Walt Whitman y sus ¡®Hojas de hierba¡¯ para el siglo XXI
La obra maestra del poeta estadounidense se edita ¨ªntegra en una nueva traducci¨®n, en edici¨®n biling¨¹e y junto a una selecci¨®n de su prosa y de sus diarios de guerra
¡°Yo me celebro, / y cuanto hago m¨ªo ser¨¢ tuyo tambi¨¦n, / porque no hay ¨¢tomo en m¨ª que no te pertenezca¡±. Y un nuevo mundo se abri¨® con estos versos de Canto de m¨ª mismo. Ciento cincuenta y nueve a?os separan este comienzo del libro Hojas de hierba, que Walt Whitman terminar¨ªa en 1892, tras nueve ediciones y un total de 389 poemas, de esta ¨¦poca que no cesa de ser polinizada por su voz y sus ideas sublimes. Una obra maestra que ahora se puede leer ¨ªntegra en un lenguaje actualizado, en edici¨®n biling¨¹e y traducida, por primera vez, por un autor espa?ol (las conocidas son de latinoamericanos), que incluye los pr¨®logos o textos introductorios que escribiera Whitman en todas sus ediciones, m¨¢s una selecci¨®n de sus prosas y del diario que llevaba como enfermero de campa?a durante la Guerra Civil de Estados Unidos. Todo ello presidido por un texto que funde la biograf¨ªa del poeta estadounidense con su cl¨¢sico universal y con la de este mismo volumen. El encargado de este trabajo monumental ha sido del poeta y fil¨®logo Eduardo Moga (Barcelona, 1962), bajo el sello de Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores.
Treinta y tres a?os tard¨® Whitman (1819-1892) en completar la ¡°autobiograf¨ªa de todo el mundo¡±, como dijera Gertrude Stein. Una epopeya norteamericana y de la vida, ¨ªntima, so?ada y p¨²blica, que resuena llena de realidad y promesa.
Llev¨® a la gente a reencontrarse consigo misma. Y se convirti¨® en un gu¨ªa que abrir¨ªa insospechadas rutas literarias.
Autoproclamado ¡°Soy poeta del Cuerpo y soy poeta del Alma¡±, su obra empez¨® a ser conocida en 1855 con doce poemas sin t¨ªtulo, y termin¨® en 1892, con 389, pocos meses antes de su muerte. ¡°Un crecimiento org¨¢nico, mediante oleadas sucesivas o estratos superpuestos, que era coherente con el crecimiento personal del autor y con el hist¨®rico de la naci¨®n, y que condec¨ªa con la naturaleza dispersa, orbicular, del proyecto whitmaniano¡±, escribe Eduardo Moga en el volumen.
Dos a?os y medio tard¨® el escritor espa?ol en traducir este cl¨¢sico. Las anteriores ediciones completas son de escritores latinoamericanos, y otras parciales entre las que brilla la de Jorge Luis Borges. Enfrentarse a Whitman y a ilustres traductores, reconoce Mogan, ha sido un proyecto colosal y arriesgado, ¡°un trabajo muy duro por la complejidad del pensamiento del poeta, su sintaxis y que genera unos poemas, no todos, extensos¡±.
Un poeta que crea un nuevo vocabulario, que se inventa cosas, neologismos, ideas filos¨®ficas o religiosas, cuya correspondencia para dar en espa?ol no es f¨¢cil, confiesa Moga. ¡°Por otra parte¡±, agrega el traductor, ¡°es un poeta oratorio y enumerativo que, a menudo, entra en sucesiones de im¨¢genes que se van engarzando, y esas cl¨¢usulas, a su vez, se ramifican y se subdividen. Todo ese trabajo hay que traducirlo sin que se pierda el sentido y mantener la coherencia global y sint¨¢ctica¡±.
La originalidad de Walt Whitman, escribi¨® Harold Bloom en El canon occidental, ¡°tiene menos que ver con su verso supuestamente libre que con su inventiva mitol¨®gica y su dominio de las figuras ret¨®ricas. Sus met¨¢foras y sus razonamientos r¨ªtmicos abren un nuevo camino de una manera a¨²n m¨¢s eficaz que sus innovaciones m¨¦tricas¡±.
