Fiestas patronales
Me cuenta Bastiaga que la formaci¨®n del nuevo Gobierno avanza porque as¨ª se lo ha dicho ¡°S¨¢nchez-Castej¨®n¡±
D¨ªa grande de las fiestas patronales de Sanxenxo. A mi hijo y a m¨ª nos dan candela en los coches de choque y el chico de la pista para el espect¨¢culo para que podamos salir; el ni?o llorando y yo los ojos encharcados de puro dolor. Humillaci¨®n sin precedentes; nos pillaron relajados. Un latigazo por detr¨¢s y nos mandaron contra el volante. Tras ver los llantos, el chaval de los cochitos se subi¨® encima del nuestro y casi se para la orquesta ante el espect¨¢culo. No conoc¨ªa esta nueva forma de verg¨¹enza: el chaval de los coches de choque de pie, encima del tuyo mientras t¨² no quieres dejar de conducir porque ya es lo que faltaba, pero tu hijo, al lado, no sabes si con el brazo roto; la gente que rodea la pista llev¨¢ndose las manos a la cabeza, el chaval de pie encima del morro del coche agarrado a la barra; como llevar encima de la cabeza un p¨¢jaro y querer pasar inadvertido.
Cortaron la sesi¨®n (¡°la partida¡±, dijo mi hijo), pararon todos los coches para evacuarnos y al salir de all¨ª veo a Elisardo Bastiaga (de 50 a?os, 98 followers), que ha ido a las atracciones con sus padres. Nos est¨¢ grabando ¡ªle aparto el m¨®vil de un manotazo¡ª porque quiere hacer un stories; detecto un amarilleamiento de su cuenta con el objetivo del follower 100. Me cuenta Bastiaga de camino al saltamontes, en un aparte (todo lo cuenta en ¡°apartes¡±: vive de ellos) que la formaci¨®n del nuevo Gobierno avanza porque as¨ª se lo ha dicho ¡°S¨¢nchez-Castej¨®n¡±; Elisardo Bastiaga, que dice estar contratado por el PSOE como asesor, sigue llamando as¨ª a Pedro S¨¢nchez. A saber quien piensa que es ¡°S¨¢nchez-Castej¨®n¡± y a qu¨¦ se dedica.
Nos subimos al saltamontes sin dejar de hablar, pues empiezo a echar de menos la actualidad ¡ªescribir y leer de ella¡ª y mientras me acomodo pienso en la desolaci¨®n de tener que buscar chutes period¨ªsticos en la verborrea de Bastiaga, que me cuenta en otro ¡°aparte¡± que en Podemos, Iglesias y Errej¨®n no se aguantan. No nos ha dado tiempo a ponernos la barra de seguridad cuando el saltamontes arranca y lo hace con violencia: empieza a moverse a una velocidad de esc¨¢ndalo bajo el soniquete infernal del locutor (¡°y venga, y dale, y dale¡±), mientras gritamos hist¨¦ricos que paren la atracci¨®n. O que no la paren, no al menos en seco; que ni la paren en seco ni den marcha atr¨¢s, sino que mantenga ese ritmo enloquecido de arriba abajo, a much¨ªsima velocidad, porque, de repente Bastiaga, en un momento de lucidez, dej¨® de rezar y se puso a gritarme que sin barrera de seguridad todo lo que necesit¨¢bamos b¨¢sicamente es que el saltamontes fuese a toda hostia para no matarnos, como pasa en la vida cuando se sube una velocidad: que ya no se puede bajar a riesgo de enfermar de tristeza o morir.
Desde abajo nos miraba, con la boca abierta, el chico de los coches de choque al que grit¨¦ que no parase la atracci¨®n, y los padres de Bastiaga cuidando de mi hijo, que dec¨ªa ¡°qu¨¦ bien se lo est¨¢n pasando¡± sin saber que nos lo est¨¢bamos pasando bien irremediablemente.