¡°El ¡®hippy¡¯ siempre fue peligroso¡±
Joshua Furst contrapone el 'flower power' de los 60 en la Costa Oeste a la violencia del mismo movimiento en las calles de Nueva York en su novela cr¨®nica 'Revolucionarios'
A Joshua Furst le criaron los lobos. Eso es lo que dice cuando alguien se interesa por su pasado. El pasado salvaje que le ha llevado a escribir Revolucionarios (Impedimenta), novela cr¨®nica en la que brilla la figura de Lenny Snyder, un legendario activista libremente basado en el ic¨®nico Abbie Hoffman. Narrada por el hoy desquiciado hijo del tal Snyder, Fred ¨C diminutivo de Freedom, literalmente Libertad ¨C, la historia es a la vez un ajuste de cuentas con el ego¨ªsmo de una generaci¨®n que se limit¨® a pensar en s¨ª misma ¨C y en c¨®mo hacerlo estallar todo ¨C y un recuento hist¨®rico que no tiene nada de convencional porque, dice Furst (Colorado, 1971), ¡°el gobierno blanque¨® la imagen del hippy para restarle poder, pero este siempre fue peligroso¡±.
Y lo era porque su idea de libertad, como muestran los actos m¨¢s o menos err¨¢ticos y sobre todo caprichosos de Snyder ¨C que son los actos de Hoffman ¨C, era ¡°oscura¡±. ¡°Puede que las ideas que ten¨ªan sonasen generosas, pero el ego¨ªsimo era un deber para toda esa gente. ?Y qu¨¦ clase de libertad puede existir para los dem¨¢s cuando solo piensas en ti mismo?¡±.
Revolucionarios est¨¢ pre?ado de actos vand¨¢licos, por momentos de lo m¨¢s simb¨®licos ¨Ccomo cuando entran en la Bolsa, en Wall Street, y se dedican a lanzar billetes al aire y los brokers pierden la cabeza intentando cazarlos y dejaron de atender a los paneles y las operaciones burs¨¢tiles se detuvieron y ¨¦l, Lenny, Abbie, solo se re¨ªa y dec¨ªa: ¡°Esta gente no son m¨¢s que animales¡± ¨C, por momentos, simplemente, absurdos ¨C aunque tambi¨¦n pretendidamente simb¨®licos ¨C, como el que les llev¨® a arrancar las manecillas del reloj de la Grand Central Station de Nueva York mientras gritaban: ¡°?El tiempo es una ilusi¨®n! ?Mata el tiempo!¡±. O cuando se propusieron plantar ¨¢rboles en el asfalto, en mitad de cualquier avenida enorme, en la misma Gran Manzana.
¡°La idea del hippy de la Costa Oeste, que simplemente vive y deja vivir, que planta cara al sistema instal¨¢ndose en comunas y practicando el amor libre y la resistencia a la vida que se ten¨ªa por convencional, no tiene mucho que ver con la del hippie neoyorquino, que era, en realidad, un activista, un antisistema, que actu¨® durante mucho tiempo antes de saber que a parte de lo que hac¨ªa iba a consider¨¢rsele hippismo¡±, relata Furst. El autor opina que ¡°siempre hay una guerra en la izquierda entre la parte m¨¢s an¨¢rquica y la m¨¢s autoritaria¡± y que en aquel momento, como ahora, la parte que gana ¡°es la autoritaria¡±. ¡°Los hippies de Nueva York se ve¨ªan a s¨ª mismos como forajidos¡±, a?ade. Y que existieran es algo l¨®gico, ¡°el impulso de crear un mundo ideal es natural en el ser humano¡±, dice.
La idea del hippie de la Costa Oeste, que simplemente vive y deja vivir, no tiene mucho que ver con la del hippie neoyorquino, que era, en realidad, un activista, un antisistema Joshua Furst
Pero ?qu¨¦ aspecto tiene, cada vez, ese mundo ideal? ¡°Lo complicado en todo mundo ideal es que no tarda en interponerse la ideolog¨ªa y acaba fastidi¨¢ndolo todo¡±, responde. Es entonces, cuando a la utop¨ªa le crecen sus propias normas, cuando los personajes como Lenny, el protagonista de Revolucionarios, quedan atrapados en una rueda que han construido ellos mismos. ¡°Lo que pasa con Lenny es que es una v¨ªctima de s¨ª mismo, es decir, por un lado van los ideales y por otro, la clase de persona que es, unos y otro son antit¨¦ticos, porque su deseo de hacer lo que le plazca choca con la idea de pensar en los dem¨¢s¡±, explica. Por ejemplo, a Lenny le resulta divertido dejar que sus colegas hagan cola para echarle el humo a la cara a su hijo de dos a?os, Fred, el narrador de la historia.
?Para qui¨¦n es divertido eso? Para Lenny y sus amigos. No en cambio para Fred, al que utilizan constantemente ¨C lo encadenan, por ejemplo, a pinos para evitar que se construyan autopistas que luego, una vez acaba la fiesta, se construyen ¨C. ¡°Se extra?aron cuando ocurri¨® lo de Charles Manson, pero ?no estaba en la idea del movimiento el no respetar absolutamente nada? Los hippies de Nueva York asesinaron brutalmente a una pareja de j¨®venes ricos mucho antes de Manson. La oscuridad estaba ah¨ª. Lo criminal anda siempre buscando una excusa para actuar y cuando encuentra un espacio, act¨²a. Y su radicalismo es esencialmente pol¨ªtico. En Nueva York, el hippie luch¨® contra el sistema -hubo bombas, tiroteos, enfrentamientos¨C desde el principio, y con todas sus fuerzas¡±, expone.
Quisieron acabar con las normas, a?ade el escritor, sin darse cuenta de que las normas eran ¡°una contenci¨®n para el instinto animal¡± de todos, y, al hacerlo, en su propio ecosistema, quedaron a merced del caos. ¡°Puedes vivir en el caos sin que el caos te consuma. Lo preocupante es el deseo de negar que el caos existe, porque existe¡±, sentencia Furst, que cree que el movimiento ¡°tuvo el ¨¦xito suficiente para que sus t¨¢cticas quedaran expuestas y fueran capitalizadas por el capitalismo, que las inutiliz¨®. En mi generaci¨®n, si quer¨ªas cambiar algo, ya no pod¨ªas hacerlo de la forma en que lo hab¨ªan intentado hacer tus padres porque ya sab¨ªan c¨®mo desarmarte¡±. De hecho, opina que la imagen blanqueada del hippy, el disfraz de paz y amor, es solo eso, un disfraz con el que el sistema desarm¨® el movimiento.
Babelia
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