El auge de la ¡®neotelevisi¨®n¡¯: vivir a trav¨¦s de la pantalla
En contra de lo que muchos predijeron, las redes sociales y los tel¨¦fonos han impulsado un nuevo apogeo del medio televisivo
La primera vez que vi la televisi¨®n fue a los pocos meses de haber pasado ocho encerrado en r¨¦gimen de aislamiento. Era octubre de 2008 y yo estaba en la c¨¢rcel de Evin, en Teher¨¢n. No ten¨ªa nada que leer, ni que mirar, ni que escuchar. No paraba de andar de un lado para otro en mi celda habl¨¢ndome a m¨ª mismo en un inacabable di¨¢logo interno con casi cualquier cosa que mi cerebro contuviese o pudiese imaginar.
La posibilidad de ver la televisi¨®n acab¨® con eso. El di¨¢logo interno dej¨® paso a otro externo entre las personas que aparec¨ªan en la pantalla, y entre esta y yo mismo. La televisi¨®n salv¨® mi cordura, mi humanidad como animal social, igual que imagino que ha salvado a centenares de miles de ancianos, pacientes de hospitales y personas aisladas. No solo vemos la televisi¨®n, sino que tambi¨¦n vivimos en ella.
He escrito mucho acerca de por qu¨¦ la televisi¨®n es mala y por qu¨¦ es un error pensar que con las redes sociales ha desaparecido. La televisi¨®n ha experimentado una forma de reinvenci¨®n gracias a las redes sociales.
En el imprescindible ensayo Divertirse hasta morir (1985), Neil Postman sostiene que la televisi¨®n no es ¨²nicamente un medio, sino un paradigma, o un discurso. No se limita a reflejar cosas, tambi¨¦n forja nuestra manera de pensar, la forma en que nos relacionamos con el mundo. Postman explica c¨®mo el paso de las palabras a las im¨¢genes, o de la tipograf¨ªa a la fotograf¨ªa, trivializa la conversaci¨®n p¨²blica.
En contra de lo que muchos predijeron, el desarrollo de Internet a mediados de la d¨¦cada de los noventa no acab¨® con la televisi¨®n tradicional, aunque s¨ª detuvo su crecimiento (tanto en ingresos como en audiencia) durante casi 20 a?os. Pero a partir de 2007 las redes sociales convirtieron los tel¨¦fonos m¨®viles en televisores personales. No solo Facebook, YouTube, Instagram e incluso Twitter ofrecen cada vez m¨¢s v¨ªdeos, sino que han creado un espacio en el que el sensacionalismo se impone a la racionalidad.
Este renacimiento marca una nueva ¨¦poca en la que las im¨¢genes y las emociones sustituyen a las palabras y la raz¨®n
Pensemos en c¨®mo estas plataformas perfeccionan con descaro sus contenidos para fomentar la participaci¨®n, en c¨®mo presionan a los usuarios para que hagan transmisiones personales en directo y elaboren diarios personales visuales (los stories), y los exhiban en plataformas como Instagram Television (IGTV), YouTube TV y Facebook Watch.
Actualmente, cada vez menos personas ven la televisi¨®n tradicional, mientras que aumenta el n¨²mero de las que pasan tiempo en las redes sociales. En febrero de 2017, The Wall Street Journal informaba de que ¡°el p¨²blico global de YouTube ve m¨¢s de 1.000 millones de horas de v¨ªdeo al d¨ªa, lo cual amenaza con eclipsar la audiencia televisiva de Estados Unidos¡±.
Desde mi punto de vista, se trata de una neotelevisi¨®n. Y este cambio va m¨¢s all¨¢ de los avances evolutivos y graduales en los medios de comunicaci¨®n o en la tecnolog¨ªa. A lo que apunta el nuevo modelo es a un cambio en la propia civilizaci¨®n, a una nueva era en la que los ideales de la Ilustraci¨®n ¡ªuno de los mayores logros de la humanidad¡ªest¨¢n en declive.
Este renacimiento de la televisi¨®n marca una nueva ¨¦poca en la que las im¨¢genes y las emociones sustituyen a las palabras y a la raz¨®n, y en la que la fe gana la partida a los hechos. Bienvenidos a la pos-Ilustraci¨®n.
