C¨®mo invadir Polonia en diez pasos y desatar el infierno
Una revisi¨®n de las circunstancias que permitieron a Hitler atacar y conquistar el pa¨ªs vecino, cuando se cumplen 80 a?os de la agresi¨®n que provoc¨® la Segunda Guerra Mundial
A las 4.45 de la ma?ana del 1 de septiembre de 1939, hace 80 a?os, los grandes ca?ones del viejo acorazado escuela alem¨¢n Schleswig-Holstein (los alemanes no hab¨ªan querido comprometer sus preciados barcos m¨¢s modernos por miedo a las minas y los submarinos polacos), abrieron fuego inopinadamente, pues el buque estaba de visita de ¡°buena voluntad¡±, sobre la guarnici¨®n polaca de Westerplatte, en el canal que conectaba Danzig, hoy Gdansk, con el B¨¢ltico. Daba comienzo as¨ª la Segunda Guerra Mundial, que no acabar¨ªa hasta 1945. Una hora m¨¢s tarde del ca?oneo naval, los soldados alemanes se cargaban entusi¨¢sticamente las barreras que marcaban la frontera oeste con Polonia (una de las im¨¢genes ic¨®nicas de la contienda) y la vanguardia de la fuerza de invasi¨®n se precipitaba en el territorio vecino como una nube de langostas de color feldgrau.
La Wehrmacht, el ej¨¦rcito m¨¢s poderoso del mundo, inauguraba una nueva forma mecanizada de hacer la guerra y se lanzaba sobre una Polonia inferior militarmente (el Ej¨¦rcito polaco hab¨ªa sido creado pr¨¢cticamente de la nada en 1920) y econ¨®micamente: Max Hastings (Se desataron todos los infiernos, Cr¨ªtica, 2011) recuerda que el presupuesto nacional era menor que el de la ciudad de Berl¨ªn. Polonia fiaba su suerte ingenuamente a sus pactos defensivos con Francia y Gran Breta?a. Estas no acudieron a salvarla y en cambio la URSS efectu¨® arteramente el d¨ªa 17 del mismo mes su propia invasi¨®n por el este, redondeando el desastre de los polacos. Hitler hab¨ªa arrojado de nuevo los dados, convencido de que una vez m¨¢s las potencias occidentales observar¨ªan temerosas y pr¨¢cticamente cruzadas de brazos otra de sus conquistas militares. Polonia cay¨® en un mes (las hostilidades terminaron oficialmente el 27) tras morir 70.000 de sus soldados (m¨¢s 130.000 heridos y 700.000 prisioneros) y 200.000 civiles. Pueblos y ciudades, m¨¢s de 10.000, incluyendo la capital, Varsovia, sufrieron una destrucci¨®n terrible. Para el martirizado y ocupado pa¨ªs empezaba un v¨ªa crucis espantoso (acabar¨ªan muriendo seis millones de polacos, uno de cada cinco) y para el mundo en general un verdadero infierno. La invasi¨®n de Polonia, aunque en la imaginaci¨®n popular episodios posteriores de la guerra, como la ca¨ªda de Francia, la batalla de Inglaterra, la de Stalingrado o el desembarco de Normand¨ªa, tengan un peso m¨¢s importante, es el detonador de toda aquella cat¨¢strofe.
?Era inevitable la invasi¨®n de Polonia? Y una vez lanzada, ?pod¨ªa haber sido detenida? ¡°Los historiadores seguimos la regla de que nada es inevitable¡±, se?ala a EL PA?S el historiador militar Antony Beevor, ¡°pero es muy dif¨ªcil ver c¨®mo podr¨ªa haberse evitado la Segunda Guerra Mundial. Los nacionalistas alemanes estaban furiosos por su derrota en 1918 y quer¨ªan revertir el resultado. Los acuerdos de la paz de Versalles estaban por supuesto lejos de ser perfectos, aunque no eran tan malos como muchos historiadores han se?alado. Pero el colapso s¨²bito de cuatro imperios, con los Estados que los sucedieron y nuevas fronteras dividiendo grupos ¨¦tnicos significaba que alguna forma de conflicto europeo iba con mucha seguridad a producirse¡±. Beevor recalca que ¡°fue, sin embargo, el ascenso de Hitler como dictador de Alemania con el ej¨¦rcito m¨¢s efectivo del mundo lo que asegur¨® que la guerra que empez¨® el 1 de septiembre de 1939 se convertir¨ªa en la m¨¢s cruel y genocida de la historia¡±. El historiador, autor de La Segunda Guerra Mundial (Pasado y Presente, 2012), entre otras grandes obras sobre el conflicto, afirma que ¡°Hitler estaba absolutamente determinado a tener una guerra e incluso habl¨® en numerosas ocasiones de cu¨¢n frustrado se sinti¨® al no tener que combatir por Checoslovaquia en septiembre de 1938. As¨ª que el a?o siguiente, ahora hace 80 a?os, nada pod¨ªa evitarle invadir Polonia¡±.
