Herbie Hancock: el mito y el ruido
El pianista ofrece una estridente vuelta a los setenta en el festival de jazz de Madrid
Lo dijo el propio Herbie Hancock en el tiempo de las presentaciones de los miembros de la banda: era la segunda ocasi¨®n que el joven bater¨ªa Justin Tyson (sustituto de ¨²ltima hora de Vinnie Colaiuta) tocaba con el grupo. As¨ª que tal vez fuese la ansiedad de las primeras veces, o la aparente desidia de un t¨¦cnico que, situado a la derecha del escenario, no se inmut¨® ni cuando la distorsi¨®n rascaba repetidamente uno de los monitores de la sala sinf¨®nica del Auditorio Nacional. El caso es que los golpes secos y ansiosos embrollaron el sonido del conjunto liderado en la noche del lunes por el legendario pianista estadounidense.
Su propuesta se basa en una receta de jazz-funk el¨¦ctrico que, obviamente, debe sonar alto, pero seguramente no tanto como para que los virtuosos arabescos de la guitarra el¨¦ctrica y la voz del benin¨¦s Lionel Loueke, viejo colaborador de Hancock, quedaran empastadas con las l¨ªricas aportaciones de la flautista y ocasional vocalista Elena Pinderhugues, que luchaba por hacerse o¨ªr encima del eficac¨ªsimo bajo el¨¦ctrico de James Genus, cuyas notas se agolpaban como los grumos de un mejunje.
El programa de mano de la velada ya se lo advirti¨® a una entusiasta audiencia que llen¨® un auditorio normalmente reservado a la cl¨¢sica: el concierto, cuya espera fue amenizada con m¨²sica grabada, iba a ser ¡°amplificado¡±. Hancock se dispuso en la esquina izquierda, sentando a un piano de cola, y con una bater¨ªa de teclados y sintetizadores. Empez¨® tocando como distra¨ªdo un repertorio de sus composiciones, que arranc¨® con un collage de motivos musicales y termin¨® con un bis ineludible: Chameleon, uno de los temas de su ¨¢lbum de 1973, Headhunters, disco que marc¨® el punto ¨¢lgido de popularidad del pianista y confirm¨® el ¨¦xito de su excursi¨®n hacia el funk, iniciada a finales de la d¨¦cada anterior, cuando su estancia en el segundo quinteto de Miles Davis lleg¨® a t¨¦rmino. De entre todas sus heroicas encarnaciones (el genio precoz de los discos de Blue Note, el sutil compositor post-bop, el h¨¦roe del electro, el ganador de un Grammy al mejor disco a secas con el homenaje a Joni Mitchell¡), el pianista, de 79 a?os, parece c¨®modo recre¨¢ndose en directo en sus logros de los setenta; el esp¨ªritu de aquella d¨¦cada de fusi¨®n de estilos domin¨® el resto del concierto.
La banda son¨® algo lenta en Actual Proof, a la que sigui¨® Come Running to Me, una extravaganza en forma de balada con voz sint¨¦tica, contenida en Sunlight (1978), disco con el que, en plena era disco, trat¨® de a?adir a su cartera de talentos el de vocalista electr¨®nico. Fue uno de los momentos m¨¢s interesantes de la velada. Aunque el p¨²blico, que agot¨® las entradas m¨¢s r¨¢pido de lo que los promotores del concierto calcularon y despidi¨® al grupo en pie, disfrut¨® sobre todo con los grandes ¨¦xitos: Cantaloupe Island -la juguetona composici¨®n que abr¨ªa la segunda cara de su introspectiva obra maestra de 1964, Empyrean Isles, y que se har¨ªa famosa a principios de los noventa gracias a la cultura del sampler- y la citada Chameleon, que Hancock acometi¨® como propina desde fuera del escenario con uno de esos teclados que se cuelgan (y tocan) como una guitarra el¨¦ctrica.
El concierto formaba parte del ciclo del Centro Nacional de Difusi¨®n Musical, del Auditorio, y sirvi¨® tambi¨¦n para abrir el festival JAZZMADRID, que ha programado un interesante programa de recitales en varios escenarios de la ciudad hasta finales de noviembre. Empezar con el repertorio de grandes ¨¦xitos de una estrella que hace casi una d¨¦cada que no publica un disco, habr¨ªa mandado hace unos a?os un mensaje distinto que en este 2019. Pero es que Hancock parece vivir una segunda juventud, ahora que una parte del jazz contempor¨¢neo, m¨²sicos como Terrace Martin o Kamasi Washington, con los que viene colaborando, propugna, por la v¨ªa del rap instrumental, una desprejuiciada reevaluaci¨®n de los a?os 70 como algo m¨¢s que esa d¨¦cada plana en la que el g¨¦nero naufrag¨® en el fango de lo comercial. El tiempo ha vuelto a encontrarse con Hancock.
Babelia
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