¡°Es importante hablar de la autoridad femenina¡±
Siri Hustvedt, Princesa de Asturias de las Letras, despliega su profundidad en Oviedo junto al premiado de las Artes, Peter Brook

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Justo cuando se pod¨ªa preguntar cualquier cosa, se hizo el silencio. Puede que fuera el miedo a romper el hielo. O quiz¨¢s hab¨ªa tanto por debatir que nadie sab¨ªa por d¨®nde empezar. Porque las novelas y ensayos de Siri Hustvedt, Princesa de Asturias de las Letras, juntan arte, memoria, filosof¨ªa, neurociencia y feminismo. Y Peter Brook est¨¢ ¡°considerado como el mejor director teatral del siglo XX¡±, seg¨²n el jurado que le asign¨® el galard¨®n de las Artes. Casi nada. De ah¨ª que la afon¨ªa contagiara a la sala de prensa de Oviedo durante unos segundos. Los dos invitados se rieron, animando a los asistentes. Y el debate se agit¨®. Se habl¨® de todo: de hombres y mujeres, tablas y literatura, pol¨ªtica y humanidad. De fondo, sonaba la vida.
¡°La esencia del teatro para m¨ª se basa en dos t¨¦rminos: compartido y ¨²til. Cuando alguien se marcha con algo dentro que le conmueve, ha merecido la pena. Es un gran reto¡±, asegur¨® Brook. A saber cu¨¢ntas veces el brit¨¢nico lo habr¨¢ conseguido. Con Marat-Sade, El gran inquisidor o la oce¨¢nica Mahabharata. Aun as¨ª, no se cansa de perseguirlo. Estos d¨ªas, a sus 94 a?os, ha estrenado en Oviedo su espect¨¢culo Why.
El arte de Hustvedt tambi¨¦n se gu¨ªa por una ambici¨®n. ¡°Crear formas distintas, ya que ninguna puede abarcar toda la condici¨®n humana, e incluir en mis obras la complejidad de la vida¡±, relat¨® a EL PA?S. La misi¨®n de Todo cuanto am¨¦, El mundo deslumbrante o Eleg¨ªa para un americano tambi¨¦n se antoja arriesgada, y m¨¢s en tiempos de Trump y respuestas facilonas a enredos trascendentales. ¡°Casi siempre, son equivocadas. Un problema en un ¨¢mbito concreto no se resolver¨¢ a menos de ampliarlo a otros campos¡±, tercia la estadounidense, de 64 a?os.
Hay decenas de clases que los dos Princesas de Asturias, que recoger¨¢n su reconocimiento el viernes junto con los otros premiados, podr¨ªan impartir. Hustvedt se?al¨® que ¡°la idea de que el feminismo no se necesite es un mito que tenemos que combatir¡± y que ¡°la novela es una de las formas filos¨®ficas m¨¢s sofisticadas¡±. Brook calific¨® el Brexit como el ¡°error pol¨ªtico m¨¢s est¨²pido de los ¨²ltimos a?os¡± y afirm¨®: ¡°Conforme das energ¨ªa, la recibes y sigues transmiti¨¦ndola. Es un toma y daca de reciprocidad lo que nos mantiene vivos¡±. Pero ambos dejaron clara, adem¨¢s, otra lecci¨®n: la apariencia enga?a. Porque este hombrecillo que se mueve hoy con bast¨®n proyecta una sombra colosal sobre las artes esc¨¦nicas. Y el tono amable y pausado de la narradora nada resta a su ferocidad intelectual. ¡°Es importante hablar de la autoridad femenina. Se denigra y muchos hombres (y a veces alguna mujer) no se sienten bien reconoci¨¦ndola. Unos cuantos dudan tambi¨¦n sobre leer ficci¨®n de escritoras¡±.
