menes que acepten el deterioro sin causar pena y que pueden olvidarse sin mayor disgusto.
En todo caso, si a estas alturas est¨¢n hasta el gorro de los ¨²ltimos thrillers o de romanticismos sical¨ªpticos, d¨¦jenme recomendarles un estupendo cl¨¢sico del siglo XX que acaba de reeditarse y que elevar¨¢ su lectura de playa a otro nivel: El final del affaire (Asteroide), de Graham Greene, publicado en 1951 y adaptado al cine, entre otros, por Edward Dmytryk (Vivir un gran amor, 1955), con Deborah Kerr y Van Johnson, interpretando a la pareja ad¨²ltera: Peter Cushing, al impotente marido burlado, y John Mills, al detective contratado por Johnson para averiguar la raz¨®n por la que Kerr rompi¨® la relaci¨®n sin mayores explicaciones. Y que, lo siento, no pienso revelarles.
2. En la siesta
Mientras ustedes, ego¨ªstas padres y tutores, quiz¨¢s se pregunten a la hora de la siesta, y tras una copiosa comida bien regada con tinto de verano, por qu¨¦ hay algo en lugar de nada y otros enigmas del ser, quiz¨¢s a sus hijos preado?lescentes les d¨¦ por leer un rato: ser¨ªa una l¨¢stima que no tuvieran materia prima en la que ejercer sus destrezas lectoras, aprendidas hace no tanto.
Recuerdo que cuando yo entraba en la edad m¨¢s insoportable del ser humano, mis padres me obligaban en verano a permanecer en casa para que reposara la comida y que el diablo meridiano de los anacoretas no me convirtiera en lagartija. En aquellas horas calladas en las que el ¨²nico sonido que se escuchaba era el eterno del mar, me adormec¨ªa leyendo los tebeos de Diego Valor y algunos de los libros que m¨¢s me han marcado (Las mil y una noches, Robinson Crusoe).
Entre los m¨¢s apropiados para tan conflictivas edades que me han llegado ¨²ltimamente, destaco la preciosa edici¨®n de Peter Pan, de James M. Barrie (Edelvives; ilustrado por Antonio Lorente, traducci¨®n de Mauro Armi?o y pr¨®logo de Juan Tebar): el volumen incluye Peter Pan en los jardines de Kensington (1904) y Peter Pan y Wendy (1911), que Barrie adapt¨® de la obra de teatro. Para ni?os y ni?as a partir de 8-10 a?os, d¨¦jenme recomendarles un par de libros de la editorial Kalandraka, cuyas exquisitas ediciones son proverbiales: Zlateh, la cabra y otras historias, de Isaac Bashevis Singer (con ilustraciones de Maurice Sendak), un estupendo conjunto de relatos tradicionales jud¨ªos, y Parece una hormiga, del artista Pablo Otero, ¡°un adulto que no ha dejado de ser ni?o¡±, que re¨²ne reflexiones y sentimientos verbalizados en prosa po¨¦tica y apoyados en dibujos abstractos de extraordinaria vivacidad.
3. Bensa?d
Leo Una lenta impaciencia (Sylone y Viento Sur), la poco convencional autobiograf¨ªa (¨¦l prefer¨ªa considerarla un testimonio militante) de Daniel Bensa?d (1946-2010), uno de los m¨¢s influyentes intelectuales europeos en el campo de la ¡°extrema¡± izquierda. Hijo de jud¨ªos argelinos, militante comunista primero, su nombre se hizo p¨²blico durante su activa participaci¨®n en Mayo del 68, al lado de Alain Krivine y Henry Weber. Desde 1969, tras la unificaci¨®n de distintos grupos trotskistas, form¨® parte de la direcci¨®n de la Ligue Communiste, interviniendo en las m¨¢s importantes luchas y debates revolucionarios; en 2008 particip¨® intelectual y activamente en la formaci¨®n del Nouveau Parti Anticapitaliste, de acuerdo con su prolongada reflexi¨®n te¨®rica acerca de las transformaciones de la clase trabajadora y de su concepto de hegemon¨ªa en las nuevas relaciones de fuerza impuestas por el neoliberalismo de los ochenta y noventa (¡°una ¨¦poca termidoriana¡±).
Para Enzo Traverso (que dedica a Bensa?d y a su evoluci¨®n pol¨ªtica, personal y filos¨®fica l¨²cidas p¨¢ginas en el imprescindible M¨¦lancolie de gauche; traducci¨®n espa?ola en Galaxia Gutenberg) fue un passeur (barquero, contrabandista), alguien que ¡°se mov¨ªa entre diferentes tradiciones¡± y que ¡°fue capaz de liberalizar el trotskismo, de sacarlo de la defensa est¨¦ril de una herencia revolucionaria codificada en escol¨¢stica¡±. Una lenta impaciencia es la cr¨®nica de un itinerario militante en que cada estrato autobiogr¨¢fico (incluyendo, por cierto, sus reflexiones acerca de su judeidad y de la tr¨¢gica condici¨®n de los marranos, los jud¨ªos espa?oles obligados a convertirse) explica el siguiente.
Por lo dem¨¢s, estas singulares memorias fragmentarias pueden leerse tambi¨¦n como el testimonio de un revolucionario (muy alejado del ¡°hombre sin fisuras¡± propugnado por el militantismo estaliniano) que, al hablarnos de s¨ª mismo y de sus luchas (tambi¨¦n lo hizo contra el sida, pero de eso no le gustaba hablar), contribuye a explicarnos el tiempo que hemos vivido.
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