Cuando Graves encontr¨® a su diosa
La correspondencia entre Ava Gardner y el autor de ¡®Yo, Claudio¡¯ permite rastrear una amistad marcada por las confidencias y la admiraci¨®n desde que ambos se conocieron en Mallorca en 1956
La primera vez que naci¨® Robert Graves fue en Wimbledon, el 24 de julio, hace 125 a?os. La segunda fue en el Somme, en el cementerio de Bazentin, el 20 de julio de 1916. La metralla de una granada alemana le atraves¨® el pulm¨®n y el teniente coronel Crawshay comunic¨® a sus padres la muerte del valiente (¡°gallant¡±) capit¨¢n de los Royal Wales Fusilliers. El poeta sobrevivi¨® y no perdi¨® la oportunidad de empezar a fundar su propia mitolog¨ªa.
Graves dec¨ªa que se dedicaba a la crianza de perros, la prosa, para poder tener un gato, la poes¨ªa; esperanza tambi¨¦n de cordura, tras sus crisis de neurosis de guerra. Su obra po¨¦tica ha quedado eclipsada por sus memorias de expatriado Adi¨®s a todo eso, y por Yo, Claudio, Los mitos griegos o La Diosa Blanca, escritos en Dei¨¤ (Mallorca). All¨ª trat¨® a lo m¨¢s parecido a una diosa contempor¨¢nea, Ava Gardner, cuya amistad se puede reconstruir gracias a las cartas y diarios conservados en Saint John¡¯s College de Oxford, a la monumental biograf¨ªa de Richard Graves y al archivo de la University of Victoria (Canad¨¢).
En octubre de 1929, ¨¦l y la autora de novelas hist¨®ricas Laura Riding, su segunda pareja, tras romper con Nancy Nicholson, quer¨ªan instalarse en el Pa¨ªs Vasco, pero Gertrude Stein les aconsej¨® Mallorca con la celeb¨¦rrima frase: ¡° [es] un para¨ªso, ?si puedes soportarlo!¡± Lo soportaron hasta el s¨¢bado 18 de julio de 1936. Cuando fascistas armados irrumpieron en el para¨ªso y comenzaron los bombardeos y las redadas, los Graves abandonaron la isla a bordo del destructor brit¨¢nico Grenville. No regresar¨ªan hasta 1946, en el mismo avi¨®n Dragon Rapide que hab¨ªa transportado a Franco de Canarias a Tetu¨¢n en 1936 y que hab¨ªan contratado como aerotaxi.
Los poemas son como las personas. Hay muy pocas aut¨¦nticas a tu alrededorGraves a Gardner
Ya desde antes de la guerra, ser un poeta consagrado y un erudito en literatura grecolatina no le bastaba para vivir. En Madrid ten¨ªa a un viejo amigo de sus a?os en Londres, el camale¨®nico Ricardo Sicre, excombatiente de ERC, reconvertido durante la Segunda Guerra Mundial en esp¨ªa de la OSS (el precendente de la CIA). Casado con Betty Lussier, una audaz piloto de la RAF y tambi¨¦n esp¨ªa, hab¨ªa utilizado sus servicios a los intereses norteamericanos para amasar una fortuna. Graves, a punto de cumplir 60 a?os, ve¨ªa en el cine su salvaci¨®n econ¨®mica y le hab¨ªan fallado proyectos con Ingrid Bergman y Ana Magnani. Cuando Ava Gardner se instal¨® en 1954 en La Bruja (La Moraleja), los Sicre le hablaron de Graves, que estaba dando los ¨²ltimos toques a Los mitos griegos. La actriz crey¨® que era un cient¨ªfico de vacaciones y Graves le escribi¨®: ¡°Yo no soy acad¨¦mico, ni arque¨®logo, ni antrop¨®logo ni un mit¨®logo comparativista, pero tengo buen olfato y sentido del tacto, y creo que he conectado muchos patrones m¨ªticos que no estaban conectados antes. Las facultades cl¨¢sicas me odiar¨¢n y recibir¨¦ muchas cr¨ªticas altaneras.¡±
En febrero de 1956 Betty Lussier convenci¨® a la actriz de que descansara unos d¨ªas en la casa de Graves en Dei¨¤. La excusa, seg¨²n escribi¨® el poeta en Un brindis por Ava Gardner, era que ¡°podr¨ªa por fin dormir, estudiar gram¨¢tica espa?ola, nadar cada d¨ªa y consultarme para finalizar su desordenada educaci¨®n con un curso acelerado de poes¨ªa inglesa¡±. La estrella del cine lleg¨® al peque?o aeropuerto de Palma el jueves 8 de marzo de 1956. Hubo picnic y ba?os de mar en Camp de Mar desafiando el fr¨ªo, callejeo a medianoche, tablaos flamencos, mucho vino de Binissalem, poca gram¨¢tica, menos horas de sue?o y alguna lecci¨®n de poes¨ªa. Ava le pidi¨® que le ense?ara a leer poemas y Graves le dijo que ¡°batear el cedazo en busca de pepitas de oro puede ser un trabajo muy aburrido. Los poemas son como las personas. Hay muy pocas aut¨¦nticas a tu alrededor¡± y la poes¨ªa ¡°no tienes que entenderla, tienes que disfrutarla¡±, pues ¡°la poes¨ªa realmente buena siempre tiene un sentido personal, inmediato y sencillo, nunca es aburrida y adquiere m¨¢s sentido cada vez que se lee¡±.
