Do?a Rosita la soltera, en el siglo XXI
Pablo Rem¨®n escribe y dirige una versi¨®n lib¨¦rrima de la pieza de Lorca, con grandes trabajos actorales
A Pablo Rem¨®n le propusieron en los Teatros del Canal de Madrid (Sala Negra, donde present¨® Los mariachis el a?o pasado) montar Do?a Rosita la soltera. Dud¨®, dijo no y luego s¨ª, porque le va el riesgo. O riesgos, en plural. Aqu¨ª hay muchos. Para empezar, podar el texto de Lorca y reinventarlo con textos suyos. Y resituarlo en el tiempo de hoy. Riesgazo: que le acusen de sacr¨ªlego y achulado. ?Traici¨®n o entrada por puertas laterales? Yo le veo mucho humor, que no siempre es bien recibido, pero es inequ¨ªvoca se?al de humanidad, y mucha poes¨ªa elegiaca y, en suma, muchas narices a esta versi¨®n lib¨¦rrima y turulata: Do?a Rosita, anotada. Ha querido, dice, rehacerla suya y, ¡°partiendo de un material ajeno, ser m¨¢s personal que nunca. Ahora siento la obra tan m¨ªa como cualquiera de las que he escrito¡±. Otro riesgo: dejar el reparto en tres (Fernanda Orazi, Francesco Carril y Manuela Paso) interpretando a un pu?ado de personajes.
Carril es el Anotador, un trasunto del propio Rem¨®n, dirigi¨¦ndose al p¨²blico, narrando sus dudas, sus chanzas sobre las engoladas notas (o el af¨¢n de s¨ªmbolos) de algunos especialistas; y a prop¨®sito de anotar, ah¨ª van dos m¨¢s, para m¨ª capitales: ha querido hacer ¡°un documental sobre el proceso de escribir una obra sobre el tiempo¡± y ¡°un conjuro, utilizando a Lorca, para resucitar a ciertos muertos de mi vida¡±. Ol¨¦ poder¨ªo. Carril se desdobla, se triplica y se trasviste. Y no cuento, en ambos sentidos, todo lo que hacen Fernanda Orazi y Manuela Paso porque no acabar¨ªamos. Las he visto muy graciosas en otras obras, pero aqu¨ª est¨¢n burbujeantes, divertid¨ªsimas, frase a frase. Y tambi¨¦n muy tristes, y una mezcla, un pasar de una cosa a otra sin que apenas te des cuenta. Ah¨ª est¨¢, c¨®mo no, Rosita y Rosa (Orazi), que tambi¨¦n es la mujer del Anotador (¡°fil¨®loga brillante¡±), y Paso le saca brillo a la creaci¨®n de Petra, la criada rumana, que parece parienta del Ama. Orazi tiene insospechados acentos gallegos y catalanes, y ecos de la dislocada Tita Merello, una de las reinas de la comedia argentina; Paso puede ser andaluc¨ªsima y muy rusa. Me deslumbraron ambas encarnando, formidable idea, a las fantasmales t¨ªa Carmen y t¨ªa Pilar, con las que el Anotador pas¨® todos los veranos de su infancia en una peque?a ciudad de la provincia castellana. Vuelven para decirle ¡°que haga ese teatro tan bonito y delicado¡±, porque ¡°nosotras fuimos Rositas: sentimos mucha identificaci¨®n¡±. Se aparecen mientras el Anotador est¨¢ friendo unas croquetas que las t¨ªas le ense?aron a hacer: a mis ojos, ah¨ª asoma Mihura y, m¨¢s cercana, la parentela de Sanzol en Quintanavides, ¡°a las que no dejaron ser delicadas¡±.
Quiz¨¢s ese sea el n¨²cleo de la historia de Rem¨®n: el retrato de las Rositas, las t¨ªas Carmen y Pilar, es una preciosidad que parece combinar tambi¨¦n esencias de Ch¨¦jov y de Carmen Mart¨ªn Gaite. Me encanta la fluidez de los relatos. El Anotador se va a un Starbucks a leer la obra y se le cuela el di¨¢logo banal de dos adolescentes, y cae en la cuenta de que ¡°ten¨ªan la edad de Rosita al principio de la obra¡±. Los personajes (y los mismos int¨¦rpretes) se van interrumpiendo, recitan o resumen, comentan (¡°la presi¨®n de hoy d¨ªa para tener pareja sigue siendo enorme¡±). Cambian algunos perfiles originales: el melanc¨®lico don Mart¨ªn est¨¢ m¨¢s encabronado. En la segunda parte, me encanta que el Anotador, cada vez m¨¢s malabarista, junte a Carmen y a Pilar en una sola, a la que llama la T¨ªa: ¡°Ya no ser¨¢ mi t¨ªa, ser¨¢ la de Rosita¡±. Y la T¨ªa la borda Carril cada vez que sus compa?eras sean Rosita y Petra: cuando hay arte y poder¨ªo, en el teatro se puede jugar y hacer cre¨ªble cualquier cosa.
La espera de la mudanza es chejoviana hasta las cachas. El muchacho con disfraz de mujer, casi un ensue?o lorquiano y surreal, da paso a la desoladora historia de amor de 20 a?os atr¨¢s: 1988. El novio est¨¢ a lomos de su moto, y Rosa ha vuelto de un baile vestida con una gala dieciochesca. S¨²bita impresi¨®n de puente entre dos tiempos, con uno de los mejores di¨¢logos de la obra. Otra idea brillante, casi de musical on¨ªrico, que parece filmada por Coppola. Y pasan m¨¢s cosas que no les voy a contar.
Hay di¨¢logos en los que, imagino que en busca de la intimidad, baja demasiado el volumen y se desdibujan algunas palabras, algunas frases. Donde m¨¢s not¨¦ eso fue, l¨¢stima, en el pasaje de la moto y la despedida. Una pega de estreno, que seguro se resolver¨¢ en pocas funciones. Cuesti¨®n de medirlo con la respuesta del p¨²blico. Lo importante es el humor, la melancol¨ªa y la dulce locura del texto, que destilan de maravilla sus tres int¨¦rpretes en manos de Rem¨®n.
Do?a Rosita, anotada. Texto y direcci¨®n (a partir de Lorca): Pablo Rem¨®n Teatros del Canal. Madrid. Hasta el 29 de diciembre
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