Mare, tinc fam
Una madre que supo que su hijo vivir¨ªa con hambre, unos pimientos para Sylvester Stallone, un vecino llamado Frank Sinatra, publicar tus memorias antes de los 40 a?os
Camilo Sesto naci¨® muri¨¦ndose y vivi¨® cur¨¢ndose. Lo cuenta ¨¦l mismo al principio de su autobiograf¨ªa, Camilo (Plaza y Jan¨¦s, 1985), un libro que da cuenta de su dimensi¨®n: el artista relat¨® sus vidas hace 34 a?os, cuando a¨²n ten¨ªa tiempo para hablar de las cosas que se prefieren omitir de viejo. El chico que vivi¨® deprisa se escribi¨® encima, y su relato comienza cuando, a los tres a?os, se le pegaron unas fiebres que casi se lo llevan por delante, como le hab¨ªa ocurrido a su hermana mayor, Mari Carmen, muerta a los 20 meses. Un d¨ªa dijo: ¡°Mare, tinc fam", y su madre, do?a Joaquina, corri¨® por los pasillos gritando que el ni?o se hab¨ªa curado. ¡°No volv¨ª a enfermar nunca m¨¢s¡±, dijo Camilo Blanes Cort¨¦s (Alcoi, Alicante, 1946), una leyenda de la m¨²sica espa?ola, fallecido en la madrugada del domingo a los 72 a?os. Muchos a?os despu¨¦s, en la cima de su ¨¦xito, Camilo Sesto sac¨® del pueblo a su madre para llevarla a Londres, primera vez que montaba en un avi¨®n y primera que escuchaba hablar ingl¨¦s; los recibi¨® en el aeropuerto una nube de fot¨®grafos y, de noche, el hijo invit¨® a la madre a cenar, pero ella dijo que no, gracias: sac¨® de una maleta de piel car¨ªsima queso, jam¨®n, longaniza, chorizo, bacalao, un pan y una fiambrera con guiso de conejo de monte, y anunci¨®: ¡°Yo no tengo hambre¡±.
La patria no es la infancia, le dec¨ªa siempre do?a Joaquina: la patria es la comida. Tras morir su padre, Eliseo, Camilo Sesto se llev¨® a su madre con ¨¦l a Los ?ngeles. La se?ora no prob¨® en su vida una hamburguesa y se negaba a entrar en restaurantes; todo lo que hac¨ªa respecto a la comida era preguntarle a su hijo qu¨¦ le iba a cocinar al mediod¨ªa y a la noche. A la ciudad y a la cultura estadounidense se acopl¨® perfectamente, y su hijo pens¨® en comprarse casa all¨ª, vecina a la de Frank Sinatra (Camilo Sesto, como Frank Blue Eyes, tambi¨¦n tuvo inicios apadrinado ¡ª¡°protegido¡±¡ª por una banda de delincuentes, en el caso del espa?ol no la mafia italoamericana sino un grupo de Usera, Los Ojos Negros, cuya impresionante historia cuenta en la revista Madriz Servando Rocha). La casa que pretend¨ªa Camilo Sesto hab¨ªa pertenecido a Katharine Hepburn, John Travolta y, sobre todo, Paul McCartney, ¡°mi ¨ªdolo de toda la vida¡±, cuenta en sus memorias.
Se concert¨® una cita con el vendedor de la mansi¨®n, que apareci¨® en el domicilio de Camilo Sesto y su madre a la hora de cenar con la condici¨®n que se le sirviese ¨²nicamente comida espa?ola. Al verlo, a do?a Joaquina se le pusieron los ojos como platos: ¡°?Este no es el boxeador de las pel¨ªculas?¡±. Lo era: Sylvester Stallone, 36 a?os, la edad que iba a cumplir Camilo Sesto. El artista espa?ol se decidi¨® en la cocina por tres especialidades de lo que llam¨® la casa Blanes, su propia casa. De primero una crema fr¨ªa de pepinos, de postre un flan de huevo poco cargado de az¨²car. ?Y de segundo? As¨ª lo cont¨® ¨¦l mismo: ¡°La materia b¨¢sica son pimientos rojos, bien carnosos, uno o dos por comensal, y no demasiado grandes. En la sart¨¦n, y con aceite de oliva, se prepara un refrito con cebolla, ajo, perejil, tomate y guisantes frescos; cuando todo est¨¢ casi hecho, se le agrega carne magra de cerdo picada muy fina, del tama?o de granos de arroz. Una vez bien frita la mezcla, se a?ade a la sart¨¦n arroz, azafr¨¢n, con generosidad, c¨²rcuma, sal y una pizca de pimienta. Se rehoga bien todo. Aparte se cortan los pimientos cerca del tallo, se sacan las semillas y se rellenan luego con la mezcla dispuesta. Se les tapa con el trozo cortado y se envuelven cuidadosamente en papel de esta?o. En una olla a presi¨®n colocamos una rejilla, un plato o cualquier otro artilugio que impida que los pimientos toquen el fondo. Se vierte un poco de agua, procurando que no sobrepase el nivel de la rejilla. Encima se sit¨²an cuidadosamente los pimientos y se cierra bien la olla. Una vez alcanzado el grado m¨¢ximo de presi¨®n, se baja el fuego y se dejan hacer al vapor durante una hora justa. En una cacerola normal tardan unas tres horas, pero hay que estar atentos a que no falte vapor, por lo que resulta m¨¢s c¨®moda la olla a presi¨®n. Es importante la medida del tiempo para que el arroz quede en su punto y pueda absorber los jugos del pimiento¡±.
Joaquina Cort¨¦s, ama de casa, muri¨® en 1995; su marido Eliseo Blanes, electricista, en 1982. "Era mi mejor amigo", dijo Camilo Sesto de ¨¦l. "Yo le quiero no porque sea famoso, sino porque es una persona incre¨ªble", dijo la madre del hijo. Recordaron siempre los d¨ªas en que aquel ni?o pod¨ªa morir en cama, como le hab¨ªa ocurrido a su primera hija; recordaron c¨®mo supieron que estaba curado cuando anunci¨® "mare, tinc fam" y se dispuso a comerse el mundo.
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