¡°En pocos pa¨ªses se han entrematado como en Guatemala¡±
Mario Vargas Llosa presenta en la madrile?a Casa de Am¨¦rica ¡®Tiempos recios¡¯
Aquella noche, en Santo Domingo, Mario Vargas Llosa se sent¨® lo m¨¢s cerca posible de la puerta. La cena promet¨ªa ser larga y el escritor consider¨® que una cosa era aceptar la invitaci¨®n por cortes¨ªa pero otra, bien distinta, era quedarse hasta el final. ¡°En cuanto se marcharan los primeros comensales, ten¨ªa planeado salir tras ellos¡±, cont¨® ayer el Nobel hispanoperuano. Sin embargo, un imprevisto frustr¨® sus planes de fuga. El escritor, historiador y poeta Tony Raful apareci¨® de la nada para sentarse a su lado. Tras a?os sin verse, adem¨¢s, su antiguo amigo puso a prueba enseguida la paciencia del escritor y la relaci¨®n entre ambos: ¡°Mario, tengo una historia para que la escribas¡±.
?El Nobel, c¨®mo no, frunci¨® el ce?o. Pero Raful sigui¨® adelante: habl¨® de intrigas pol¨ªticas y militares, tendi¨® lazos que un¨ªan a Rafael Trujillo, el dictador dominicano de La fiesta del chivo, con Carlos Castillo Armas, el golpista que derroc¨® al presidente guatemalteco Jacobo ?rbenz. Le narr¨® alianzas secretas y conflictos. Y rescat¨® verdades hist¨®ricas que sonaban a realismo m¨¢gico. El escritor nacido en Arequipa, de 83 a?os, se qued¨® hechizado. ¡°No conoc¨ªa esas historias. Me puse a averiguar hechos, a documentarme. De golpe, me di cuenta de que hab¨ªa empezado a escribir una novela¡±, relat¨®.
La portada de Tiempos recios (Alfaguara) luc¨ªa anoche justo a sus espaldas. Delante de ¨¦l, dos centenares de asistentes escucharon, fascinados, el relato del escritor en la Casa de Am¨¦rica. Como le gustar¨ªa a ¨¦l, defensor del empuje del castellano, en las butacas se mezclaban acentos espa?oles de muchas latitudes. Tiempos recios se ha publicado a la vez en todos ellos.
A la caza de un t¨ªtulo para la novela
Mario Vargas Llosa confes¨® ayer que uno de los problemas que afront¨® con su nueva novela fue c¨®mo bautizarla: ¡°Tuve muchas dificultades con el t¨ªtulo. Para m¨ª, es important¨ªsimo, debe ser el emblema de la historia. Invent¨¦ uno, otro. Pero ninguno me colmaba¡±. Hasta que un d¨ªa, leyendo la correspondencia de Santa Teresa de ?vila, dio con una carta donde le dice a una amiga: ¡°Estos s¨ª que son tiempos recios¡±. ¡°Inmediatamente me dije: ¡®?Esto es!¡±, record¨®.
La ¨²ltima obra de Vargas Llosa completa, a lo largo de 350 p¨¢ginas, aquel cuento que le regal¨® Raful. Tiempos recios est¨¢ ambientada en Guatemala en 1954: el coronel ?rbenz ocupa la presidencia y pone en marcha un proyecto democratizador. ¡°Se dispon¨ªa a hacer reformas para sacar al Estado de la condici¨®n medieval en la que viv¨ªa y convertirlo en una sociedad moderna¡±, sostuvo Vargas Llosa. Pero su atrevimiento y su reforma agraria empezaron a ganarle enemigos. Entre otros, Castillo Armas y la multinacional estadounidense United Fruit. La suma de estos factores y la colaboraci¨®n de la CIA llevaron al golpe de Estado contra ?rbenz. En tiempos de Guerra Fr¨ªa y efecto domin¨®, el entonces presidente de EE UU, Dwight D. Eisenhower, agit¨® el fantasma comunista: defendi¨® que, sin esa intervenci¨®n, Guatemala se entregar¨ªa al abrazo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
¡°?rbenz quer¨ªa hacer de Guatemala una democracia capitalista. Este esfuerzo gener¨® un inter¨¦s enorme. Cuando se frustr¨®, provoc¨® manifestaciones en toda Am¨¦rica Latina¡±, relat¨® Vargas Llosa, que a la saz¨®n era un joven universitario y tambi¨¦n sali¨® a la calle para expresar su indignaci¨®n. El Nobel record¨® que en aquel momento casi todo el continente sufr¨ªa dictaduras ¡ª¡°salvo Costa Rica, Chile y Uruguay¡±¡ª y que el sue?o destruido de Guatemala trascendi¨® las fronteras nacionales y lleg¨® hasta Fidel Castro y Che Guevara, entre otros. En todo caso, la novela contesta a la pregunta: ?qu¨¦ cambi¨® el devenir de Am¨¦rica Latina? Aunque quiz¨¢s responda a m¨¢s cuestiones, tambi¨¦n actuales. Ofrece indicios: el poder arrollador de la mentira debe de sonarle familiar a m¨¢s de uno, como Donald Trump.
Sobre todo este lienzo real, Vargas Llosa extendi¨® sus pinceladas. ¡°Los novelistas tienen una gran ventaja sobre los historiadores: lo que no saben pueden inventarlo. Y esto es lo que he hecho yo: sobre un tel¨®n de fondo hist¨®rico, he a?adido muchas cosas. ?Significa esto que las novelas mienten? Creo que no. Completan la historia¡±, insisti¨®. ¡°Puede que Guatemala sea uno de los lugares m¨¢s bellos y violentos del mundo. Pocos pa¨ªses se han entrematado como los guatemaltecos¡±, agreg¨®.
El autor explic¨® que, cuando escribe un art¨ªculo, una conferencia o un ensayo, tiene cierta sensaci¨®n de control sobre lo que hace. ¡°Con la ficci¨®n, en cambio, no. Quiz¨¢s mis novelas expresan m¨¢s mis emociones, pasiones o intuiciones, algo que viene de zonas m¨¢s profundas de la personalidad. Tal vez por eso no me reconozco directamente en ellas. Nunca hubiera pensado que escribir¨ªa alguna vez una novela situada en Guatemala¡±, rememor¨®. Cosas de la vida. Al fin y al cabo, tambi¨¦n hubiera huido de aquella cena en Santo Domingo.
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