Cuando el televisor lleg¨® a casa
Un ensayo repasa los cambios arquitect¨®nicos que supuso la aparici¨®n del medio cat¨®dico
El 28 de octubre de 1956 se iniciaron las retransmisiones de TVE. A partir de entonces, en las casas espa?olas empez¨® a ser habitual encontrarse con ese electrodom¨¦stico que abr¨ªa una ventana al mundo exterior y que pronto se convirti¨® en uno m¨¢s de la familia. La televisi¨®n lleg¨® para revolucionar la sociedad, la cultura... y el espacio dom¨¦stico. Su llegada plante¨® problemas en el d¨ªa a d¨ªa como d¨®nde situarla y c¨®mo reorganizar los muebles de la habitaci¨®n en la que se ubicaba.
Esa relaci¨®n de la televisi¨®n con la arquitectura es la que plantea Jorge Gorostiza en su ensayo El intruso electr¨®nico. La TV y el espacio dom¨¦stico (Newcastle Ediciones). Para ello, el arquitecto y escritor ha recurrido a art¨ªculos y anuncios publicados en la prensa nacional e internacional hasta la d¨¦cada de los sesenta. El resultado de esa investigaci¨®n se intercala en los recuerdos de su infancia y juventud, como esas sombras que se colaban en ocasiones en la emisi¨®n de TVE en el televisor de su casa de Tenerife y que eran interferencias de las emisiones africanas, o el retraso de 24 horas con el que llegaban las retransmisiones deportivas a Canarias.
Eran a?os en los que la familia (y amigos y conocidos) se reun¨ªan en torno al nuevo electrodom¨¦stico para ver lo que echaban. "La televisi¨®n es lo m¨¢s grande que le ha ocurrido a la familia americana desde el autom¨®vil. Donde hay televisi¨®n, hay gente", dec¨ªa un anuncio de Motorola de 1950. "En mi casa, la televisi¨®n supuso un choque al principio. Pero luego fue bastante decepcionante porque nos segu¨ªa gustando mucho m¨¢s el cine", cuenta Gorostiza a EL PA?S. "Lo primero que se emiti¨® en Canarias fue un discurso que se me hizo largu¨ªsimo, luego Bugs Bunny y luego, El llanero solitario. Y me pareci¨® horrible porque sab¨ªa que iba a ser en blanco y negro pero esperaba algo con la definici¨®n del cine y nada que ver, tampoco se o¨ªa bien...", recuerda el autor de aquellos primeros pasos de la televisi¨®n en su casa.
La aparici¨®n del televisor plante¨® cuestiones como el dise?o de los mismos o de los muebles en los que se colocaban. Televisiones que se escond¨ªan en un armario, se pon¨ªan en una mesa con ruedas, aparatos port¨¢tiles para llevar a otras habitaciones o fuera de la casa... Un mundo de posibilidades que los dise?adores y arquitectos desarrollaron o imaginaron.
Adem¨¢s del efecto del televisor en los hogares, el volumen repasa el cambio que supuso en el paisaje de las ciudades la aparici¨®n de antenas por doquier o c¨®mo la ley sobre antenas colectivas de 1966 destacaba que "actualmente los inmuebles suelen ya presentar un an¨¢rquico y deplorable aspecto debido al bosque de antenas de televisi¨®n que los coronan". Otro de los cap¨ªtulos recupera mitos que surgieron en torno a la televisi¨®n, como sus peligros f¨ªsicos y morales: desde problemas en la vista hasta epilepsia o adicci¨®n. "Hubo una informaci¨®n en un peri¨®dico de Sevilla que recoge que los andaluces se quejaban de que pusieran televisores en los bares porque no les dejaban hablar", recuerda Gorostiza de las curiosidades que ha encontrado en su investigaci¨®n. O aquella nota de la agencia Alfil publicada en ABC en 1960 que dejaba constancia de la muerte de un espectador mientras ve¨ªa, por televisi¨®n, un partido de f¨²tbol entre el Real Madrid y el Barcelona, algo inaudito entonces.
Ahora, cuando las pantallas son cada vez m¨¢s grandes en los hogares y, al mismo tiempo, cada vez m¨¢s peque?as en nuestros bolsillos, no es raro encontrarse con predicciones sobre la muerte de la televisi¨®n y del consumo tradicional, a una hora determinada, sentados en el sof¨¢. Gorostiza no cree que la tele tradicional vaya a desaparecer, pero s¨ª se?ala la evoluci¨®n natural de los espect¨¢culos: "el cine proyectado en los cines casi est¨¢ desapareciendo. Lo mismo ocurri¨® con el teatro cuando lleg¨® el cine, antes hab¨ªa teatros estables con funciones casi todos los d¨ªas en la mayor¨ªa de capitales de provincia. La televisi¨®n normal tambi¨¦n la est¨¢n matando, entre comillas, los nuevos dispositivos. Pero no creo que sea malo, es una cosa natural".
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