Entre el Macho Camacho y el capitalismo del desastre
Dos ensayos sobre Puerto Rico abordan el drama de la isla, azotada por la crisis econ¨®mica y el desastre del hurac¨¢n ¡®Mar¨ªa¡¯
Los puertorrique?os se encuentran enfrascados en una batalla de utop¨ªas¡±. Este es esencialmente el resumen del libreto que Naomi Klein escribi¨® tras su visita a la isla despu¨¦s de que fuera arrasada por el hurac¨¢n Mar¨ªa. Invitada por un activo grupo de profesores universitarios, se trataba de que ella misma pudiera ¡°visibilizar el capitalismo del desastre¡± en aquel pa¨ªs. Llamo libreto a su reportaje de casi cien p¨¢ginas, escrito con la maestr¨ªa ritual del periodismo saj¨®n, no solo porque amerita el car¨¢cter diminutivo del t¨¦rmino, sino sobre todo porque en ocasiones recuerda el texto de una ¨®pera. Combina el lirismo del ensue?o de una revoluci¨®n pac¨ªfica, un poco hippy, que conquiste la felicidad para el pueblo, con la cruda realidad del drama que vive el pa¨ªs, v¨ªctima de un fatus tenebroso que le persigue desde el principio de su historia.
Los puertorrique?os no pueden votar al presidente de EE UU, pero este puede enviarlos a la guerra
La casualidad ha querido que leyera el ensayo de Klein a la vez que llegaba a mis manos el manuscrito, todav¨ªa in¨¦dito, de las memorias del que fuera gobernador de Puerto Rico Alejandro Garc¨ªa Padilla. Se trata de un volumen de casi trescientas p¨¢ginas en las que el pol¨ªtico que tuvo que enfrentarse a la crisis generada por la descomunal deuda p¨²blica boricua narra, en conversaci¨®n con una joven periodista, su singladura vital y su experiencia agridulce en el ejercicio del poder.
Conoc¨ª a Garc¨ªa Padilla con ocasi¨®n del Congreso de la Lengua Espa?ola celebrado en San Juan en 2016, poco antes del final de su mandato. Aquella reuni¨®n, inaugurada por ¨¦l y por el rey de Espa?a, quiso ser una demostraci¨®n p¨²blica de la identidad latinoamericana de la isla, pese a ser jur¨ªdicamente un Estado Libre Asociado de Estados Unidos. Por eso surgi¨® el esc¨¢ndalo cuando Felipe VI y V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, presidente del Instituto Cervantes, expresaron en sus discursos la satisfacci¨®n por celebrar el encuentro en Estados Unidos. Bajo el imprudente consejo del Ministerio de Asuntos Exteriores, y dada la incomodidad que en Washington gener¨® aquel encuentro, lo que el Rey y el laureado acad¨¦mico hicieron fue sencillamente mentar la bicha: poner sobre el tablero la cuesti¨®n que polariza la convivencia pol¨ªtica y los sentimientos ciudadanos en aquellos parajes. ¡°Una batalla¡±, en palabras de Naomi Klein, ¡°entre la soberan¨ªa para muchos frente a la secesi¨®n para unos pocos¡±. O dicho de otra manera, entre quienes quieren convertir la antigua Borinquen en el 51? Estado de la Uni¨®n y los que a?oran una improbable y me atrever¨ªa a decir que imposible declaraci¨®n de independencia.
Como en el caso de la laureada periodista canadiense, aunque sin su maestr¨ªa en el desenfado, aquel traspi¨¦s del Monarca, nunca reconocido como tal por el Gobierno de Rajoy, me llev¨® a interesarme por la realidad puertorrique?a y comenc¨¦ a fraguar una amistad con el hoy exgobernador al tiempo que tuve oportunidad de tratar a no pocos intelectuales y artistas locales. Comparti¨® conmigo la tribuna de oradores en la inauguraci¨®n del congreso Luis Rafael S¨¢nchez, uno de los grandes escritores de nuestra lengua, autor de La guaracha del Macho Camacho, que es casi un incunable de la moderna literatura latinoamericana. ?l comenz¨® su intervenci¨®n reclamando la libertad del l¨ªder independentista ?scar L¨®pez Rivera, condenado a 55 a?os de c¨¢rcel en Estados Unidos, de los que cumpli¨® 35 toda vez que ser¨ªa indultado m¨¢s tarde por el presidente Obama.
