Los desesperados
No siempre un ser humano puede leer los libros que desea. Para leer libros hay que estar en paz
No siempre un ser humano puede leer los libros que desea. Para leer libros hay que estar en paz. Es imposible concentrarse en la trama de una novela o en la argumentaci¨®n de un ensayo si a tu lado el mundo se deshace o estalla en mil pedazos. Si est¨¢s angustiado porque no te renuevan tu contrato de trabajo, no te pones a leer una novela de Faulkner o de Tolst¨®i o una tragedia de Shakespeare. Si tu matrimonio se va a pique, no te pones a leer a Benito P¨¦rez Gald¨®s o a Dumas o a Arist¨®teles.
Para leer libros hay que gozar de salud, y en este 2019 solo existe un tipo de salud: la salud mental. Si no est¨¢s en paz, la literatura es imposible. Por eso existen escritores que escriben libros, pero que no leen libros. Su p¨¢nico es tan grande que no consiguen entender ni una p¨¢gina de una novela ajena. Se creen que no les queda tiempo, que se est¨¢n muriendo. Son los escritores desesperados, una nueva tipolog¨ªa que habr¨¢ que a?adir a los escritores que no escriben, a los ya c¨¦lebres Bartlebys. Yo he conocido en mi vida a varios escritores que no leen. No porque no quieran leer, todo lo contrario, desean con fervor leer todos los libros del mundo. Pero no pueden porque su sistema nervioso est¨¢ hecho a?icos. El cantante neoyorquino Lou Reed fue ingresado, cuando era joven, en un psiqui¨¢trico. All¨ª le practicaron electroshocks. A la salida de su internamiento, Reed dijo que cuando intentaba leer una novela no consegu¨ªa pasar del t¨ªtulo. No estoy hablando de escritores que no leen a otros escritores por desd¨¦n o por superioridad, sino por falta de templanza, de concentraci¨®n, de serenidad, de neuronas en buen estado. Por falta de salud mental.
Ha habido ocasiones en mi vida en que he padecido esa agitaci¨®n. Estar viviendo un desequilibrio emocional e intentar leer un libro en medio de la tempestad es muy doloroso. Pues ocurre lo siguiente: la tempestad y la inestabilidad ps¨ªquica se hacen m¨¢s reales, porque se visibilizan en la imposibilidad de leer una novela. En cambio, si est¨¢s al borde del abismo, al borde del ataque de nervios o de una crisis de ansiedad, s¨ª puedes llamar un taxi, cerrar una puerta, marcar un n¨²mero de tel¨¦fono, comerte una empanadilla de manera autom¨¢tica, beber un vaso de agua, calzarte unos zapatos, peinarte, poner una lavadora, llamar a tu psiquiatra, mandar un whatsapp tr¨¢gico a tu familia, pero lo que no puedes en modo alguno es leer una novela de 500 p¨¢ginas. Es imposible. Parad¨®jicamente, s¨ª puedes leer un poema. Parece como si la poes¨ªa recogiera en su regazo a todos los desesperados de la tierra, a todos los que se quedaron con el alma devastada, hecha a?icos. Puedes leer un poema no muy largo. Puedes leer, por ejemplo, ese poema de Idea Vilari?o, s¨ª, hombre, ya me acuerdo, ya lo creo que me acuerdo, ese poema que termina con este verso: ¡°No te ver¨¦ morir¡±.
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