Coraz¨®n
El tr¨¢fico de ¨®rganos y el drama del corredor de la muerte centran una novela bien documentada con final algo disparatado
Un hombre es ajusticiado en una c¨¢rcel china y sus ¨®rganos son objeto de un tr¨¢fico que nada tiene de voluntario. Su coraz¨®n acaba en trasplante en el cuerpo de un norteamericano. Esa operaci¨®n marcar¨¢ el futuro de los descendientes de las dos personas que han tenido ese coraz¨®n alojado en el pecho. Seg¨²n la tradici¨®n budista, si el coraz¨®n no se entierra con el muerto, este jam¨¢s lograr¨¢ el shen, el descanso en paz. Tampoco si el donante muere en prisi¨®n. Por tanto, los herederos del difunto, primero el hijo y luego el nieto (Zhao), tratan de conseguir ese coraz¨®n para enterrarlo en China, junto a su verdadero propietario. Ello ya no es posible por el fallecimiento del receptor, pero ¨¦ste tuvo una hija, Robyn, y seg¨²n esa misma tradici¨®n algo de un coraz¨®n se pasa de padres a hijos. Ese es el punto de arranque de la nueva novela de Marina Perezagua (Sevilla, 1978).
La autora de los libros de relatos Criaturas abisales y Leche o las novelas Yoro (Premio Sor Juana In¨¦s de la Cruz a la mejor novela en espa?ol escrita por una mujer) y Don Quijote de Manhattan consigue mantener la integridad del texto y una voz narrativa que alterna tercera persona y una primera, epistolar, al tiempo que la novela muta de ficci¨®n a ensayo, informe period¨ªstico, denuncia, manual de instrucciones m¨¦dicas, mensajes on¨ªricos, l¨ªricos, escatol¨®gicos y hasta g¨¦nero de lo policial. La informaci¨®n vertida, la denuncia a partir de esta ¡ªen este caso al tr¨¢fico de ¨®rganos que realiza el Gobierno chino de presos e incluso meros opositores, o la denuncia contra cualquier pena de muerte¡ª, con datos y rigor, casi nunca nos desconecta de la ficci¨®n ¡ªa pesar de contar hasta con pies de p¨¢gina de la autora¡ª, y ese es uno de los aspectos positivos de Seis formas de morir en Texas. Otros ser¨ªan lo consistente de la denuncia indicada o el tono elegido por Perezagua para el personaje principal, Robyn, ciega desde los 17 a?os, en el corredor de la muerte por haber sido condenada por el asesinato de su madre. Esa voz narrativa es potente, identificable y lo suficientemente flexible para la trama, al menos, mientras esta mantiene un m¨ªnimo nexo con el c¨®digo de lo veros¨ªmil, que es el c¨®digo elegido por la autora.
Ante esa trama que se tornar¨¢ m¨¢s y m¨¢s bizarra ante la presencia del padrastro de Robyn, y el trueque pactado entre ambos, cab¨ªa como opci¨®n para el strike negociar con el lector esa carta del c¨®digo de lo veros¨ªmil a base de entender m¨¢s a Zhao o bien trabajar el poder est¨¦tico del propio texto como, por ejemplo, hace Thierry Jonquet con argumentos imposibles ¡ªTar¨¢ntula/La piel que habito¡ª. Pero se opta por saber s¨®lo de Zhao por lo que dicen que hace, y el equilibrio entre denuncia casi period¨ªstica y la calidad est¨¦tica de la escritura de la ficci¨®n no acaba de funcionar ni de deslumbrar. El peso del argumento elegido y, en especial, una resoluci¨®n poco veros¨ªmil en los hechos que se narran y en el comportamiento de algunos de los personajes comprometen la credulidad del lector a pesar del oficio que muestra la autora. Oficio que ha hecho, momentos antes, que el texto gane en seguridad durante la correspondencia entre ?Robyn tanto con Zhao como con su padrastro y, al mismo tiempo, permita denunciar la monstruosa pr¨¢ctica de trasplante de ¨®rganos con presos chinos o el corredor de la muerte en Estados Unidos, de un modo crudo y lapidario. Pero sin la voz o la posibilidad de descifrar a Zhao ¡ªque es, en definitiva, el generador de la acci¨®n¡ª u otro entramado m¨¢s literario del texto que permita mantener en equilibrio los excesos de la trama, la novela acaba por salirse del tablero en una resoluci¨®n un tanto disparatada.
Seis formas de matar en Texas. Marina Perezagua. Anagrama, 2019. 248 p¨¢ginas. 18,90 euros.
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