Poeta del Yo y del Nosotros. Poeta que invoca y recuerda la dualidad, el binomio del ser humano: hombre y Dios; cielo y tierra; inmortalidad y mortalidad; ternura y erotismo; alegr¨ªa y tristeza; realidad y sue?o; pasi¨®n y serenidad; rostro y m¨¢scara; prosaico y sublime; dionis¨ªaco y apol¨ªneo; luz y oscuridad; dif¨ªcil y sutil; carnal y plat¨®nico; antiguo y presente; milagro y naturaleza¡
Una voz que no ha dejado de sonar. Una voz que renaci¨® cuando el 5 de marzo de 1842 asisti¨® como periodista de la revista Aurora a una conferencia de Ralph Waldo Emerson en Nueva York titulada El poeta, donde, palabras m¨¢s, ideas menos, ven¨ªa a decir que los poetas son quienes dicen, nombran y representan la belleza como ¡°dioses liberadores¡±, y que ¨¦l ha buscado en vano en su pa¨ªs.
Ese primer soplo inspirador qued¨® en Whitman dando vueltas, creciendo, hasta que en 1850 empezar¨ªa a escribir sus poemas bajo la b¨²squeda de ese nuevo ed¨¦n, cuyo primer libro financi¨® ¨¦l mismo, cinco a?os despu¨¦s.
Poeta que canta a la democracia, que crece con su pa¨ªs, que canta a las necesidades del nuevo mundo. Su voz corri¨® como el viento que lo removi¨® todo. Reflexivo y cautivador. Que cant¨® a la libertad, a lo ¨ªntimo, a los deseos, a la desgracia de la guerra, a los hombres y a las mujeres, aunque, escribe Bloom en su famoso libro del canon, "su impulso m¨¢s profundo fue el homoer¨®tico". Pero su poes¨ªa, "reh¨²sa reconocer cualquier demarcaci¨®n sexual, al igual que reh¨²sa aceptar cualquier l¨ªnea fortificada que divida lo humano y lo divino".
Whitman dijo que era un libro eminentemente religioso pero no entendido como propio de los credos cristianos sino por la relaci¨®n que espera establecer por la divinidad, recuerda su traductor: "Esa figura del dios supremo que no se identifica pero representa el esp¨ªritu del universo, su viaje a la naturaleza, al ¨¢nima de la naturaleza es a lo que pretende llegar".
Whitman es poeta de todos los tiempos y tradiciones. Para la colombiana Mar¨ªa G¨®mez Lara, reciente ganadora del Premio Loewe de Poes¨ªa Joven, el trabajo de Whitman "ha construido paradigmas de innovaci¨®n y expresi¨®n po¨¦tica en todas partes del mundo, ha abierto m¨²ltiples caminos dentro de un espectro muy amplio, similares y tambi¨¦n muy distintos de su propia b¨²squeda, de su voz han salido tantas voces. Whitman intu¨ªa en sus versos que su yo conten¨ªa multitudes, ten¨ªa una visi¨®n c¨®smica, abarcadora, una identidad que viajaba del universo a la tierra en los zapatos. Y entre los muchos Whitmans a m¨ª me arrastr¨® ese yo que se encontraba en la tierra: pens¨¦ en la materialidad que la poes¨ªa pod¨ªa lograr. Tal vez, justamente en la era de la imagen, sea cuando m¨¢s valga la pena recordar que el lenguaje llega todav¨ªa m¨¢s all¨¢, hasta la piel. Pens¨¦ en lo t¨¢ctiles que son a veces las palabras, casi pude tocar esa voz de largo aliento, sensorial, consciente de su respiraci¨®n. Como lectora quise perseguir ese tacto".
Hasta ella, y a millones de personas, lleg¨® 159 a?os despu¨¦s de ser escrito aquel canto con el que Whitman cierra su primer gran poema: ¡°Si no das conmigo al principio, no te desanimes. / Si no me encuentras en un lugar, busca en otro. / En alg¨²n sitio te estar¨¦ esperando¡±.
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