Stephen Dixon: un exc¨¦ntrico secreto
El novelista estadounidense, autor de 'Interestatal', falleci¨® el pasado 6 de noviembre
Autor de dieciocho novelas y alrededor de seiscientos relatos breves, Stephen Dixon (Nueva York, 1936) falleci¨® este 6 de noviembre, a los 83 a?os, a ra¨ªz de algunas complicaciones derivadas de la enfermedad de Parkinson.
El novelista Jonathan Lethem se refiri¨® a Dixon como a "uno de los grandes maestros secretos", y en internet lo poco que hay sobre ¨¦l parece haber sido incorporado a partir de su muerte. El propio autor se?alaba que su aislamiento creativo era voluntario tanto como subrayaba su orfandad literaria. Enfatizaba el hecho de que -como lector y profesor de escritura creativa en la John Hopkins University- hab¨ªa le¨ªdo a enormes autores pero no buscando padres art¨ªsticos ni influencias de ning¨²n tipo.
Por eso en general dec¨ªa desconocer a sus contempor¨¢neos y se mostraba reacio a nombrar a otros escritores cuando los periodistas ca¨ªan en la tentaci¨®n de forzar comparaciones o escuelas. En distintas ocasiones se limit¨® a mencionar su particular inter¨¦s por Chejov, Kafka, Bernhard, Hemingway, Garc¨ªa M¨¢rquez y, en alguna oportunidad agreg¨®, Bola?o. As¨ª como confes¨® que escrib¨ªa para obedecer a una necesidad interna, no para satisfacer a otros: ni a lectores, ni a editores, ni a colegas. Concentr¨® tiempo en escribir, no en compartir lo que escrib¨ªa, mensaje m¨¢s que sugestivo en la actualidad. En parte por esa postura ensimismada y porque a veces sus cuentos se ocupan de personajes que escriben, se lo bautiz¨® como un writer's writer (escritor de escritores).
Basta leer algunos de sus relatos para confirmar lo original del estilo. En lengua espa?ola, la labor de rescate la hizo la editorial argentina Eterna Cadencia gracias a la sugerencia del escritor Eduardo Berti. Entre 2014 y 2015, publicaron dos vol¨²menes con cuentos editados en ingl¨¦s entre las d¨¦cadas de 1970 y 1990: Calles y otros relatos y Ventanas y otros relatos. Tras la excelente recepci¨®n de esos libros, sali¨® la novela Interestatal (escrita en 1995), una de las obras quiz¨¢s m¨¢s singulares de la historia de la literatura, con la que fue finalista del National Book Award por segunda vez. La vez anterior hab¨ªa rozado el premio con otra de sus novelas renombradas: Frog (1991). Varias de las magn¨ªficas traducciones al espa?ol son de Ariel Dilon.
Dixon adem¨¢s obtuvo la mayor¨ªa de los premios literarios importantes de su pa¨ªs, incluyendo el O. Henry Award y el Pushcart Prize, y recibi¨® los honores de la Fundaci¨®n Guggenheim, la Fundaci¨®n Nacional para las Artes y la Academia Americana de las Artes y las Letras.
En 2018 Eterna Cadencia public¨® una de sus ¨²ltimas colecciones de cuentos: Historias tard¨ªas, escrita en 2016, donde la lupa est¨¢ puesta en el paso del tiempo, la vejez, la p¨¦rdida (de seres queridos, del vigor, de la lucidez) y la muerte. El autor comentaba que, si bien hab¨ªa trabajado como periodista pol¨ªtico y le importaban los grandes acontecimientos, a la hora de escribir solo se propon¨ªa hacerlo sobre "lo que piensa un hombre cuando est¨¢ despierto y lo que sue?a cuando duerme". Las peque?as cosas de la vida com¨²n aunque -¨¦l sab¨ªa bien- lo que ocurre en la mente del ser humano es lo que determina el acontecer de casi todo lo dem¨¢s en domin¨®.
Sus relatos bucean en la sinuosidad del pensamiento y la manera en que las emociones continuamente desobedecen los mandatos de la raz¨®n. De esa contradicci¨®n, sutil y tirante a la vez, son fiel reflejo sus personajes, mientras que la narraci¨®n va siguiendo el torbellino de sus mundos interiores con un realismo extraordinario. La inseguridad, las paranoias, los fantasmas personales, el juego de roles en una pareja (donde uno siempre ocupa el lugar opuesto al otro para compensar sus carencias y excesos), los miedos por los hijos, la insatisfacci¨®n y el fracaso, son temas sobre los que Dixon vuelve una vez y otra desde un ¨¢ngulo distinto, con recursos narrativos siempre novedosos. A menudo tambi¨¦n contrapone los diversos puntos de vista alrededor de un suceso que los enfrenta y los re¨²ne como en una danza de sensaciones. Por todo esto suele hablarse de su hiperrealismo experimental.
A pesar de la hondura que surge de su exploraci¨®n, ninguna circunstancia en Dixon, por dram¨¢tica o turbia que sea, est¨¢ privada de humor. Al contrario, la angustia es motor del humor. Y en virtud de que muchos de sus protagonistas son hombres atormentados, de origen jud¨ªo, en Nueva York, tambi¨¦n se lo ha comparado con Woody Allen. Todo est¨¢ te?ido de absurdo, disparate y carcajada, abunda el grotesco en cada situaci¨®n. En ese sentido, leerlo es un movimiento que succiona hacia lo visceral y libera mediante la risa, generando un mecanismo r¨ªtmico incomparable con cualquier otro autor.
Empez¨® a publicar de mayor y luego, durante d¨¦cadas, fue un graf¨®mano compulsivo que escrib¨ªa en¨¦rgicamente un cuento detr¨¢s de otro sin descanso. Es f¨¢cil imaginarlo encerrado sobre s¨ª mismo, golpeando las teclas de la m¨¢quina de escribir con los ¨ªndices, focalizado en calcar esa complej¨ªsima naturaleza humana que "ocurre entre las paredes del cerebro" y, claro est¨¢, la forma en que eso se vuelca en las conductas hacia el afuera, con resultados inexplicables para los dem¨¢s.
Dixon se fue del mismo modo en que vivi¨®, envuelto en un reverencial sigilo, dejando tras de s¨ª un voluminoso continente de obras todav¨ªa ¨¢vidas de traducciones, de estudios y en particular de nuevos lectores que sin duda lo adorar¨¢n.
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