Magulladuras y literatura
Quiz¨¢ la conquista de la libertad moral y biogr¨¢fica no ha llegado a¨²n a la mujer dispuesta a desnudarse vestida de palabras
Mi percepci¨®n un tanto flotante (pero m¨¢s terca que una mula) es que la literatura autobiogr¨¢fica firmada por mujeres ha vivido en la democracia una suerte de desequilibrio cualitativo en relaci¨®n con otros g¨¦neros firmemente beneficiados por la aportaci¨®n femenina. En novela, en poes¨ªa, en ensayo y pensamiento, en historia y periodismo me vienen a la memoria lectora un mont¨®n de mujeres que han conquistado su cr¨¦dito sin reparar en su g¨¦nero. Da igual, si me dejan hacer la broma (espero que s¨ª), que Isabel Burdiel sea mujer porque es sobre todo una excelente historiadora. Para el soci¨®logo de la cultura s¨ª es relevante conocer su peripecia, la discriminaci¨®n que pudo sufrir en su carrera, la dificultad para compatibilizar su vida privada y su vida profesional, y un mont¨®n de aspectos indispensables para neutralizar o extirpar esos obst¨¢culos en el futuro de otras mujeres.
Por fortuna, los ¨²ltimos tiempos han tra¨ªdo una dosis creciente de informaci¨®n contra la discriminaci¨®n hist¨®rica de la mujer: pintoras mal conocidas, cient¨ªficas obviadas, escritoras maltratadas, arquitectas eclipsadas, deportistas menospreciadas. La primera condici¨®n de esa restituci¨®n p¨²blica es el conocimiento de la excelencia ocultada: no sucede nada distinto con los diarios y las autobiograf¨ªas. Solo a la vista de los textos ser¨¢ posible comparar con diligencia y ferocidad las obras de unos y otros, hombres y hombres, mujeres y mujeres, hombres y mujeres.
Sin embargo, y contra lo que parece creer Laura Freixas, no estoy seguro de que el desnivel cualitativo en el ¨¢mbito de la autobiograf¨ªa y los diarios de mujeres est¨¦ motivado por la perversa persecuci¨®n marital que han padecido muchas de ellas. Evocaba Freixas en un art¨ªculo reciente los casos de se?ores que abusaron envidiosa y rencorosamente de su poder dom¨¦stico y asfixiaron hasta la extinci¨®n la vocaci¨®n literaria y creativa de sus mujeres. Puede que esa vejaci¨®n execrable siga sucediendo. Pero de lo que no tengo duda es de que la sociedad espa?ola ha interiorizado de forma abrumadora la m¨²ltiple aportaci¨®n cultural de las mujeres y sus nuevas especialidades trascienden el viej¨®n y limitad¨ªsimo horizonte profesional para ellas: cupletistas, actrices, enfermeras, camareras, pitonisas¡ En ese obsoleto y rancio horizonte no figuraban ni la libertad moral y art¨ªstica ni el desacomplejamiento de la escritura autobiogr¨¢fica, aunque haya ejemplos de excepci¨®n: Mar¨ªa Zambrano, Rosa Chacel, Carmen Mart¨ªn Gaite.
Pero tampoco entre los hombres ese g¨¦nero de literatura tuvo una aclimataci¨®n f¨¢cil en una sociedad cat¨®licamente condenada tanto a la degradaci¨®n estructural de la mujer como a la mentira, la hipocres¨ªa, la reserva, el secretismo, la cobard¨ªa, la conveniencia y la falsificaci¨®n. Solo a lo largo del siglo XX unos cuantos escritores empezaron a dotarse de una libertad insumisa y a deshacerse de viejas ataduras (en expresi¨®n de Mart¨ªn Gaite, Carmen). La escritura masculina autobiogr¨¢fica conquist¨® lentamente una provincia empobrecida de la literatura en Espa?a y hoy la ha consolidado. Es posible que los padres, madres, esposas, parejas, amantes, examantes, hijos y c¨ªrculos amistosos descubriesen en esas obras una dimensi¨®n turbia, inejemplar, decepcionante u ofensiva de todos ellos porque la autobiograf¨ªa de calidad es casi por definici¨®n perturbadora: nos dice a nosotros mismos en la experiencia ajena.
Sin los constre?imientos antiguos, la cultura espa?ola actual adolece de una escasa cantidad de literatura autobiogr¨¢fica firmada por mujeres quiz¨¢ porque la conquista de esa libertad moral y biogr¨¢fica no ha llegado a¨²n a la mujer dispuesta a desnudarse vestida de palabras, dispuesta a enemistarse con su entorno por decir ¡°hache¡± o por decir ¡°be¡± o por exponerse desnudamente a la condena de la sociedad lectora. La mejor literatura autobiogr¨¢fica de Castilla del Pino, de Jes¨²s Pardo, de Umbral, de Mart¨ªnez Sarri¨®n, de Andr¨¦s Trapiello, de S¨¢nchez-Ostiz, de Ignacio Carri¨®n, de I?aki Uriarte o de Ignacio Vidal-Folch ha explorado dimensiones ¨ªntimas en p¨²blico y sin miedo, o con el miedo conjurado a condenarse por los tiempos de los tiempos como aut¨¦nticos bichos enfermos de exhibicionismo, melancol¨ªas fingidas, egolatr¨ªa desatada, sordidez narcisista, impotencia autocompasiva, delirios de grandeza y ego¨ªsmos sin cuento. Pero hoy d¨ªa son pocos los nombres de mujeres escritoras que hayan asaltado sus equivalentes magulladuras con la calidad de prosa, la consistencia intelectual y la valent¨ªa moral que encuentro en los nombres masculinos mencionados.
No hay duda, para m¨ª, que de los cachivaches dom¨¦sticos de Esther Tusquets podr¨ªan salir alg¨²n d¨ªa cuadernos tan escalofriantes como los de Carmen Mart¨ªn Gaite. Y cualquier d¨ªa los ordenadores de Almudena Grandes, de Marta Sanz, de Cristina Morales, de Cristina Fallar¨¢s, de Sara Mesa, de Concha Garc¨ªa, de Tina Escaja, de Milena Busquets, de Bego?a Huertas y otras parir¨¢n la impugnaci¨®n contundente a esta estimaci¨®n convencidamente provisional: no ha sucedido todav¨ªa, pero suceder¨¢.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.