El dolor y la gloria de Jeff Tweedy
El l¨ªder de Wilco repasa en sus memorias, con iron¨ªa y sinceridad, una carrera en el mundo del rock marcada por las disputas legales y las adicciones
Jeff Tweedy (Belleville, 52 a?os) recibe con cierta confusi¨®n el aviso de que esta conversaci¨®n telef¨®nica no versar¨¢ sobre el nuevo disco de su banda, Ode to Joy, que acaba de ser editado justo el viernes de octubre en que tiene lugar esta charla. ¡°?En serio? Espera... Creo que s¨ª me hab¨ªan avisado. Esto es por lo del libro, ?no?¡±, apunta antes de realizar una pausa algo dram¨¢tica que rellenamos pregunt¨¢ndole qu¨¦ le parece m¨¢s raro: hablar de su libro de memorias, V¨¢monos [para poder volver](Sexto Piso), el d¨ªa en que se edita el decimoprimer largo de su banda; o tener que hacer memoria, un a?o m¨¢s tarde de su lanzamiento en ingl¨¦s, para recordar c¨®mo y por qu¨¦ lo escribi¨®. El tel¨¦fono emite un sonido que podr¨ªa traducirse como alguien encogi¨¦ndose de hombros y, a rengl¨®n seguido, una de las estrellas del rock m¨¢s s¨®lidas y a la vez improbables de los ¨²ltimos 25 a?os, responde: ¡°Yo qu¨¦ s¨¦¡±.
Eso mismo afirmar¨¢ m¨¢s tarde haberse dicho a s¨ª mismo un mont¨®n de veces durante la redacci¨®n del libro, un artefacto que es mucho m¨¢s ligero, directo, ir¨®nico y mundano de lo que podr¨ªa esperarse de ¨¦l. ¡°Eso me ha dolido¡±, bromea. ¡°?Tengo imagen de plasta?¡±.
En V¨¢monos, el m¨²sico estadounidense afirma haber buscado ser lo m¨¢s sincero posible en los pasajes en que el pudor y la memoria se lo han permitido, y lo m¨¢s ameno posible a la hora de afrontar aquellos momentos de su devenir no marcados por la muerte, el alcoholismo o las adicciones. ¡°Eso es un poco el resto del libro¡±, bromea de nuevo Tweedy. Todo arranca de forma lineal con una infancia solitaria marcada por un padre alcoh¨®lico y una madre maravillosa cuando recuerda serlo, hasta llegar a su primera epifan¨ªa escolar al descubrir que un compa?ero llamado Jay Farrar siente incluso m¨¢s pasi¨®n por la m¨²sica que ¨¦l mismo.
Juntos formar¨¢n Uncle Tupelo, una banda de country formada en 1987 y disuelta en 1994 que se rigi¨® bajo los principios del punk que edit¨® un disco, No Depression, que di¨® nombre a todo un movimiento musical en los a?os noventa. Las adicciones terminaron con la banda. ¡°He estado en contacto varias veces con Jay desde que se disolvi¨® el grupo, m¨¢s que nada para hablar de reediciones y de asuntos relacionados con los archivos. En el libro he intentado ser muy claro y muy directo. No quiero hacer da?o a nadie y no quiero mentir. He contado las cosas como recuerdo que fueron, y en otras ocasiones, como mi mujer recordaba que fueron, porque hay muchos pasajes que, para ser sincero, se han borrado por completo de mi cabeza¡±.
A¨²n arrastrando el peso de ciertas sustancias, Tweedy form¨® Wilco y, en el momento en el que la banda, tras disputas legales varias ¡ªel lanzamiento de su tot¨¦mico Yankee Hotel Foxtrot (2002) es un tour de force contra la industria del disco¡ª, el m¨²sico cae en otra adicci¨®n nueva: los calmantes. Siente dolor todo el rato. Se duerme cuando quiere estar despierto y no puede dormir cuando necesita descansar. Ellos le acompa?an durante la etapa m¨¢s creativa de su discograf¨ªa, sugerencia que molesta a Tweedy menos de lo esperado. ¡°Mira, lo que no quiero bajo ning¨²n concepto es magnificar al artista atormentado. Fue muy duro. Estuve a punto de morir, me convert¨ª en un problema para m¨ª, para los que me rodeaban, para todos. Y bueno, s¨ª, gan¨¦ un Grammy [en 2005, gracias al enorme A Ghost Is Born], pero me cuesta un poco calibrar el valor musical de los discos grabados esos a?os a partir de mi adicci¨®n¡±, recuerda.
Ese tiempo coincide con la muerte de Jay Bennett, miembro de Wilco, con problemas de adicciones incluso superiores al suyo y a quien Tweedy despidi¨®, afirma, para tratar de salvarlo. No lo logr¨®. En 2009, mientras Tweedy estaba con su banda en Madrid, lleg¨® la noticia de su muerte por sobredosis. ¡°Estaba en un hotel. Llamaron a la puerta de madrugada y me lo dijeron¡±, recuerda lac¨®nico. Pas¨® la ma?ana siguiente dando entrevistas promocionales. ?Tiene algo que ver la marcha de Bennett y su abandono de los opi¨¢ceos en la conversi¨®n de la banda en algo mucho m¨¢s amable y para todos los p¨²blicos de lo que antes fue? ¡°Tiene m¨¢s que ver con que siga con vida. No echo de menos sufrir y creo que sigo disfrutando de cada disco que grabo, buscando siempre hacer algo nuevo¡±.
Es imposible no tener sentimientos encontrados al leer el pasaje en que Tweedy narra c¨®mo tuvo que grabar Spiders, uno de los temas m¨¢s arriesgados y magn¨ªficos de Wilco, una epopeya krautrock de diez minutos, en una sola toma porque no pod¨ªa tenerse en pie. La canci¨®n es una maravilla, pero ese dolor no se le puede desear a nadie. ¡°Hoy no lo veo como un drama, sino como todo un ¨¦xito. Solo espero que ese no sea el pasaje que m¨¢s guste del libro¡±.
En las p¨¢ginas de V¨¢monos, y se sospecha que tambi¨¦n en la vida, cohabitan dos tweedys. Ese, el del dolor y la gloria; y otro, el que, en otro momento del libro, mientras almuerza con su familia en un bar de carretera a mediados de la d¨¦cada pasada, se encuentra con un par de compa?eras del colegio. Le preguntan qu¨¦ hace. Responde que tiene una banda. Ellas r¨ªen. No la conocen. Entonces, su hijo Spencer interviene: ¡°Tiene un Grammy¡±. ¡°Es que no somos tan grandes. No somos Coldplay. Y estas cosas son m¨¢s bonitas cuando las dice un hijo¡±, sentencia.
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