Para que Hitler lanzara esa invasi¨®n y triunfara, no obstante, tuvieron que darse una serie de circunstancias b¨¢sicas. A partir de ellas, se puede pr¨¢cticamente ¡ªa fin de ayudar a entender la historia¡ª confeccionar una especie de dec¨¢logo de c¨®mo invadir Polonia. Pese al chascarrillo de Woody Allen, la m¨²sica de Wagner no es imprescindible.
1. Crear un pretexto. Hitler, como muchos alemanes (y Stalin), consideraba el restablecimiento de Polonia tras la Primera Guerra Mundial una aberraci¨®n. M¨¢s a¨²n porque se le cedieron territorios que Alemania consideraba suyos (Prusia Oriental y parte de Silesia) y que albergaban una minor¨ªa ¨¦tnica alemana (casi un mill¨®n de individuos). La propaganda nazi se dedic¨® a remachar que esa poblaci¨®n era objeto de opresi¨®n y aprovech¨® el resentimiento que hab¨ªa en Alemania hacia los polacos. Los polacos fueron convertidos en los causantes de su propia invasi¨®n. Por supuesto, en realidad lo que empujaba a Hitler, adem¨¢s de recuperar lo perdido en 1918, era conseguir la dominaci¨®n europea y conquistar ¡°espacio vital¡± (Lebensraum) en el este.
2. Marear la perdiz diplom¨¢tica. Hitler enga?¨® hasta el ¨²ltimo momento a Francia y Gran Breta?a, deseosas de que no llegara la sangre al r¨ªo, asegur¨¢ndoles que negociaba con los polacos. Incluso logr¨® que se llegara a pensar que los polacos eran los obstinados. Las dos potencias presionaron a Polonia para que no movilizara prematuramente a su ej¨¦rcito, lo que, argumentaban, pod¨ªa ser visto como una provocaci¨®n por los alemanes. Como resultado, los polacos no se movilizaron hasta el ¨²ltimo momento y no pudieron hacerlo de manera cabal y completa (solo al 65%), lo que dio ventaja a la Wehrmacht. El domingo 3 de septiembre, sin embargo, Francia y Gran Breta?a declararon la guerra a Alemania, cosa que no dej¨® de sorprender a Hitler e hizo que Goering le espetara a Von Ribbentrop, explica Hastings: ¡°?Ya has conseguido tu puta guerra!¡±, am¨¦n de pronunciar la prof¨¦tica frase, ¡°Si perdemos esta guerra, que el cielo nos ampare¡±.
3. Asegurarse la retaguardia por el oeste. La principal pesadilla de Hitler y del alto mando alem¨¢n era que cuando invadieran Polonia, Francia y Gran Breta?a, tras declarar la guerra a Alemania, les invadieran a su vez por el oeste. Esto hubiera sido un desastre para el ej¨¦rcito alem¨¢n, con la inmensa mayor¨ªa de sus efectivos comprometidos en Polonia. Se ha dicho que de realizar un ataque serio los franceses podr¨ªan haber llegado r¨¢pidamente hasta el Rin y ganar la guerra con esta apenas empezada. Pero los franceses no estaban para aventuras, su estrategia militar, acu?ada en la Gran Guerra, se basaba en la defensa, y psicol¨®gicamente rechazaban volver a pelear. Tanto ellos como los brit¨¢nicos se comportaron vergonzosamente, prometiendo su ayuda a los polacos y dej¨¢ndolos en la estacada. Francia se limit¨® a una peque?a incursi¨®n en territorio alem¨¢n, retir¨¢ndose al poco y Gran Breta?a a que la RAF lanzara octavillas.
4. Pactar con los sovi¨¦ticos. El sorprendente acuerdo con la URSS (25 de agosto), que dej¨® patidifuso al mundo (especialmente a Franco y a los japoneses), dio luz verde a Hitler para invadir Polonia y signific¨® que el Ej¨¦rcito Rojo atacara por la espalda a los polacos, que hab¨ªan basado toda su estrategia en pelear en el oeste y dejado desprotegido el este del pa¨ªs. La invasi¨®n sovi¨¦tica acab¨® con cualquier posibilidad de resistencia polaca. Stalin, que ten¨ªa l¨ªo en su patio trasero con los japoneses, esper¨® hasta el d¨ªa 17 para ver qu¨¦ hac¨ªan Gran Breta?a y Francia, distanciar su invasi¨®n de la de los alemanes y evitar la posibilidad de que las potencias occidentales le declararan la guerra a ¨¦l (al cabo estaba haciendo lo mismo que los nazis, con la peregrina excusa de proteger a las poblaciones de los territorios de Bielorrusia y Ucrania cedidos a los polacos tras su victoria de 1920 sobre el Ej¨¦rcito Rojo). Los sovi¨¦ticos, que luego exterminar¨ªan a la oficialidad polaca prisionera (las fosas de Katyn), tuvieron solo 4.000 bajas y ocuparon 200.000 kil¨®metros cuadrados de territorio: un chollo.
