Lecturas sobre la peste m¨¢s all¨¢ de Camus
De la gripe espa?ola al cient¨ªfico que invent¨® la vacuna contra la peste, la literatura se ha servido de epidemias, reales o ficticias, para contar lo mejor y lo peor de la humanidad
Diversos autores han abordado epidemias del pasado, ya sea como elemento central de un estudio hist¨®rico, como decorado para una ficci¨®n o como elemento central de una biograf¨ªa. M¨¢s all¨¢ del cl¨¢sico siempre citado de Albert Camus, La peste, cuyas ventas se incrementaron de nuevo al inicio de la actual pandemia, las enfermedades contagiosas est¨¢n presentes en numerosos t¨ªtulos.
El jinete p¨¢lido. 1918: La epidemia que cambi¨® el mundo, de Laura Spinney (Cr¨ªtica, 2018). En 2015, la OMS hizo ciertas recomendaciones que, a d¨ªa de hoy, todav¨ªa no han llegado a la Casa Blanca ni a la sede de Vox. Desde ese a?o los nombres de las enfermedades no se vinculan a lugares, personas, animales o alimentos concretos. Es pecado para la OMS decir virus de Wuhan o gripe porcina. Pero si cuesta erradicar usos actuales, resulta misi¨®n casi imposible desterrar lo de la gripe espa?ola, a la que se consagra este ensayo. La gripe espa?ola fue bolchevique en Polonia, brasile?a en Senegal y alemana en Brasil. Spinney se?ala que, si prosper¨® lo de gripe espa?ola, fue por la censura de la prensa de las potencias enfrentadas durante la Primera Guerra Mundial, donde se informaba de los casos ajenos pero no de los propios.
Peste & C¨®lera, de Patrick Deville (Anagrama, 2014). Alexandre Yersin fue el descubridor del bacilo de la peste durante la epidemia de 1894 en Hong Kong y tambi¨¦n el inventor de la vacuna que liber¨® a la humanidad de una de sus principales guillotinas. Deville convierte su vida en un hipn¨®tico material literario, deudor de unos tiempos en los que la bacteriolog¨ªa necesitaba exploradores del cuerpo tan osados como el Dr. Livinsgtone lo fue de ?frica y tan modelo de Yersin como Louis Pasteur. A pesar de su gran contribuci¨®n a la salud de la humanidad, el cient¨ªfico franco-suizo no tuvo mayores glorias, m¨¢s all¨¢ de quedar unido para siempre al bichito: Yersinia pestis.
La larga espera del ¨¢ngel, de Melania G. Mazzucco (Anagrama, 2011). Los ¨²ltimos 15 d¨ªas de la vida de Tintoretto dan pie a una novela en primera persona que es a la vez un retrato hist¨®rico de Venecia, una indagaci¨®n psicol¨®gica en la paternidad, una historia de la vida cotidiana y una cr¨®nica de los d¨ªas en los que la peste viajaba por los canales.
La cuarentena,de J. M. G. Le Cl¨¦zio (Tusquets, 1998). Despu¨¦s de registrarse casos de c¨®lera, el pasaje del barco Ava, que cubr¨ªa la traves¨ªa entre Marsella y Mauricio, es obligado a desembarcar en la isla de Plate para controlar el brote. El para¨ªso de las agencias de viajes convertido en un presidio de cuarentena. Provistos de medios raqu¨ªticos, la evoluci¨®n de los personajes es un crudo ensayo sobre antropolog¨ªa. Cuando los barcos desaparecen del horizonte y cada d¨ªa es la pen¨²ltima decepci¨®n, surge la potencia transformadora del miedo, capaz de desatar una reacci¨®n y su contraria.
Ensayo sobre la ceguera, de Jos¨¦ Saramago (Alfaguara, 1996). Una met¨¢fora que, cuando se public¨®, lo mismo pod¨ªa valer para el sida que para el abandono de los mayores. En la novela de Saramago, la ceguera llega sin avisar y produce un deslumbramiento blanco permanente. Los afectados son confinados en campos de internamiento sanitarios para preservar el bien com¨²n. De nuevo, desfilan lo mejor y lo peor de la especie. Como en las guerras.
El amor en los tiempos del c¨®lera, de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez (Literatura Random House, 1985). Con un olor a almendras amargas en la habitaci¨®n de un cad¨¢ver arranca la obra sobre amores a varias bandas entre Florentino Ariza, Fermina Daza y Juvenal Urbino. Al menos cinco d¨¦cadas devocionales del primero hacia la segunda, casada con el tercero. Alrededor de las fiebres del coraz¨®n, una epidemia de c¨®lera que trata de combatir el doctor Urbino.
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