Blasco Ib¨¢?ez, con ¨¦l lleg¨® el ¡®best seller¡¯
El novelista valenciano viaj¨® hace un siglo a los Estados Unidos y caus¨® un estruendo medi¨¢tico y literario
Hace un siglo, el escritor Vicente Blasco Ib¨¢?ez desembarc¨® en el puerto de Nueva York. Le abr¨ªa pasillo el ¨¦xito de su novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis, publicada en ingl¨¦s en 1918, y su cartel de hombre de acci¨®n. Su irrupci¨®n en EE UU tuvo un efecto espumoso para su prestigio y su obra, que se desbord¨® del papel a la modernidad del celuloide, convirti¨¦ndose en el escritor europeo de mayor impacto en ese momento al otro lado del Atl¨¢ntico. El profesor Emilio Sales Das¨ª, cotejando su impacto en 92 cabeceras de medios estadounidenses, ha reconstruido ese periplo en el libro Blasco Ib¨¢?ez en Norteam¨¦rica (Publicacions de la Universitat de Val¨¨ncia).
Poco despu¨¦s de llegar, a finales de 1919, ya hab¨ªa firmado el contrato con la Metro Pictures Corporation para filmar The Four Horsemen of the Apocalypse, que dirigir¨ªa Rex Ingram e interpretar¨ªan Rodolfo Valentino y Alice Terry. Se estren¨® el 6 de marzo de 1921 en el Lyric Theatre, a diez d¨®lares la entrada. El escritor obtuvo de la pel¨ªcula 190.000 d¨®lares. De la novela, con 200 reimpresiones, se vendieron dos millones de ejemplares. Luego llegaron m¨¢s novelas y m¨¢s pel¨ªculas, como Enemies of Women (1923), Circe the Enchantress (1924) y Blood and Sand, Mare Nostrum y The Torrent, todas de 1926, producidas por Metro Goldwin-Mayer y con Greta Garbo en algunos de los repartos. Blasco Ib¨¢?ez surfeaba sobre la cresta de la cola del cometa.
La semilla del viaje del autor de Ca?as y barro a EE UU se hab¨ªa sembrado en 1910. El 6 de marzo de ese a?o, tras una exitosa gira de conferencias por Argentina, escribi¨® a Archer Huntington, el fundador de la Hispanic Society of America, pregunt¨¢ndole si habr¨ªa posibilidad de dar charlas en espa?ol en Nueva York sobre la Espa?a. Pero no la hab¨ªa. Blasco todav¨ªa no se hab¨ªa instalado en Par¨ªs, que entonces era la capital del mundo, y solo hab¨ªa publicado alg¨²n libro en EE UU, como The Shadow of the Cathedral (Dutton & Company) en 1909, con un modesto resultado de ventas.
Su pasaporte a Nueva York empez¨® a expedirse en 1918 con la publicaci¨®n de The Four Horsemen of the Apocalypse (Dutton & Co.), que constituy¨® un fen¨®meno editorial desde entonces llamado best seller. El prestigio del autor se amplific¨®, aunque no sus ingresos por la desesperada venta de los derechos de traducci¨®n al ingl¨¦s un a?o antes a Charlotte Brewster Jordan, una empleada de la Embajada de EE UU en Madrid, por la que percibi¨®, seg¨²n versiones, 300 o 1.000 d¨®lares.
Ese mismo 1918 recibi¨® en Niza, donde viv¨ªa, una solicitud de un catedr¨¢tico de la Universidad de Columbia, Federico On¨ªs, que dirig¨ªa una secci¨®n de libros para estudiantes de espa?ol en la colecci¨®n Health & Company. Blasco inici¨® una fecunda relaci¨®n con On¨ªs, que era miembro de la American Association of Teachers of Spanish, con varias publicaciones y la invitaci¨®n de la Hispanic Society para una conferencia en la Universidad de Columbia. A ello se uni¨® est¨ªmulo inesperado: un contrato del due?o de la agencia Pond Lecture Bureau, James B. Pond, para realizar charlas por diversos Estados en c¨ªrculos acad¨¦micos. Hab¨ªa llegado el momento.
Blasco embarc¨® el 18 de octubre de 1919 en la Lorraine, en Le Havre. Ten¨ªa 52 a?os. El d¨ªa 27 divis¨® la mand¨ªbula de Manhattan. ¡°Era como una ciudad de gigantes¡±, declar¨® despu¨¦s a The New York Times. En el muelle le esperaba una frondosa alfombra medi¨¢tica. Un numeroso grupo de periodistas ansiosos por abordar al c¨¦lebre hombre de acci¨®n y autor de The Four Horsemen of the Apocalypse. El peri¨®dico The Sun hab¨ªa precalentado el ambiente el d¨ªa anterior con una entrevista que el escritor valenciano hab¨ªa concedido en Par¨ªs en la que se resaltaban sus principales haza?as de hombre perseguido por su defensa de la libertad.