Y conoc¨ª entre otros a ?H¨¦ctor Feliciano, verdadero promotor del congreso y actual colaborador de EL PA?S, y a Mar¨ªa Luisa Ferr¨¦, editora del Nuevo D¨ªa, el diario local de mayor tirada e influencia. Desde entonces he desarrollado una relaci¨®n cada vez m¨¢s intensa con el pa¨ªs, que lleva a cabo una lucha casi ag¨®nica sobre su identidad en cuyo apasionamiento se reconocen inevitablemente sus ra¨ªces hispanas.
Llama la atenci¨®n que en el libro de Klein, cuya parcialidad entusiasta no desmerece su brillantez estil¨ªstica y su informaci¨®n puntual sobre cuestiones concretas, se ignore o menosprecie que la confrontaci¨®n entre unionistas (con EE UU) e independentistas tiene un amortiguador considerable en la realidad todav¨ªa vigente de que Puerto Rico es un Estado Libre Asociado desde 1952. No es Estados Unidos, pero tampoco es sin Estados Unidos, al menos hoy por hoy. Como denuncia Garc¨ªa Padilla, la peculiaridad del sistema pol¨ªtico de la isla se resume en el hecho de que sus habitantes, ciudadanos norteamericanos, no pueden votar en las elecciones presidenciales, pero el presidente puede enviar a los j¨®venes puertorrique?os a luchar y a morir en las guerras.
Garc¨ªa Padilla se confiesa un ¡°independentista emocional¡± pero reconoce que pragm¨¢ticamente no puede serlo
Sacudidas hoy las conciencias de las gentes por la formidable crisis econ¨®mica, primero, y por el desastre inmediato del hurac¨¢n Mar¨ªa despu¨¦s, en la descripci¨®n que hace Klein de la realidad, la alternativa populista que conduce al reencuentro con la naturaleza y las verdaderas formas de vida comunitaria se presiente como la ¨²nica resistencia posible al capitalismo del desastre. Y pasa, como es obvio por la autodeterminaci¨®n. Entretanto, el exgobernador se confiesa un ¡°independentista emocional¡± pero reconoce que pragm¨¢ticamente no puede serlo. A su ver, si se moderniza el ELA (Estado Libre Asociado), es la autonom¨ªa, no la secesi¨®n ni la integraci¨®n con Estados Unidos, la que dar¨¢ respuesta a los problemas de los ciudadanos. ¡°Yo soy puertorrique?o, no soy americano¡±, declara por eso enf¨¢ticamente.
Al final en lo que parece coincidir todo el mundo es en que, despu¨¦s de la deuda y despu¨¦s del Mar¨ªa, Puerto Rico no volver¨¢ a ser lo que era, por lo que se anuncian grandes cambios y no pocas dificultades en su pr¨®xima andadura. En Espa?a llevamos quinientos a?os debatiendo sobre nuestra identidad, y todav¨ªa no hemos resuelto el jerogl¨ªfico. Tampoco hay por qu¨¦ asombrarse de que nuestra descendencia caribe?a padezca una angustia semejante. Aunque, como dijera Luis Rafael S¨¢nchez, ¡°nunca pens¨¦ que la vulgaridad que retrata La guaracha del Macho Camacho se volviera realidad, sobre todo en tanta vulgaridad pol¨ªtica¡±. Lo comprender¨¢ mejor si se da un paseo por los Madriles.
La batalla por el para¨ªso. Naomi Klein. Varios traductores. Paid¨®s, 2019. 89 p¨¢ginas. 14 euros.
Vida, Patria y Verdad. Alejandro Garc¨ªa Padilla. En conversaci¨®n con Ana Teresa Toro. Ediciones Gaviota (en prensa).
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