Un d¨ªa le dio un ejemplar de sus poemas para leer en la cama y ella le pregunt¨® cu¨¢l pod¨ªa leer primero. Graves eligi¨® The portrait, inspirado en su amor tortuoso con Judith Bledsoe: ¡°Ella siempre habla con su propia voz/ incluso a los extra?os (¡) Ella es salvaje e inocente, comprometida en el amor/ m¨¢s all¨¢ de toda cat¨¢strofe¡±. ¡°Eres t¨², clavada¡±, le dijo.
¡°Ha sido la primera semana en que no he escrito nada no s¨¦ si recuerdo¡ en cinco o veinte a?os¡±, escribi¨® Graves. S¨ª tuvo tiempo para trabajar con la actriz en un gui¨®n basado en El embrujo de Sevilla, una novela de ambiente torero del uruguayo Carlos Reyles, que ella intent¨® vender a los estudios de la MGM. ¡°Martes 10. Cena con Ava en El Patio: discut¨ª la sinopsis con ella¡±, anot¨® en su diario. Y el 13 de marzo: ¡°Acabada primera revisi¨®n Sevilla. Adi¨®s a Ava en el aeropuerto¡±.
Poeta y actriz no dejar¨ªan de escribirse y de verse, en Mallorca, Madrid, Nueva York o Londres. La fama de er¨®tomano de Graves suscit¨® la curiosidad de su entorno y ¨¦l despej¨® sus dudas. ¡°S¨ª, ¡ªescribi¨® a sus amigos Louise y Red¡ª tuve a mi cargo a Ava Gardner durante una semana el verano pasado. La queremos mucho y ella trat¨® de hacerme un poco de bien al incluirme en su sociedad naufragada. Ava juega sin riesgos; los 10 elegidos eran demasiado viejos como [Aldai] Stevenson, Hemingway, Dr. Alexander o yo; o maricas como Antonio, Cole Porter, Yul Brynner, Tennesse Williams, etc¨¦tera¡±. Y en otra: ¡°Ava Gardner viene despu¨¦s de Navidad: ella y yo estamos muy unidos. Es agradable no estar enamorado de ella¡¡±. Ava defini¨® su relaci¨®n como ¡°una especie de conspiraci¨®n amorosa¡±.
El escritor le da consejos a la actriz sobre c¨®mo concebir un hijo
Ella ve¨ªa en Graves a un poeta mayor en edad, a salvo de la atracci¨®n f¨ªsica, que le pod¨ªa llenar su falta de cultura que no le daban sus otros amigos escritores, Hemingway o Henry Miller. ¡°Si pudiera vivir una segunda vida, la educaci¨®n es lo que desear¨ªa tener primero. Mi vida habr¨ªa sido diferente. No puedes imaginar lo que significa ser de la edad que ten¨ªa en ese momento y saberse inculta hasta el punto de temer hablar con la gente por miedo a que incluso las preguntas que haces puedan parecer est¨²pidas¡±. Graves le escrib¨ªa poemas, como uno tras un encuentro en Nueva York: ¡°Ava Gardner me trajo/ un ¨¢ngel alado ayer/ para arrodillarse a mi lado cuando rezo/y guiarme a trav¨¦s de Estados Unidos./ Con un ala no volar¨¢ lejos de mi./ ?Gracias, mi querid¨ªsima Ava!¡± O le dedica un poema ante una pr¨®xima visita: ¡°Pasar la noche en vela, de pura alegr¨ªa,/sin contar ovejas ni importarme las campanas,/saludando la confabulaci¨®n del alba / y a sus hijos, los p¨¢jaros, que ociosamente/discuten fantasiosos detalles de la llegada prometida/ ?Vestir¨¢ de rojo, bermejo, azul/ o de puro blanco? Como sea que vista, gloriosa¡±. Incluso le da consejos de c¨®mo concebir un hijo: ¡°Primero, el hombre. Tiene que ser el hombre, no solo un hombre. Despu¨¦s, el lugar: una habitaci¨®n alta con espadas y machetes, ya que quieres un ni?o. Luego, la hora: viernes noche, cuando la luna se acerca a su plenitud. La comida: vino tinto y carne roja¡±.
