Lo que no cabe en un emoticono
Casi todos los adictos al verso mantienen una relaci¨®n peligrosa con un g¨¦nero que no pide perd¨®n ni da tregua
Odias la poes¨ªa
Y lo sabes, aunque nunca has le¨ªdo poes¨ªa (ni falta que te hace). Frases que no llegan hasta el final del rengl¨®n, sentimientos que caben en un emoticono, golondrinas y arpas¡ ?En serio? Si quieres seguir detestando la poes¨ªa sin quedar en evidencia ante tus amistades, deber¨ªas ¡°comprarle¡± a Ben Lerner los argumentos de El odio a la poes¨ªa (Alpha Decay, 2017), donde se demuestra que casi todos los adictos al verso mantienen una relaci¨®n peligrosa con un g¨¦nero que no pide perd¨®n ni da tregua. Otro de los t¨®picos instalados en nuestra sociedad, e incluso en la psique de muchos poetas, es el de que la poes¨ªa no sirve para nada. Hace un cuarto de siglo, Garc¨ªa Montero y Mu?oz Molina se rebelaron contra esa corriente de opini¨®n en un librito que conserva su vigencia en tiempos de la posverdad:?Por qu¨¦ no es ¨²til la literatura? (Hiperi¨®n, 1993) reivindica que la l¨ªrica tiene algo que decir en el debate sobre la libertad y las ideolog¨ªas. Y si nada de lo anterior te convence, recuerda que la esperanza es lo ¨²ltimo que se pierde: ¡°Odias la poes¨ªa, dices, pero me amas¡±, asegura Alberto Santamar¨ªa en El hombre que sali¨® de la tarta (DVD, 2004).
La amas
Y la culpa es de El club de los poetas muertos, donde Peter Weir nos puso en pie para rezarle a Robin Williams con la plegaria que Whitman nos ense?¨®: ¡°Oh, capit¨¢n, mi capit¨¢n¡±. Al oce¨¢nico Whitman, antes de que Apple lo reclutara como publicista, le debemos la mitad de la poes¨ªa norteamericana: Hojas de hierba, reeditada recientemente con motivo del bicentenario del autor (Galaxia Gutenberg, 2019, edici¨®n biling¨¹e de Eduardo Moga). La otra mitad se la debemos quiz¨¢ a quien le prest¨® el t¨ªtulo a la pen¨²ltima pel¨ªcula de Jim Jarmusch: Paterson es, s¨ª, un libro de William Carlos Williams incluido en su Poes¨ªa reunida (Lumen, 2017, traducci¨®n de Edgardo Dobry, Juan Antonio Montiel y Michael Tregebov). Aquellos espectadores que no lloraron con la pel¨ªcula de Weir disfrutar¨¢n con la de Jarmusch. Por cierto, los versos que atraviesan la pantalla tienen copyright: su autor se llama Ron Padgett, y el modesto ¨¦xito del filme provoc¨® que se tradujera al espa?ol por C¨®mo ser perfecto (Kriller71, 2018, edici¨®n biling¨¹e de Patricio Grinberg y An¨ªbal Cristobo), una antolog¨ªa consagrada a quien afirma que el amor posee la forma exacta de una caja de cerillas.
No sabes / no contestas
En la era anal¨®gica, uno seleccionaba sus primeras lecturas tirando de malditismo: Rimbaud, Plath, Pizarnik o Bukowski. Pero basta con asomarse a la lista de los m¨¢s vendidos para comprobar que hoy youtubers, influencers y otras especies parten la pana. Al fen¨®meno de la parapoes¨ªa est¨¢ dedicado el ensayo La lira de las masas (P¨¢ginas de Espuma, 2019), de Mart¨ªn Rodr¨ªguez-Gaona. La pregunta del mill¨®n es si es posible ir de C¨¦sar Brandon a C¨¦sar Vallejo, navegar de Irene X a Anne Sexton o viajar de Defreds a Costafreda. Vaya usted a saber.
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