Los detectives melanc¨®licos
Jomi Oligor y Shaday Larios rastrean en 'La melancol¨ªa del turista' la vida secreta de los objetos, los paisajes, los para¨ªsos perdidos
El 13 de diciembre, mensaje de Jomi Oligor: ¡°Shaday Larios y yo estamos actuando en Ciudad de M¨¦xico, y en marzo retomamos la gira por Europa. Hay planeado estar la primera semana de marzo en Pamplona, la segunda en Zaragoza, abril en Francia, mayo en Segovia y en Lisboa, y julio en el Grec de Barcelona. ?Y esto por ahora!¡±. Flashback. En los primeros 2000 me hablaron muchas veces de Sen¨¦n y Jomi, de Tudela: los hermanos Oligor. Por aquel entonces pasaron tres meses en el taller de un artista fallero, y tres a?os, tambi¨¦n en Valencia, preparando Las tribulaciones de Virginia, una historia de amor entre una encantadora aut¨®mata impulsada por poleas, y Valent¨ªn, su torpe amante. El espect¨¢culo se concibi¨® para 48 personas, y fue un triunfo de los que hicieron ¨¦poca: estrenada en 2002, recorri¨® 16 pa¨ªses y dio 500 representaciones, durando m¨¢s de 15 a?os en escena. Al fin, en 2006, una tarde de domingo, en invierno, en la madrile?a sala Pradillo, pude atraparla, y me pareci¨® una de las funciones m¨¢s puras y bellas que he visto.
Me volv¨ª a encontrar a Jomi Oligor en Temporada Alta (Girona) a finales del noviembre pasado. Oligor ten¨ªa ahora nueva pareja de baile. Con la mexicana Shaday Larios, cabeza visible de Microscop¨ªa Teatro, ¡°grupo de escena con objetos¡±, cre¨® La m¨¢quina de la soledad (que, ay, no he visto) y La melancol¨ªa del turista, que estrenaban en el Centre Cultural La Merc¨¨. Larios no se presentaba como m¨¦dium objetual, pero bien podr¨ªa. Las etiquetas se les quedan cortas.
Adem¨¢s de nueva obra, acaban de sacar a pasear dos libros, primorosamente editados por U?a Rota: el que da t¨ªtulo a su flamante aventura esc¨¦nica, que en papel firman Oligor, Microscop¨ªa y el dramaturgo mexicano ?ngel Hern¨¢ndez, y Detectives de objetos, de Shaday Larios, que nos pasean por ¨¢lbumes de viajes (o ¡°cuadernos de campo¡±) en barrios de Girona, Barcelona y Berl¨ªn. Como guinda, han creado con Xavi Bob¨¦s el colectivo El Solar. Agencia de Detectives de Objetos, con la que investigan ¡°la memoria de las ciudades a trav¨¦s de sus objetos¡±. Quiz¨¢s Larios y Oligor intentan atrapar, suave pero firmemente, la esencia de recuerdos empapados en melancol¨ªa: ¡°Un estado an¨ªmico en pausa, una fuerza activa que conduce al deseo de reinventar y reinventarse en lapsos donde la inercia de lo cotidiano se fractura¡±.
As¨ª, La melancol¨ªa del turista nos hace ver lugares que fueron o trataron de ser para¨ªsos, como Acapulco, y poco a poco se transformaron en fantasmas, comidos por la decadencia, pero sin perder nunca su extra?o fulgor. La m¨¢quina po¨¦tica de la pareja hace desfilar fotograf¨ªas, postales, juguetes, miniaturas, sombras chinescas, y m¨²sicas que brotan en susurros, al anochecer, con un poco de fiebre en las sienes. Objetos y medialuces de un verano desaparecido pero eterno: no llegas a saber qu¨¦ es vivido y qu¨¦ inventado por ellos. Una mezcla, probablemente. ¡°Galer¨ªa de espejismos¡±, dice Oligor. ¡°Paisaje sublimado¡±, dice Larios. O como podr¨ªa decir un eco de ambos, su mirada sobrevuela ¡°la infancia, cuando los juguetes viv¨ªan¡±.
Me cuentan que La m¨¢quina de la soledad (2014) surgi¨® de una maleta encontrada en M¨¦xico con cartas de amor de principios del siglo pasado. La melancol¨ªa del turista (2019) nace de la mezcla entre el rastreo de fotos de vacaciones, de colores lis¨¦rgicos, y conversaciones con gente que vivi¨® mucho y sabe contarlo. El t¨¢ndem detectivesco (o melanc¨®lico) nos presenta a los clavadistas de la Quebrada, en Acapulco: relatos de reyes que desaf¨ªan a cada salto la muerte en los acantilados, como Juan Obreg¨®n, El Peque. Tambi¨¦n nos cuentan la peripecia de la habanera Guillermina Delis Barrientos, encontrada en otro viaje, que ganaba algunos pesos fumando enormes puros ante las c¨¢maras de los turistas. Ahora ni siquiera puede ganar unas monedas con su humilde representaci¨®n: en nuestro tiempo las fotos se copian, se multiplican. En el universo de Larios y Oligor no cuesta imaginarse a Johnny Weissm¨¹ller crey¨¦ndose un tarz¨¢n shakespeariano. Cuentan los detectives: ¡°Siempre, al final de la obra, la gente se acerca a ti y te cuenta alguna historia¡±.
El teatro de esta pareja es un collar de ceremonias ¨ªntimas, delicadas, que brotan en peque?os espacios, para 40 o 50 espectadores. Solo les faltar¨ªa vender tambi¨¦n jarabe de zarzaparrilla, pens¨¦, pero ya la venden destilada: est¨¢ en esa luz de hojalata tan del oeste, una carpa imaginaria donde tiemblan los mu?ecos autom¨¢ticos bajo la relumbrante luna de pergamino. Ahora recuerdo que aquella tarde de invierno de 2006 acab¨® Las tribulaciones de Virginia, y al salir a la calle hab¨ªa nevado sobre Madrid. Todo blanco. Tan blanco que parec¨ªa un recuerdo imaginado por ellos. Una nieve que ca¨ªa y brillaba como fragmentos de luna lenta, una nieve que volv¨ªa a oler a antigua pel¨ªcula en blanco y negro.
La melancol¨ªa del turista, Shaday Larios y Jomi Oligor. En marzo, Pamplona y Zaragoza. En mayo, en Segovia. En julio, en el Grec (Barcelona)
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