¡°La forma m¨¢s f¨¢cil de controlar a la gente es a trav¨¦s del miedo¡±
El nieto del pensador indio reflexiona sobre el uso de la ira y el odio entre los l¨ªderes mundiales
Arun Gandhi (Durban, 1934) se sirve un t¨¦ negro antes de comenzar a hablar sobre la ira. El quinto nieto de Mahatma Gandhi agita la cuchara mientras responde con paciencia las preguntas. Fuera de la habitaci¨®n se escucha el ruido del remolino que es la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, pero ¨¦l no pierde la calma. El activista y escritor ha llegado a M¨¦xico para presentar El don de la ira (Oc¨¦ano ¨¢mbar, 2018), una memoria y a la vez una reflexi¨®n sobre la capacidad humana de sobreponerse a sus impulsos y de resistir contra la violencia.
Gandhi escribe de las lecciones que aprendi¨® de su abuelo cuando era adolescente y se le uni¨® para vivir en un ashram en India. Sus palabras cobran sentido en plena convulsi¨®n social y pol¨ªtica en algunos lugares del mundo. El activista observa c¨®mo en 2019 los l¨ªderes utilizan la ira y el odio para dividir. ¡°Hemos encontrado que la forma m¨¢s f¨¢cil de controlar a la gente es a trav¨¦s del miedo y entre m¨¢s miedo puedas infundir en la gente, m¨¢s control puedes tener. Hacemos esto con nuestros hijos, cada vez que los amenazamos con castigarlos si no se comportan, les estamos ense?ando que la gente debe ser controlada con el miedo. Miedo al castigo, miedo al poder¡±, explica en entrevista con EL PA?S.
Antes de mudarse con su abuelo, Arun Gandhi padeci¨® el racismo durante su ni?ez en Sud¨¢frica, donde viv¨ªa con sus padres. Los ni?os blancos le exclu¨ªan por su color de piel y los ni?os negros le daban palizas al salir de la escuela. Su frustraci¨®n ante el odio y la violencia que le rodeaban comenz¨® a concentrarse en su interior. Con la perspectiva del tiempo, Gandhi ha encontrado que aquel sentimiento de hostilidad no fue m¨¢s que la semilla de aquello que ha denominado como la violencia pasiva.
El escritor y activista sostiene que antes de que la violencia se desate f¨ªsicamente frente a nuestros ojos existe un c¨²mulo de expresiones negativas que anticipan la rudeza. Van desde la discriminaci¨®n hasta el desperdicio descontrolado de los recursos naturales. ¡°Tenemos que enfocarnos m¨¢s en la violencia pasiva porque se ha convertido en la gasolina que enciende la violencia f¨ªsica. Si queremos eliminar la violencia f¨ªsica tenemos que cortar ese combustible que viene de cada uno de nosotros, tenemos que ser el cambio¡±, dice. Su abuelo ¨C¨Cel m¨¢ximo promotor de la protesta pac¨ªfica¨C¨C le ayud¨® a reconocer y a evitar la violencia en su d¨ªa a d¨ªa.
La herencia de su afamado abuelo le ha empujado a recorrer el mundo entero. Cuenta que la pregunta m¨¢s com¨²n entre los j¨®venes que asisten a sus charlas es si de verdad cree que existe la capacidad individual de producir cambios que impacten a la humanidad. Su respuesta es el ejemplo de un joven que trabajando en un programa del Gandhi legacy tour ense?¨® a mujeres analfabetas en India a construir paneles solares para abastecer de energ¨ªa el¨¦ctrica a sus comunidades. Todo sin ¨¢nimo de lucro. La diferencia, explica, estriba en actuar individualmente sin poseer ning¨²n inter¨¦s inspirado en el dinero y el materialismo. ¡°Mucha gente que se va a dormir con hambre porque no pueden costear la comida y esa es la peor forma de violencia pasiva, donde tenemos toda esa cantidad de comida pero no se la damos a nadie porque es todo sobre hacer dinero¡±, dice.
Gandhi reconoce que de las recientes protestas en el mundo le llaman la atenci¨®n aquellas convocadas por los m¨¢s j¨®venes. Sin embargo, cree que deben ser m¨¢s persuasivos y evitar las expresiones de confrontaci¨®n para, incluso, invitar a otros sectores a unirse a sus demandas. ¡°Es muy dif¨ªcil esparcir el amor, y con el odio es muy r¨¢pido. Creo que es porque hemos creado una sociedad sospechosa, donde le ense?amos a la gente desde que son ni?os que todo el mundo es culpable hasta que prueban que son buenas personas. Siempre estamos sospechando de las personas que no conocemos, una cosa lleva a la otra y empezamos a odiar m¨¢s r¨¢pido de lo que empezamos a amar¡±, apunta.
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