5. Provocar una chispa, un casus belli. En un extraordinario acto de cinismo, falsedad y propaganda negra, los nazis lanzaron la v¨ªspera, el 31 de agosto, una burda operaci¨®n (con la contrase?a ¡°abuela fallecida¡±), organizada por Reinhard Heydrich, el brazo derecho de Himmler, en la que fuerzas de la SD, el servicio secreto de las SS, con uniformes polacos, atacaron un puesto aduanero alem¨¢n y la emisora de radio de un pueblo fronterizo, desde la que hicieron proclamas patri¨®ticas en polaco. Luego se retiraron dejando varios cad¨¢veres (presos del campo de Sachsenhausen asesinados a tiros sobre el terreno) para simular que eran soldados polacos atacantes.
6. Dejar hacer a los militares. En la invasi¨®n de Polonia, la operaci¨®n Fall Weiss (Caso Blanco), a diferencia de lo que har¨ªa en a?os sucesivos (y as¨ª le fue), Hitler se mantuvo todav¨ªa bastante en el papel de un l¨ªder pol¨ªtico tradicional y confi¨® la direcci¨®n de las operaciones militares a sus generales. Ninguno puso objeciones morales a invadir Polonia, por cierto.
7. Ideologizar todo lo posible a los soldados. La mayor¨ªa de las tropas alemanas se lanzaron a la invasi¨®n con entusiasmo, orgullo patrio, sentimiento de superioridad y fanatismo, resultado en buena parte de los a?os de adoctrinamiento nazi y de su propaganda. Beevor se?ala c¨®mo el desprecio de los soldados por los polacos facilit¨® los actos de represalia, ejecuciones (16.000 de civiles reconocidas por el propio alto mando alem¨¢n solo en los primeros cinco d¨ªas de campa?a) y matanzas. El antisemitismo provoc¨® asimismo el asesinato sistem¨¢tico de jud¨ªos polacos.
8. Usar la Blitzkrieg. Aunque el t¨¦rmino no se acu?¨® hasta despu¨¦s, con la invasi¨®n de Francia, los alemanes estrenaron su guerra rel¨¢mpago, con sus emblem¨¢ticos Panzers y Stukas, en Polonia. Se trataba de usar las unidades blindadas como veloces fuerzas m¨®viles para desbaratar la defensa enemiga y en estrecha coordinaci¨®n con la aviaci¨®n (2.152 aviones por 392 de los polacos) y las otras armas. En contra de lo que se cree generalmente, la invasi¨®n de Polonia no fue ning¨²n paseo. La Blitzkrieg no estaba engrasada a¨²n y se produjeron algunas notables pifias y la p¨¦rdida de 674 carros. Los polacos, que resist¨ªan valientemente en la esperanza de que los franceses lanzaran la ofensiva prometida en el oeste, dieron varios disgustos a la Wehrmacht, como el contrataque del r¨ªo Bzura y la defensa de Varsovia; y la Luftwaffe, a pesar de su superioridad, perdi¨® 560 aviones. Las bajas alemanas fueron altas: 16.000 muertos y 30.000 heridos. Por cierto, lo de la carga tan valiente como idiota de la caballer¨ªa polaca contra los tanques alemanes es un mito. Los ulanos polacos, que entonces actuaban sobre todo como infanter¨ªa m¨®vil y no portaban ya lanzas, atacaron a caballo en diferentes momentos (como en el Brda y en Krujanty) a las tropas alemanas, pero solo a contingentes de infanter¨ªa y nunca a los Panzers.
9. Cuidar las comunicaciones. Cuando se piensa en una guerra se tienden a olvidar factores que parecen menores pero que son decisivos. En la invasi¨®n y conquista nazi de Polonia resultaron fundamentales las comunicaciones. Junto a un armamento obsoleto (cazas monoplanos de ala alta PZL P-11 contra los rutilantes Me-109, por ejemplo) y menor (una proporci¨®n de cuatro a uno en artiller¨ªa y carros),? y una manera de pensar fiada a¨²n a la improvisaci¨®n y el amateurismo de la ¨¦poca de Sikorski, los polacos sufr¨ªan una falta dram¨¢tica de aparatos de radio y depend¨ªan del tel¨¦fono, en plan Gila. Beevor se?ala c¨®mo la retirada de una unidad a menudo no pod¨ªa ser comunicada a las de sus flancos, con resultados desastrosos. En el ej¨¦rcito alem¨¢n, en cambio cada divisi¨®n incorporaba una compa?¨ªa motorizada de radio.
10. Ser brutal y despiadado. El ej¨¦rcito alem¨¢n se aplic¨® con una dureza extrema a hacer la guerra siguiendo, con muy pocas quejas de los mandos, las directrices implacables de Hitler, que quer¨ªa destruir Polonia y reducir a sus habitantes a una clase servil. La campa?a de Polonia, que incluyo el empleo de einsatzgruppen de las SS, escuadras genocidas, fue feroz y un ensayo de la guerra racial nazi que luego se desplegar¨ªa con una dimensi¨®n espeluznante en la invasi¨®n de la URSS.
Babelia
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