El museo de los huracanes y naufragios
La Rep¨²blica Dominicana abre en las viejas Reales Atarazanas una colecci¨®n de 1.200 piezas recuperadas en sus costas por el hundimiento de 12 galeones y naves entre los siglos XV y XIX
A pesar de su tremenda envergadura, en los galeones y nav¨ªos espa?oles que durante siglos surcaron los mares del mundo, no hab¨ªa apenas sitio para los embarcados. Los marinos que manejaban los ca?ones que proteg¨ªan estas naves de flotas enemigas o piratas com¨ªan y dorm¨ªan entre las piezas de artiller¨ªa, colgados de hamacas o coyes que equilibraban el balanceo del barco. En caso de combate, los palanquines y bragueros permit¨ªan mover las cure?as hacia adelante para que asomasen sus bocas por las portas y evitar que los artilleros terminasen aplastados por el retroceso. C¨®mo se viv¨ªa y se mor¨ªa en aquellos barcos puede ser revivido en el Museo de las Reales Atarazanas (MAR), en Santo Domingo (Rep¨²blica Dominicana), inaugurado el pasado d¨ªa 12 por el presidente de pa¨ªs, Danilo Medina.
Todo comenz¨® a las 11 de la noche del 25 diciembre de 1492, cuando el almirante Crist¨®bal Col¨®n se retir¨® a dormir e incomprensiblemente la nao Santa Mar¨ªa qued¨® al mando del grumete: encall¨® al poco. Fue el primero de los cientos de naufragios que durante siglos se suceder¨ªan frente a las costas de La Espa?ola, lugar elegido por los Reyes Cat¨®licos en 1503 para fundar una Casa de Contrataci¨®n y en 1543, durante el reinado de Carlos V, los astilleros (atarazanas).
Como la isla se convirti¨® pronto en centro estrat¨¦gico desde el que part¨ªan las exploraciones hacia el continente entre los siglos XV y XIX, sus costas fueron codiciadas por las potencias europeas. Pero el litoral resultaba continuamente azotado por terribles temporales que convirtieron sus aguas en un gigantesco cementerio marino. En 1976, el Gobierno dominicano puso en marcha el Programa de Arqueolog¨ªa Submarina para rescatar los bienes de las naves que estaban siendo expoliados por pescadores y cazatesoros clandestinos. Fue el inicio del Laboratorio de Patrimonio Cultural Subacu¨¢tico, que custodia m¨¢s de 100.000 objetos de estos naufragios, as¨ª como del nuevo museo.
El arque¨®logo subacu¨¢tico espa?ol Carlos Le¨®n y los expertos dominicanos Francis Soto e Isabel Brito escrutaron m¨¢s de 50.000 objetos para elegir los 1.200 seleccionados para el museo. ¡°Es uno de los pocos dedicados a los naufragios. La colecci¨®n expuesta comienza con los restos de dos piezas artilleras de la flota de Ovando y una selecci¨®n de joyas, monedas, cer¨¢micas y pesos hallados en un naufragio espa?ol en Punta Cana, tambi¨¦n del siglo XVI. Contin¨²a con una muestra espectacular de objetos del gale¨®n Nuestra Se?ora de la Limpia y Pura Concepci¨®n compuesto por joyas, piedras preciosas o cer¨¢mica Ming¡±, explica Le¨®n.
Nicol¨¢s de Ovando lleg¨® el 15 de abril de 1502, con 32 naves y 2.500 personas, a Santo Domingo para sustituir en el gobierno a Francisco de Bobadilla, que a su vez le hab¨ªa quitado el mando a Col¨®n. Tras ser destituido, Bobadilla decidi¨® volver a Castilla, aunque Col¨®n se lo desaconsej¨®. Hab¨ªa aprendido ya la cadencia de los huracanes. El exgobernador no le crey¨® y se lanz¨® a la mar con 12 naves. Solo sobrevivieron tres y ¨¦l muri¨® ahogado. Ahora, en el MAR se pueden ver los falconetes y lombardas de este fallido regreso, las piezas m¨¢s antiguas.
El gale¨®n Nuestra Se?ora de la Pura y Limpia Concepci¨®n parti¨® de Veracruz en 1641, cargado de 600 toneladas de productos tra¨ªdos de China, oro y plata en barras, lingotes y monedas. Un hurac¨¢n le hizo chocar contra los arrecifes dominicanos el 30 de octubre. El casco se inund¨® y la tripulaci¨®n, aterrada, se refugi¨® en el castillo de popa, pero no hab¨ªa espacio suficiente para sus 250 pasajeros. La mitad falleci¨®. Finalmente, el gale¨®n se parti¨® y se hundi¨® a unos 15 metros. La carga se perdi¨®, provocando una de las mayores tragedias econ¨®micas de la Corona en aquel siglo.
Un a?o despu¨¦s se intent¨® recuperar la carga, pero los temporales y los piratas lo impidieron. El incre¨ªble tesoro se dio por perdido. En 1686, el marino ingl¨¦s William Phips lo encontr¨®. Extrajo 74 toneladas de monedas de plata, lingotes y esmeraldas. Fue nombrado caballero. El barco fue olvidado durante tres siglos.
En 1968, el ocean¨®grafo Jacques Yves Cousteau organiz¨® una expedici¨®n para hallar el pecio. Encontr¨® cuatro ca?ones y dos anclas. En 1978, la compa?¨ªa Seaquest Internacional Inc. desenterr¨®, a su vez, miles de monedas de Felipe IV, bandejas, cucharas, lingotes, espadas, cadenas de oro, adem¨¢s de un ba¨²l con 1.440 monedas. En 1981, la firma Caribe Salvage, con permiso del Gobierno, extrajo 3.000 monedas m¨¢s, joyas y parte del valioso cargamento de porcelana china.
Y como esta, muchas m¨¢s historias de piratas, flotas reales y convoyes militares cuyos nav¨ªos nunca llegaron a su destino, pero que los expertos han recuperado y que ahora se pueden admirar en aquellas atarazanas reales que la Corona de Castilla levant¨® en una lejana y peligrosa isla.
Patrimonio interactivo
Los gestores del museo han apostado por que los visitantes puedan interaccionar con la historia. De cada barco se puede obtener informaci¨®n sobre su fecha del hundimiento, nacionalidad o la carga que transportaba en grandes pantallas t¨¢ctiles, adem¨¢s de contar con audiovisuales realizados por el productor Claudio Missiego. La coordinadora del proyecto, Maribel Villalona, cree que el museo servir¨¢ para diversificar "la oferta tur¨ªstica y cultural dominicana" y fomentar "actividades que incorporan el acervo cultural, hist¨®rico y medioambiental de la Ciudad Colonia". El museo ha sido financiado con un pr¨¦stamo del Banco Interamericano del Desarrollo y es obra de los arquitectos Wilfredo Feliz y Alexy Cordones.
Fue el comodoro de la Marina de Guerra dominicana Francisco Rivera Caminero quien en 1976 inici¨® una operaci¨®n de recuperaci¨®n de una nave que estaba siendo expoliada en las aguas del municipio de Miches. Poco despu¨¦s, se descubri¨® que el gale¨®n pertenec¨ªa a la Flota de Azogues [transportaba mercurio de Almad¨¦n] en 1724. A partir de ah¨ª, la recuperaci¨®n del patrimonio subacu¨¢tico de la isla comenz¨® a ser una realidad, tras dimes y diretes con empresas extranjeras especializadas en tesoros. Unos trabajos que han acabado en ¡°uno de los mejores museos dedicados a naufragios del mundo¡±, afirman los expertos.
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