Los periodistas lo percibieron como un hombre corpulento, cordial, de mirada penetrante y expresividad vehemente, que transmit¨ªa vitalidad y poder. Cautivador y din¨¢mico como un pr¨®spero importador con anillos en los dedos y broche en la corbata. Ya no sujetaba un puro entre los dedos, como en el retrato que le hizo su amigo Joaqu¨ªn Sorolla, y que hab¨ªa expuesto la Hispanic Society, sino un cigarrillo de madera de color ¨¢mbar porque el m¨¦dico se lo hab¨ªa prohibido.
Hab¨ªa llegado ¡°m¨ªster Ib¨¢?ez¡± y el tel¨¦fono del hotel no dejaba de sonar para invitarle a desayunos, almuerzos, cenas y recepciones. EE UU y Blasco Ib¨¢?ez se deslumbraron mutuamente. Blasco encajaba ergon¨®micamente en el ideario norteamericano. Admiraba las rep¨²blicas y detestaba las monarqu¨ªas. Al contrario que algunos escritores espa?oles contempor¨¢neos, hab¨ªa defendido la independencia de Cuba, que hab¨ªa sido apoyada por los Estado Unidos. Y ten¨ªa una posici¨®n frente a la Revoluci¨®n bolchevique muy pertinente para los c¨ªrculos en los que se mov¨ªa. Despu¨¦s de todo, el escritor tampoco estaba por la supresi¨®n de la propiedad privada: ten¨ªa una casa en Valencia, un chalet en la playa de la Malvarrosa, otra casa en Madrid, otra en Par¨ªs y una villa en Menton, cerca de Niza.
Seg¨²n Emilio Sales, el novelista hab¨ªa preparado este viaje de forma concienzuda, ¡°fabricando un cartel de s¨ª mismo muy proestadounidense¡±. ¡°Blasco Ib¨¢?ez ve la vida en panor¨¢mica. Poco antes hab¨ªa publicado Los enemigos de la mujer (Prometeo), una novela que pon¨ªa por las nubes al presidente norteamericano, Thomas Woodrow Wilson, y al republicanismo. Hay una confluencia de intereses entre Blasco Ib¨¢?ez y EE UU. Cae en el momento justo y como un hombre preparado para seguirle el juego a EE UU y ser su propagandista¡±, explica el autor del libro.
La cabalgata hab¨ªa empezado. La Fox Film Corporation lo invit¨® en noviembre de 1919 a visitar sus estudios en Fort Lee, en New Jersey, donde fue recibido con una orquesta interpretando una pieza espa?ola. La visita coincidi¨® con el final del rodaje de Wings of the Morning, dirigida por J. Gordon Edwards e interpretada por William Farnum, con el que se fotografi¨®. De regreso a Manhattan, el ch¨®fer le llev¨® a las oficinas centrales de la compa?¨ªa, donde le esperaba William Fox para saludarle y facilitarle el contacto con la actriz Pearl White, la estrella de la compa?¨ªa.
El escritor se prodig¨® en conferencias, banquetes y recepciones, tejiendo una red en la alta sociedad norteamericana e hispana. Particip¨® en la campa?a For Actor¡¯s Memorial organizada por el productor cinematogr¨¢fico Daniel Frohman, abri¨® un fondo con 100 d¨®lares para levantar un monumento a Edgar Alla Poe, un gesto muy aplaudido por la prensa, y el Rotary Club lo agasaj¨® con un almuerzo en el hotel McAlpiny una bandera norteamericana que bes¨® porque representaba los valores que deb¨ªan identificarse en todos los pa¨ªses.
Siempre ayudado por un traductor, sus conferencias se extendieron por el norte a Boston y a Ottawa (Canad¨¢). Cada dos d¨ªas, explic¨® en una carta, visitaba una ciudad de EE UU. Hablaba en universidades, sinagogas, templos protestantes, en la escuela militar de West Point¡ hasta finales de 1919 le esperaban Cleveland, Chicago, Nebraska, Pittsburgh, Des Moines¡ Pasar¨ªa las Navidades en Nueva York y en enero seguir¨ªa su periplo por Arizona, Texas y California. En Los ?ngeles acudi¨® a los Sixty-First Street Studios, en Hollyood, donde la Metro Pictures Corporation produc¨ªa la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de The Four Horsemen of the Apocalypse. Su verbo se hac¨ªa pantalla. La noria a la que hab¨ªa subido giraba a toda velocidad y se quejaba de que no ten¨ªa tiempo ni para afeitarse.
