El misterio del hombre que encontr¨® la Dama de Elche
Dos estudios de la Universidad de Alicante cuestionan la versi¨®n oficial, construida en los albores del franquismo, de qui¨¦n hall¨® y d¨®nde el gran icono de la cultura ¨ªbera en 1897
Lo ¨²nico seguro es que la Dama de Elche ¡ªescultura ic¨®nica de la cultura ib¨¦rica fechada entre los siglos V y IV antes de Cristo¡ª fue descubierta el 4 de agosto de 1897. Todo lo dem¨¢s est¨¢ en duda: la hora, el lugar y hasta el nombre de quien la encontr¨®. Los estudios Memorias de una dama. La Dama de Elche como lugar de Memoria, de Sonia Guti¨¦rrez Lloret, catedr¨¢tica de Arqueolog¨ªa de la Universidad de Alicante, y Revisi¨®n de los testimonios y documentos sobre el lugar del hallazgo de la Dama de Elche, de Ana Mar¨ªa Ronda, arque¨®loga de la Fundaci¨®n Universitaria de Investigaci¨®n Arqueol¨®gica La Alcudia, revisan c¨®mo se realiz¨® este espectacular hallazgo. En ellos aparecen m¨²ltiples personajes que ofrecen versiones diferentes de lo ocurrido y que se adjudican el descubrimiento. Guti¨¦rrez Lloret remacha: ¡°Se ha idealizado que fue encontrada por un muchachito en un relato oficial asumido por todos¡±. Aquel chico se llamaba Manuel Campello, Manolico, y fue inmortalizado en pel¨ªculas, calles, documentales, art¨ªculos, homenajes¡ Pero la realidad parece muy distinta.
La Alcudia era a finales del siglo XIX una finca pedregosa situada a unos dos kil¨®metros de Elche. Su due?o, el doctor Manuel Campello y Ant¨®n ¡ªque, de ah¨ª la confusi¨®n, se llamaba como el muchacho que despu¨¦s se har¨ªa famoso como el descubridor del busto, pero no ten¨ªa relaci¨®n con ¨¦l¡ª orden¨® allanarla y limpiarla para cultivarla con alfalfa y granados. Aquellas piedras correspond¨ªan a una desaparecida y amurallada poblaci¨®n ¨ªbera (posiblemente Helik¨¦), luego convertida en la romana Colonia Iulia Illici Augusta. Entre ellas apareci¨® la pieza escult¨®rica. La cuadrilla, encabezada por el capataz Antonio Galiano S¨¢nchez, se puso a cavar. Seg¨²n las primeras versiones, la escultura fue hallada por el bracero Antonio Maci¨¢, aunque el capataz se arrog¨® su cuidadosa extracci¨®n y dej¨® en segundo plano al trabajador. Una vez localizado el busto, Galiano avis¨® al due?o de la finca, quien, a su vez, se lo cont¨® al t¨ªo de su mujer, Pedro Ibarra, un erudito local, que se aprest¨® a acudir para ver si encontraba m¨¢s cosas.
?Y a qu¨¦ hora ocurri¨® el descubrimiento? Pues no se sabe, m¨¢s all¨¢ de un vago ¡°antes de oscurecer¡±, que podr¨ªa corresponder con las 21.00 en una Espa?a que a¨²n no hab¨ªa adoptado el horario de Greenwich.
El m¨¦dico expuso en el balc¨®n de su casa la escultura, como si fuese un trofeo de caza, para que todos los del pueblo admirasen su descubrimiento. Una semana despu¨¦s apareci¨® en escena otro personaje fundamental, el hispanista franc¨¦s Pierre Paris. Convenci¨® al doctor para que le vendiese la Reina mora, como se conoc¨ªa ya la escultura. Pag¨® 4.000 francos y unos d¨ªas despu¨¦s tom¨® un barco rumbo al Museo del Louvre. Escribi¨® ufano: ¡°La Dama de Elche, tranquilamente, en mi camarote¡±. Mientras, Pedro Ibarra se tiraba de los pelos y se preguntaba c¨®mo era posible que algo as¨ª sucediese en Espa?a.
