Anna Netrebko, ese im¨¢n esc¨¦nico y vocal superdotado
La soprano rusa, acompa?ada de su marido, el tenor Yusif Eyvazov, y de Christopher Maltman, ofrece una exhibici¨®n en el Teatro Real
Ser¨¢ fan de Putin y tan guerrera que le gusta desahogarse tirando con kalashnikov ¨Cesto no es una met¨¢fora- por el campo. Pero, madre m¨ªa, ?c¨®mo canta! Anna Netrebko dej¨® claro qui¨¦n es la n¨²mero uno en el espectro de las grandes sopranos dram¨¢ticas del presente la noche del viernes en el Teatro Real despu¨¦s de una ausencia de 18 a?os.
Lleg¨® escoltada por el tenor argelino Yusif Eyvazov, su actual marido, y por el brit¨¢nico Christopher Maltman, un bar¨ªtono verdiano de referencia. De hecho toda la primera parte del recital, previa al verismo y a Puccini en la segunda, estuvo dedicada al compositor italiano: una de las bazas fundamentales de Netrebko a lo largo de toda su carrera. Sobre Verdi inici¨® su reino internacional con una Traviata en Salzburgo en 2005 y con Verdi se ha sabido reinventar desde un repertorio m¨¢s ligero hacia las presentes simas dram¨¢ticas.
Lo que ocurre con ella es que lo ha hecho a lo grande. No en pos de una segunda oportunidad, sin m¨¢s. Sino consciente de que los cambios f¨ªsicos que not¨® en su voz a partir de su maternidad hace 11 a?os la conduc¨ªan irremediablemente a otros lugares. Netrebko se supo anticipar y se ha centrado tanto en dicha regeneraci¨®n que ha pasado a ser la reina absoluta en los roles que elige en el presente.
Desde el inicio, al encarar la tercera pieza del recital, Netrebko elev¨® el nivel hacia cotas muy por encima de las posibilidades del resto. Tu che le vanit¨¤, el aria que Isabel de Valois entona en el quinto acto de Don Carlo ante la tumba del emperador, levant¨® ya los primeros bravos. Cuando el p¨²blico se hab¨ªa rendido ante la fragilidad de un personaje preso de un destino no buscado, con un solo gesto ¨Cy un certero cambio de vestuario- Netrebko pas¨® a ser Lady Macbeth. Sus manos mal¨¦ficas extendidas sobre la espalda de Maltman te introduc¨ªan ya en la esfera putrefacta del drama shakesperiano. Su actitud din¨¢mica en el escenario, su magnetismo hacia un preciso car¨¢cter en cada situaci¨®n, ejerc¨ªan una atracci¨®n que arrastraba al p¨²blico en cada momento.
Netrebko asombr¨® con unas dotes musicales que rondan la exhibici¨®n a placer en los graves y los pian¨ªsimos. Demostr¨® maestr¨ªa a la hora de cambiar radicalmente de ambientes y psicolog¨ªas por medio de m¨ªnimos recursos. Sus apariciones resultaron as¨ª una lecci¨®n de actitud, muy por encima de la previsible correcci¨®n de sus acompa?antes.
No es que estos dejaran indiferente al p¨²blico: cantaron bien. Maltman hizo gala de su poder, aunque el chorro de su voz sea tal que le reste otro tipo de matices. Eyvazov con dominio sobre todo del verismo ¨Cluci¨® en?Mamma quel vino ¨¨ generoso, de Cavalleria rusticana (Pietro Mascagni) y hubiera podido brillar a¨²n m¨¢s en?E lucevan le stelle, el aria de Tosca, si Denis Vlasenko, ese aspirante a director que se ocup¨® de la orquesta, no se hubiera mostrado amarrategui en el vuelo que requiere Puccini. Tanto prevenir, tanto cuidado, da?¨® el brillo de los cantantes en algunos momentos. La actitud mortecina, l¨¢nguida y de siesta en el d¨ªa de Todos los santos por parte de la orquesta tampoco ayud¨®.
Ni m¨¢s ni menos que desde 2001 llevaba Netrebko sin aparecer en Madrid. No era la estrella que hoy es cuando la vimos en Guerra y Paz, de Prokofiev, dirigida por Valeri Gergiev. El efecto comparativo que sus magistrales dotes ofrecieron en las piezas de Don Carlo, Trovatore y Macbeth, recientemente escenificadas en el Real, hablan de la mediocridad que ¨²ltimamente domina los repartos que pasean por el teatro.
No es cuesti¨®n de esgrimir nombres, pero s¨ª de demandar m¨¢s ambici¨®n en dicho campo a no ser que conformarse con cualquier cosa sea la regla. El riesgo para elecci¨®n de algunos t¨ªtulos y directores de escena abre una sima con las voces y ciertas batutas. Un hurac¨¢n como el paso de Netrebko pone en evidencia muchas cosas y levanta los colores. Da idea de cu¨¢n alejado anda ahora el Real de una primera divisi¨®n vocal en los repartos, como ser¨ªa de esperar. La pr¨®xima aparici¨®n de Javier Camarena en Il pirata puede mantener el hambre que nos ha despertado ahora Netrebko.
Babelia
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