¡°No es solamente que en la pantalla de la televisi¨®n el entretenimiento es la met¨¢fora de todo discurso. Es que fuera de la pantalla se impone la misma met¨¢fora¡±, afirmaba Postman en su ensayo. ¡°La televisi¨®n es la principal forma de aprendizaje sobre uno mismo de nuestra cultura¡±. Si en 1985 estas palabras no eran del todo comprensibles, hoy s¨ª lo son. Donald Trump fue un producto de la televisi¨®n que hizo campa?a en gran medida gracias a las emisiones gratuitas de sus m¨ªtines. Fue elegido en la sociedad m¨¢s pendiente de la televisi¨®n del mundo, y ahora dirige la pol¨ªtica a trav¨¦s de este medio, as¨ª como de sus tuits infinitamente comentados y expuestos en televisi¨®n. Trump ha descrito su propia realidad alternativa ¡ª¡°lo que est¨¢is viendo y lo que est¨¢is leyendo no es lo que est¨¢ pasando¡±¡ª, y esto ha supuesto un cambio no solo en la televisi¨®n como medio, sino dentro de su propio paradigma.
El pensador franc¨¦s Jean Baudrillard quiz¨¢ fue quien mejor teoriz¨® esto con su famosa afirmaci¨®n, realizada en la d¨¦cada de 1990, de que la primera invasi¨®n de Irak en realidad no hab¨ªa tenido lugar. Con ello no quer¨ªa decir que no hubiese habido movilizaci¨®n de fuerzas y equipo militar para expulsar de Kuwait al Ej¨¦rcito de Sadam. Tampoco quer¨ªa decir que no se hubiesen producido muertes ni explosiones. Lo que Baudrillard sosten¨ªa era que en Occidente la guerra se vivi¨® sobre todo como un suceso medi¨¢tico. Su provocativa aseveraci¨®n fue un intento de exponer c¨®mo los medios de comunicaci¨®n, y en especial la televisi¨®n, pueden crear una realidad paralela sin referentes en el mundo real.
Da la sensaci¨®n de que Trump opera en este marco, y sus seguidores incondicionales hacen lo mismo, lo cual complica las cosas, ya que en el universo paralelo de Trump sus mentiras no son falsedades. La situaci¨®n recuerda al verso del c¨¦lebre poeta persa Saadi: ?c¨®mo puede el dormido despertar a los que duermen?
Pero no olvidemos que vivir dentro de la realidad televisiva tiene sus cosas buenas. Cuando estaba en la c¨¢rcel, nada lograba transportar mi mente m¨¢s poderosamente que la televisi¨®n. Los libros no lo consegu¨ªan del todo, y los peri¨®dicos tampoco. Ten¨ªan que ser im¨¢genes en vez de palabras, porque las palabras nos mantienen atentos y reflexivos, mientras que la imagen en movimiento es capaz de interrumpir el pensamiento.Tal vez a todos los presos les pase lo mismo. Esa debe de ser la causa de que los televisores sean tan importantes para la vida en la c¨¢rcel. Sin las pantallas televisivas, muchos reclusos, en particular los que se encuentran en r¨¦gimen de aislamiento, probablemente perder¨ªan la raz¨®n. Estas personas no solo ven el mundo que hay en la caja; viven en ¨¦l.
Victoria Knight, autora de Remote Control: Television in Prison [Control remoto. La televisi¨®n en la c¨¢rcel] (2016), descubri¨® que los presos utilizan este medio para seguir conectados a un mundo del que est¨¢n segregados y sentir que comparten una experiencia simult¨¢neamente con otras personas, como su familia y sus amigos. Tambi¨¦n quieren estar informados y formar parte del debate p¨²blico, sentirse pr¨®ximos a otros, estar menos aislados y menos aburridos, y tener temas de los que hablar.
La televisi¨®n tambi¨¦n ayuda a que pase el tiempo, ese que tantas veces se vive como largo y vac¨ªo, y permite al espectador tomar decisiones y conservar el control activo de lo que quiere ver, otorg¨¢ndole as¨ª cierta autonom¨ªa, adem¨¢s de un ¨¢mbito de privacidad en una instituci¨®n por lo dem¨¢s tan p¨²blica. La televisi¨®n es, en todo caso, una simulaci¨®n de la vida real cuando no podemos ¡ªo no queremos¡ª acceder directamente. A veces es mejor la vida real, y otras, peor. Pero cuando se es ciudadano de un pa¨ªs democr¨¢tico, no se puede delegar el poder en alguien que vive en un universo diferente.
Hossein Derakhshan es un periodista y bloguero iran¨ª-canadiense que estuvo encarcelado de 2008 a 2014 en Teher¨¢n.
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