Columna conmemorativa
Un a?o despu¨¦s, Paris volvi¨® a Elche para colocar, con Ibarra y Galiano, un monolito que se?alase el lugar del hallazgo: una columna de 1,20 metros que se hab¨ªa encontrado labrando la zona. El famoso epigrafista alem¨¢n Emil H¨¹bner redact¨® una inscripci¨®n latina conmemorativa que, por diversos avatares, no lleg¨® a ser tallada. En 1923, el numism¨¢tico Antonio Vives volvi¨® a abrir los terrenos donde, supuestamente, se hab¨ªa encontrado el busto, pero el monolito le molestaba, as¨ª que lo removi¨® y se supone que lo volvi¨® a colocar en el mismo lugar, donde permaneci¨® hasta 1965.
En 1941, la Dama regres¨® a Espa?a por un acuerdo entre los Gobiernos del general Francisco Franco y del franc¨¦s Philippe P¨¦tain. En esos 44 a?os de ausencia, hab¨ªan muerto ya los principales protagonistas y aparecido otro, Alejandro Ramos Folqu¨¦s, nuevo due?o de La Alcudia y con ganas de seguir las excavaciones.
Lo primero que hizo Ramos en 1944, tras la expectaci¨®n que hab¨ªa causado el regreso de la Dama, fue buscar a testigos del hallazgo, y as¨ª apareci¨® un anciano llamado Manuel Campello, que, recordemos, compart¨ªa nombre (y nada m¨¢s) con el due?o original de la finca. Dijo ser quien encontr¨® el busto cuando ayudaba a sus padres en la finca. Pero este Manuel Campello Escl¨¢pez, Manolico le llamaban, no aparece en los relatos de Ibarra y, adem¨¢s, ofrece datos distintos a los recopilados: cont¨® que la escultura la hall¨® ¨¦l con 14 a?os a las 10 de la ma?ana (su partida de nacimiento demuestra que, en todo caso, tendr¨ªa 18 a?os), utilizando una herramienta de Maci¨¢, y lo m¨¢s sorprendente: seg¨²n su relato, la escultura fue encontrada a 50 metros al sur del lugar donde indicaba la columna conmemorativa. Ramos intent¨® afanosamente encajar los datos de Manolico con los que hab¨ªa anotado Ibarra, por lo que redact¨® una versi¨®n ecl¨¦ctica y conciliadora en la que aparec¨ªan todos los personajes al tiempo en la finca (el propietario, el capataz, el ni?o, sus padres, el bracero..). Realiz¨®, adem¨¢s, una r¨¦plica de la Dama, que hoy se puede ver en el yacimiento, y la coloc¨® donde el anciano le dijo que apareci¨®: a 50 metros del moj¨®n.
Manolico, un humilde arriero que solo hablaba valenciano, comenz¨® entonces a recibir visitas de medios de comunicaci¨®n de todo el pa¨ªs. Sus relatos eran cada vez m¨¢s floridos y ofrec¨ªan m¨¢s ¡°detalles¡±. Comenzaron los reconocimientos oficiales y hasta se le dio su nombre a una calle de Elche.
En los a?os sesenta, la primera columna conmemorativa se desplom¨®, quiz¨¢s Vives no la ciment¨® bien, y rod¨® ladera abajo. Desde entonces solo perdura la memoria de Manolico, materializada en un p¨®rtico monumental levantado en los a?os noventa, donde se conmemora anualmente el descubrimiento. Ana Mar¨ªa Ronda la ha encontrado ahora en un terrapl¨¦n, como s¨ªmbolo de una historia con muchas grietas.
Sonia Guti¨¦rrez Lloret lo explica as¨ª: ¡°En torno a la Dama se ha construido un relato que ha soslayado las obvias incertidumbres, cuando no verdaderas contradicciones, pero que a fuerza de transmitirse a las generaciones venideras ha terminado por convertirse en la memoria hist¨®rica dominante, tenida por veraz, tradicional e incuestionable¡±. Y se encoge de hombros.
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