Piscina desolada
Gonzalo Cunill y Juan Navarro homenajean a David Foster Wallace con ¡®En lo alto para siempre¡¯
Gonzalo Cunill ha sido muchos personajes, a menudo unificados por una sola voz, lenta, entre ir¨®nica y melanc¨®lica, que a veces parece sonamb¨²lica, flotante, pero clavando los ojos en todo lo que hay a su alrededor, y una voz que a veces grita y se desgarra como sucede en la parte central de En lo alto para siempre, del que Juan Navarro, habitual compa?ero esc¨¦nico de Cunill, ha firmado esta vez dramaturgia y puesta en Temporada Alta, y en febrero en el Teatre Lliure de Gr¨¤cia, en Barcelona.
Dos blancas tumbonas de sol. Al fondo, el trampol¨ªn de una piscina. En las tumbonas, un hombre maduro y una muchacha con el cabello azul. S¨ª, como la chica del pelo raro, posible homenaje a David Foster Wallace, autor del relato que bautiza al espect¨¢culo. En una pantalla se proyecta el primer r¨®tulo: La porosidad de ciertas fronteras. Los tres son t¨ªtulos o frases del escritor americano, que se suicid¨® en 2008, a los 46 a?os, en su casa de Claremont, California. La muchacha del pelo raro es Gemma Polo, actriz y cantante del grupo Jos¨¦ y sus Hermanas, que en 2017 se dio a conocer con Los bancos regalan sandwicheras y chorizos, un montaje que viaj¨® del Tantarantana barcelon¨¦s al Espa?ol de Madrid.
Gonzalo Cunill y Gemma Polo comenzaron a improvisar di¨¢logos cercanos a temas de Foster Wallace; luego, a grabarlos y pulirlos. Para Cunill, los di¨¢logos del primer tercio tienen algo de confrontaci¨®n generacional: ¨¦l naci¨® en 1962, el mismo a?o que el escritor, y Gemma Polo tiene 22. ¡°Nos imagin¨¢bamos a un joven Foster hablando con un Foster mayor¡±, me dijo. Es imposible resumir esas conversaciones. Anot¨¦ a vuelapluma algunos temas. Hablan de sentirse con el plexo solar congelado, del trabajo de limpiar pollas de caballos, de lo que sucede cuando dejas de tomar la sustancia que te ha sostenido, de la ferocidad de las gaviotas, de c¨®mo inventar reacciones falsas, de Camus y El mito de S¨ªsifo, de lo que se borra de la memoria en las discotecas, de los placeres de la ma?ana, y bastantes cosas m¨¢s, saltando de una a otra. Veo y escucho a Cunill y a Polo, y no pienso en criaturas de Foster Wallace, sino en el Loco y Gelsomina, de La Strada, y Gelsomina se me convierte en Junie Moon, porque tiene los ojos desmesurados de la joven Liza Minnelli. Tambi¨¦n los dos tienen un eco ine?vitable de?strov y Sonia en una versi¨®n actual de Vania. Y su charla parece tener, a ratos, el ritmo de un di¨¢logo de Salinger.
La cabeza comienza a dispararse. Segundo r¨®tulo: Historia radicalmente concentrada de la era postindustrial. El protagonista de esa nueva entrega es el viol¨ªn el¨¦ctrico del argentino Rodolfo Castagnolo, que tiene el pelo embarullado, como Cocteau en un d¨ªa de viento furioso, y es ¡°un maquin¨®n¡±, como dir¨ªa Broncano. Cunill a?adi¨®: ¡°Le dijimos a Castagnolo que busc¨¢bamos ese ruido mental del que tanto cuesta escapar¡±. El estruendo parece poseer a la pareja, agitados por el ruido feroz, y desde luego crees sentir la m¨²sica y los gritos golpeando y queriendo escapar de las paredes mentales de Foster, pero dir¨ªa que el pasaje no ha de funcionar necesariamente por acumulaci¨®n. A m¨ª me atrap¨® y me sacudi¨®, pero me asust¨® m¨¢s otra cosa: cuando el ruido para de golpe y el viol¨ªn enloquecido calla, brota un silencio radical, repentino como un tajo, y como la noche tiene algo de velada familiar, no puedo evitar que el silencio me traiga a Neddy Me?rrill, el nadador de John Cheever, otro pariente de Foster, llegando de repente a su casa desolada.
Tercer y ¨²ltimo r¨®tulo: Morir no est¨¢ tan mal aunque se tarda una eternidad. No, no es Neddy. La muchacha del pelo raro comienza a subir la escalera de la piscina. Lenta, muy lenta. Y Cunill comienza a narrar. De los muchos textos que Cunill y Navarro leyeron y releyeron con la idea de hacer una especie de patchwork DFW, acabaron por quedarse con En lo alto para siempre, que est¨¢ en su libro de relatos Entrevistas breves con hombres repulsivos (1999). Cunill me cont¨® que cortaron alg¨²n fragmento, pero no cambiaron ni una sola palabra. Un texto de ocho p¨¢ginas que, les dijeron, Foster Wallace hab¨ªa tardado ocho a?os en escribir. Hay algo de hipn¨®tico, una conexi¨®n muy especial entre los pasos de Gemma Polo y la voz de Cunill. Hay que ver y escuchar eso. La voz de Cunill se desliza, y es como si destilara el texto a medida que nos lo env¨ªa. Y c¨®mo consigue (y no hay que olvidar a Navarro, su sherpa) trepar al lomo del caballo de Foster Wallace, seguir sus pasos, aferrarse a su trote, avanzar a un ritmo distinto a cada cambio, hacernos sentir la historia como si fuera un relato de suspense, avanzando implacable hacia el desastre como una ni?a descalza condenada a la tragedia.
En lo alto para siempre. Texto y direcci¨®n: Juan Navarro y Gonzalo Cunill. Teatro Lliure. Barcelona. Del 6 al 16 de febrero.
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