Ella lo ha sufrido. Hay quien se empe?a todav¨ªa en considerarla ¡°la mujer de Paul Auster¡±, con quien comparte 38 a?os de matrimonio y, ahora, el haber ganado el Princesa de Asturias. Y Hustvedt sigue afrontando doctores esc¨¦pticos en sus conferencias sobre neurociencia. Sin embargo, ya tiene ant¨ªdoto: ¡°Me sol¨ªa sentir culpable, pero me he hecho m¨¢s consciente de mi autor¨ªa. Y he entendido que a menudo no es un asunto personal, sino cultural¡±.
La escritora se f¨ªa de s¨ª misma. Tanto que comenta con serenidad la pol¨¦mica sobre el Nobel a Peter Handke: ¡°Desapruebo tremendamente el r¨¦gimen de Milosevic y sus cr¨ªmenes, pero si desech¨¢ramos a todo escritor del que no compartamos la visi¨®n pol¨ªtica no quedar¨ªa casi nadie. Leer contra ti mismo es una de las mejores experiencias¡±. Ella lo hace a menudo, en una rutina diaria: madruga, escribe hasta el mediod¨ªa y entrega la tarde a todo tipo de lectura. De paso, sobrelleva las migra?as infernales y las sacudidas que su cuerpo a veces le inflige. Hustvedt resiste, como hace ante la presidencia de Trump. Y contraataca: ¡°Que el mundo siempre progrese hacia mejor es otro falso mito¡±. Por lo menos, est¨¢n ella y Brook para contarlo.
Siri Hustvedt ser¨¢ la protagonista de un encuentro con los lectores organizado por El Pa¨ªs-Librotea. La cita ser¨¢ el pr¨®ximo 23 de octubre a las 19:30h en el auditorio Casa del Lector de Matadero (Madrid) y en ella charlar¨¢ con la periodista Pepa Fern¨¢ndez. Pinche aqu¨ª si quiere m¨¢s informaci¨®n para asistir a este evento.
El secuestro espa?ol del dramaturgo
A Peter Brook le gusta practicar su espa?ol, porque cree que lo tiene muy olvidado y lo acaba mezclando con el italiano en una "ensalada mixta". En cambio, sostiene que recuerda bien ¡°la felicidad¡± que le dan Espa?a y sus gentes cada vez que las visita. Salvo cuando, en 1949, fue secuestrado en la Costa Brava. El director lo record¨® en Oviedo, con todo lujo de detalles.
Brook visit¨® a Dal¨ª, que realiz¨® unas obras para la Salom¨¦ que Brooks estrenar¨ªa en Londres. Antes de marcharse, la pareja y "agente" del pintor, Gala, le exigi¨® un compromiso escrito: "Si te ocurre algo terrible, ?c¨®mo cobramos?". Toda una profec¨ªa. Su coche fue detenido por "un grupo de j¨®venes con ametralladoras". "Nos llevaron a un bosque. Pens¨¦ que nos matar¨ªan", cont¨® Brook. Les robaron casi todo, pero el director pidi¨® conservar una maleta, con cuadros "muy queridos". Se lo concedieron. Dice Brook que pasaron un d¨ªa atados hasta liberarse. Siguieron la luz que entreve¨ªan y terminaron saliendo del bosque. Aunque las desventuras continuaron: acudieron a la comisar¨ªa del primer pueblo que encontraron, para denunciar los hechos y pedir ayuda. Pero relata que los agentes les apuntaron con sus armas: "Nos dijeron que estaban buscando a unos terroristas y, por nuestras pintas, pensaron que ¨¦ramos nosotros". Cuando al fin se subieron al vuelo de vuelta a casa, Brook cuenta que, desde la ventanilla, mir¨® las siglas del avi¨®n en el ala y se asombr¨®: "?Se llamaba Gala!". Tras tama?a odisea no sorprende que, cuando regres¨® a Reino Unido, muchos no le creyeran: le acusaron de hab¨¦rselo inventado todo, para promocionar la obra.
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