El primer ¡°contraconcierto¡± de la nueva y distanciada era de la m¨²sica en directo
Rulo y la Contrabanda protagonizan ¡®La cultura contraataca¡¯, una iniciativa c¨¢ntabra para recuperar los conciertos tras la pandemia con solo 100 asistentes separados
El coronavirus ha robado los conciertos en los que saltar era la ¨²nica forma de conseguir aire y se ha llevado aquellos abrazos sudorosos entre vasos compartidos, pero no ha podido con la m¨²sica. Nadie brinca; todos disfrutan sentados en sillas separadas por dos escrupulosos metros. Los acordes y la voz de Rulo y la Contrabanda han convocado este viernes por la tarde a 100 asistentes con el deseo de volver a un mundo en el que la m¨²sica en directo no sea una amenaza para la salud p¨²blica.
El vocalista y guitarra, que sale al peque?o escenario con mascarilla y se enfrenta con ¨¦xito al piano, avisa a su p¨²blico nada m¨¢s iniciar el espect¨¢culo: ¡°Est¨¢is muy t¨ªmidos¡±. La gente comienza a corear sus canciones y a acompa?ar con palmas este novedoso concierto que empapa de m¨²sica el exterior del Palacio de Festivales de Santander, frente a la bah¨ªa. Paseantes y pescadores aprovechan la tarde de sol para disfrutar desde lejos esta sesi¨®n m¨¢s ¨ªntima durante una hora y media que parte de una iniciativa de la consejer¨ªa de Cultura de Cantabria. El nombre, La cultura contraataca, avisa de que el cambio de fases significa m¨¢s pasos para recuperar la vida cultural paralizada por la pandemia.
Rulo ¡°y la contrabandita¡±, como bromea el ex de La Fuga por haber tenido que reducir efectivos para respetar las normas, comparte cartel con la Billy Boom Band, Vicky Gastelo, Repion y Deva, todos c¨¢ntabros y que tocar¨¢n en distintas localidades este fin de semana. El objetivo, explica el de Reinosa antes del espect¨¢culo, es destruir el ¡°s¨ªndrome de la caba?a¡± del confinamiento y demostrar la ¡°capacidad humana de supervivencia¡±. La cuarentena, que ha aprovechado para componer cuatro piezas ac¨²sticas, le ha remarcado el valor de la m¨²sica como ¡°b¨¢lsamo¡±. Se avecinan tiempos duros, avisa: ¨¦l puede aguantar econ¨®micamente dos a?os parado, no as¨ª el equipo t¨¦cnico que acompa?a a las caravanas de los artistas famosos. Pero es optimista y cree que la sociedad aprender¨¢ la lecci¨®n.
Su p¨²blico sonr¨ªe ante sus confesiones y mensajes de ¨¢nimo. Nadie osa mirar al atardecer sobre el Cant¨¢brico: todos observan a Rulo. Algunos contienen un sollozo; otros hacen coros m¨¢s para s¨ª que para ser escuchados; hay quien se abraza a sus piernas sobre la silla. El grupo, que estaba llenando salas de miles de personas en su gira, tiene ante s¨ª a unos fieles que coinciden en lo ¨ªntimo del reencuentro con la m¨²sica, como aquellos bolos en garitos de poca monta que ponen la primera piedra de grandes carreras. As¨ª lo cree Felipe Peredo, de 23 a?os, con gorra y camiseta oficial del grupo. ¡°Sigo a Rulo desde que tengo memoria¡±, destaca. Se encuentra ¡°ilusionad¨ªsimo¡± por volver al ciclo de los conciertos de manos y voz de su admirado cantante. Ha incumplido su promesa previa al rasgueo de las guitarras: ¡°A la segunda canci¨®n me levantar¨¦, no puedo estar sentado¡±. A cambio, se emociona y canturrea sin controlar del todo el movimiento de sus piernas.
Comentaba Rulo antes de empezar que su gran temor era no aguantar la emoci¨®n de ¡°las dos o tres primeras canciones¡± tras demasiadas semanas encerrado. La m¨²sica espanta sus miedos y deja escenas extra?as, como que artistas y espectadores charlen tranquilamente entre temas y comenten la odisea de llevarse una de las preciadas entradas. Tambi¨¦n chirr¨ªan esas fotos de amigas que han venido juntas y se inmortalizan sin acercar un mil¨ªmetro sus sillas. El formato, dice el cantante, permite evitar la fr¨ªa imagen de butacas vac¨ªas en escenarios de interior. Asume que tendr¨¢ que acostumbrarse una temporada. Hay quien, no obstante, se consuela. Luc¨ªa de Miguel, de 13 a?os, explica que es todo ¡°un poco raro¡± pero que al menos puede ver a Rulo sin que nadie se le ponga delante o la empuje: ¡°Es que soy bajita¡±. Solo al final del todo se ponen en pie para ovacionar este paso hacia la normalidad.
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