Blasco cubri¨® con otra capa de m¨¢rmol su prestigio el 23 de febrero de 1920, cuando recibi¨® en Washington la distinci¨®n de Doctor Honoris Causa de la Universidad George Washington. En el acto, al que acudieron unas 4.000 personas, tambi¨¦n fue distinguido doctor en leyes Herbert Hoover, quien unos a?os despu¨¦s ser¨ªa presidente de EE UU. Blasco fue definido por el rector, William Miller Collier, como uno de los novelistas m¨¢s relevantes de su tiempo. El festival culmin¨® con una cena en el restaurante Rauscher con 200 comensales y encendidos discursos.
Visita a M¨¦xico
En marzo, tras un banquete de despedida en Nueva York, cruz¨® la frontera de M¨¦xico, invitado por el Gobierno de Venustiano Carranza. Quer¨ªa documentarse para escribir una novela El ¨¢guila y la serpiente. Lleg¨® a M¨¦xico DF el 23 de marzo. Tuvo un sonoro recibimiento en la estaci¨®n Colonia y un desfile en su honor hasta el hotel Regis, con carros aleg¨®ricos, bandas de m¨²sica y estudiantes con banderas de M¨¦xico y Espa?a, antorchas y farolillos. Blasco comparti¨® mesa con Carranza, visit¨® Jalisco y varios Estados m¨¢s, como Veracruz, Yucat¨¢n e Hidalgo para dar conferencias y recibir homenajes. Pero el pa¨ªs era un polvor¨ªn revolucionario del que hab¨ªa que salir.
El escritor desembarc¨® en Nueva York el 12 de mayo, nueve d¨ªas antes de que Carranza fuera asesinado. Nunca escribi¨® la novela de M¨¦xico, pero s¨ª una serie de art¨ªculos inicialmente en The New York Times y el Chicago Tribune, que, mediante un contrato con un sindicato period¨ªstico, se publicaban en 700 diarios a la vez. Luego los reunir¨ªa en el libro El militarismo mejicano. Blasco hab¨ªa entrado en contacto con los principales editores de peri¨®dicos y hab¨ªa alcanzado la difusi¨®n masiva de sus art¨ªculos. En un momento en que el di¨¢logo entre EE UU y M¨¦xico estaba roto, ¨¦l se convert¨ªa en la voz autorizada para analizar lo que estaba ocurriendo al otro lado del R¨ªo Bravo.
Sin embargo, en M¨¦xico se cuestion¨® la credibilidad de sus art¨ªculos porque sus fuentes estaban mediatizadas y su visi¨®n pod¨ªa contribuir a justificar una intervenci¨®n de EE UU. ¡°Vil rufi¨¢n cosmopolita¡± o ¡°vendido a los imperialistas de Wall Street¡± fueron algunas de las invectivas que le mandaron desde M¨¦xico. Pero en Nueva York el viento soplaba a su favor, tanto que retras¨® su regreso a Francia, previsto para el 9 de junio por el banquete ofrecido por la Philadelphia Booksellers Association, con espect¨¢culo cinematogr¨¢fico y n¨²meros de vodevil. Y por su participaci¨®n en la convenci¨®n republicana de Chicago, con cuatro art¨ªculos para The New York World y otros diarios asociados a The Press Publishing Company, a raz¨®n de mil d¨®lares cada uno.
Blasco embarc¨® finalmente el 23 de junio de 1920. Dejaba tras de s¨ª muchas puertas abiertas para nuevos proyectos y se llevaba contratos con peri¨®dicos a mil d¨®lares la pieza, as¨ª como derechos de autor y compromisos para argumentos cinematogr¨¢ficos. Un a?o despu¨¦s regres¨® a Espa?a con el brillo del triunfo de su aventura norteamericana: ¡°Puse de moda a Espa?a, que despierta una gran simpat¨ªa actualmente en EE UU¡±, se hicieron eco los peri¨®dicos. Tambi¨¦n hab¨ªa sembrado la semilla de la envidia en el gremio, que no le perdon¨® el ¨¦xito (Valle Incl¨¢n lo defin¨ªa como ¡°politicastro¡± y ¡°gran hombre de negocios¡±). ¡°Blasco Ib¨¢?ez trataba de llegar a todo el mundo con su obra¡±, anota Sales. En 1923 el escritor volver¨ªa EE UU. Su reputaci¨®n perduraba, pero ya no causaba tanto revuelo.
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