Muere Juan Padr¨®n, creador de Elpidio Vald¨¦s y ¡®Vampiros en La Habana¡¯
Es dif¨ªcil hacer un c¨¢lculo de cu¨¢nto le debe Cuba al cineasta, dibujante y humorista, fallecido en La Habana a los 73 a?os
Dec¨ªa hace unos d¨ªas Juan Padr¨®n que, en los tiempos revueltos que corren, como en la guerra, hay que andar siempre con dos o tres tragos encima, pero sin llegar a emborracharse: ¡°Si te pasas, la cagaste; si te quedas corto, es insoportable¡±. Este era su humor y su filosof¨ªa de vida, igual que el trabajo bien hecho, la sencillez y la inteligencia sin ego eran su marca de agua, de donde salieron pel¨ªculas de culto como Vampiros en La Habana y personajes como el coronel mamb¨ª Elpidio Vald¨¦s y el general Resoplez, que hicieron la vida feliz a generaciones de cubanos.
Es dif¨ªcil hacer un c¨¢lculo de cu¨¢nto le debe Cuba a Juan Padr¨®n, quien falleci¨® el martes en La Habana a los 73 a?os. Da igual la ideolog¨ªa del cubano al que se pregunte. Sus dibujos animados, sus chistes e historietas, sus vampiros en busca incesante de placeres terrenales ¡ªbeber, ir a la playa, fornicar¡ª calaron de tal modo en su pa¨ªs que hasta ni?os y mayores se pusieron a hablar en la calle como sus personajes. Todav¨ªa expresiones como ¡°Corneta, toque a deg¨¹ello¡±, del general Resoplez, o ¡°Dame un cigarrito ah¨ª, Rey del Mundo¡±, de uno de los borrachos de Vampiros en La Habana, siguen emple¨¢ndose en la vida diaria, y eso que han pasado d¨¦cadas ¡ª50 a?os en el caso de Elpidio¡ª desde su creaci¨®n.
Historietista, humorista, dibujante, animador¡ Todo eso era Juan Padr¨®n, pero mucho m¨¢s. De ¨¦l dec¨ªa el gran director del cine cubano Tom¨¢s Guti¨¦rrez Alea que era ¡°el mejor cineasta¡± de su pa¨ªs. ¡°Juan lo hace todo, el guion, los personajes, el tiro de c¨¢mara, las voces¡, es un genio, no hay nadie como ¨¦l¡±. Cuando Vampiros en La Habana (1985) se exhibi¨® en Estados Unidos, el deslumbramiento fue total. La pel¨ªcula, que cuenta los avatares en La Habana de los a?os treinta de varios grupos de vampiros por el control de una f¨®rmula que les permit¨ªa hacer vida normal y tomar el sol, se convirti¨® en un fen¨®meno de culto. Fue comparada por los cr¨ªticos con El Gato Fritz o El submarino amarillo, y ello se debi¨® a que Padr¨®n cre¨® un modo singular de hacer animaci¨®n, imprimi¨® una personalidad a sus historias ¡ªtanto por su estilo como por su humor¡ª que lo hicieron ¨²nico e identificable. Si existe una escuela de animaci¨®n cubana ¡ªcomo existe una escuela cubana de ballet¡ª, se debe a Juan Padr¨®n.
Padr¨®n era capaz de decir marca y a?o de cualquier coche norteamericano de los a?os cuarenta y cincuenta que pasara a su lado. Esta t¨¦cnica la aprendi¨® en los tiempos de su infancia en el central Carolina, cerca de C¨¢rdenas, en la provincia de Matanzas, donde naci¨® en 1947. Desde peque?o empez¨® a hacer peliculitas familiares de acci¨®n y tambi¨¦n se entreg¨® al arte del dibujo, pese a las reticencias de su padre. ¡°Un d¨ªa me dijo: ?'As¨ª te piensas ganar t¨² la vida, haciendo mu?equitos?'. Despu¨¦s, cuando empec¨¦ a ganar bastante dinero, se calm¨®¡±, sol¨ªa contar entre tragos de whisky ¡ªla llamaba ¡°la bebida del proletariado brit¨¢nico¡±, por si alg¨²n iluminado manifestaba alguna reticencia revolucionaria por preferirlo al ron¡ª.
Padr¨®n se fogue¨® en diversas revistas humor¨ªsticas en los a?os sesenta hasta que un d¨ªa, haciendo una historieta de samurais, cre¨® en 1970 el personaje de Elpidio Vald¨¦s, un coronel mamb¨ª de los tiempos de la guerra de Independencia que combat¨ªa contra una tropa incapaz de espa?oles al mando del general Resoplez. Las primeras aventuras de Elpidio no se desarrollaron en la isla, sino en Estados Unidos, por una cuesti¨®n de rigor. ¡°No sab¨ªa c¨®mo dibujar a los espa?oles. Estuve muchos meses leyendo y estudiando los diarios de campa?a, buscando informaci¨®n de los uniformes, de c¨®mo eran las armas¡¡±. Ese era Padr¨®n. Cuando se sinti¨® listo, Elpidio desembarc¨® en Cuba y ya nunca m¨¢s la abandon¨®. El personaje protagoniz¨® varios largometrajes y numerosos episodios de dibujos animados, y con la valiosa informaci¨®n hist¨®rica recopilada public¨® tambi¨¦n El libro del mamb¨ª.
Los cubanos nacidos con la revoluci¨®n no tuvieron Superman ni el Pato Donald, pero por suerte contaron con Padr¨®n para sacarles del aburrimiento de los mu?equitos sovi¨¦ticos, que entonces se pon¨ªan en televisi¨®n. Elpidio Vald¨¦s se convirti¨® en el h¨¦roe cubano, y esto le llenaba de satisfacci¨®n. Todav¨ªa hace un par de semanas ibas con ¨¦l por la calle y la gente le paraba para felicitarle y hacerse fotos. Bromeando, con los hielitos sonando en el escoc¨¦s, recordaba que no siempre fue as¨ª, pues tambi¨¦n pas¨® su traves¨ªa del desierto. Al comienzo de su carrera hizo chistes de piojos ¡ªuno le preguntaba a otro: ¡°habr¨¢ vidas en otras cabezas¡±¡ª, y tambi¨¦n de verdugos y de vampiros. Un funcionario se los censur¨® uno tras otro con diferentes argumentos ¡ª¡°que si los piojos parec¨ªan una burla, cuando Cuba luchaba por ser potencia m¨¦dica; que si los verdugos eran una desconsideraci¨®n, con tantos muertos que hab¨ªa habido por la tiran¨ªa de Batista; que si no era el momento de los vampiros, porque Fidel acababa de dar un discurso diciendo que por Vietnam Cuba estaba lista a dar hasta la ¨²ltima gota de sangre, y parec¨ªa choteo¡±¡ª. Resulta que, al tiempo, en un viaje, se encontr¨® con el censor, que se hab¨ªa exiliado. ¡°Al acercarse a saludarme, se me cay¨® el trago en su camisa. Hay que cuidarse de los iluminados¡±, contaba.
Colabor¨® art¨ªsticamente con Quino ¡ªanim¨® Mafalda e hicieron juntos decenas de chistes llamados Quinoscop¨¬os¡ª. A ¨¦l se deben la serie de Elpidio Vald¨¦s, Filminutos, M¨¢s se perdi¨® en Cuba; los largometrajes Una aventura de Elpidio Vald¨¦s, Elpidio Vald¨¦s contra d¨®lar y ca?¨®n, Vampiros en La Habana y M¨¢s vampiros en La Habana, incontables historietas y varias novelas. En estos momentos finalizaba un c¨®mic autobiogr¨¢fico y acababa de entregar varios cortos sobre los 500 a?os de La Habana realizados para Acci¨®n Cultural Espa?ola. Cuba y su cultura quedan hu¨¦rfanas. Pierden al hombre que en los ¨²ltimos 50 a?os m¨¢s alegr¨® la vida de la gente y contribuy¨® a forjar su imaginario, y por eso hay que seguir su consejo: dos o tres copas a tu salud, pero no m¨¢s.
Babelia
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