En 1962 Ava asisti¨® al cumplea?os de Graves. ¡°Ava ¡ªbrome¨® el escritor con Sicre¡ª pronto hizo el amor al guardia Cabot. Es una buena se?al. Ahora podremos hacer contrabando y asesinar cuanto queramos¡±. Tal vez se refer¨ªa a la muy contada an¨¦cdota de que la actriz, durante la fiesta, tras tomar dos copas con un apuesto cabo de la guardia civil, le invit¨® a bailar y este, poni¨¦ndose firme, la rechaz¨®: ¡°Lo siento, se?orita, estoy de servicio¡±. En algunas de sus cartas, Ava le cuenta sus miedos y decepciones, como el accidentado rodaje en 1964 de La Biblia en Sicilia, durante el cual Georges C. Scott, borracho, le dio una paliza. Al recibir el consuelo de Graves, le responde: ¡°Muy a menudo, cuando estoy triste, te escribo, casi nunca te las env¨ªo, pero me siento mejor. Robert, hoy trat¨¦ de explicarle a alguien que recibir tus cartas compensa toda la basura de esta pel¨ªcula. En lugar de sentirme sucia e in¨²til, me sent¨ª muy fuerte y vali¨® la pena, Me agrada conocer a alguien a quien amo y admiro y que ocupa tanto tiempo de una vida ocupada para decirme cosas buenas¡±.
Ava Gardner viene despu¨¦s de Navidad: ella y yo estamos muy unidos. Es agradable no estar enamorado de ella¡
Graves, a su vez, cuenta a Ava sus torturadas relaciones con sus j¨®venes ¡°musas¡±: Margot Callas (¡°es ¨²nica en el mundo, como t¨² descubrir¨¢s¡±), o la salvaje y destructiva Cindy Lee, rebautizada como Aemilia Lara?uen, que hab¨ªa apu?alado sin matarle a su primer marido (¡°Fue f¨¢cil, como hundir un cuchillo en un pastel¡±, alardeaba). Graves le hab¨ªa insinuado que iba a dejar a su mujer, Beryl, pero Aemilia le hab¨ªa enviado una carta, ¡°empapapada en l¨¢grimas¡±, para ¡°comunicarme ¡ªescribe a Ava Gardner¡ª que ahora no puede: no quiere romper mi vida aqu¨ª y siente que es demasiado insegura e imprecisa como para que nuestra uni¨®n permanente sea un ¨¦xito, porque ella dice que soy perfeccionista y que me gusta una rutina que no puede proporcionar f¨¢cilmente. Esto no duele, porque ella admite que permanece inseparablemente unida a m¨ª en el alma¡±. Seg¨²n cont¨® Graves a Ava, ¡°era una mujer enmara?ada en dos hebras totalmente distintas, no de una sola pieza, como t¨² y yo¡±. Y cuando se separ¨® de ella: ¡°la oscuridad volvi¨® a la oscuridad¡±, anot¨® en su diario. Sobre su siguiente musa, Juli Simmons, de 17 a?os, cont¨® a la actriz que le hac¨ªa sentir m¨¢s joven que nunca: ¡°me vuelve a brotar el pelo negro y las arrugas se suavizan. ?La causa? El amor¡±, aunque ¡ªseg¨²n el poeta¡ª ¡°nuestro amor es muy extra?o. Ella nunca ha perdido la virginidad. Por supuesto hay dos clases de virgnidad, la f¨ªsica y la espiritual. Ella conservaba las dos¡±.
Ava acudi¨® a Londres para asistir a la ¨²ltima lecci¨®n de Graves en Oxford. Despu¨¦s celebraron una fiesta en un restaurante chino: ¡°?Qu¨¦ bien lo pasamos!¡±, le coment¨®. En una serie de fotos de 1969, en Nueva York, se ve a Graves besando amoroso a Ava Gardner, dej¨¢ndose mecer ella en sus brazos o haciendo muecas como adolescentes ante la c¨¢mara. La correspondencia entre ellos se interrumpi¨® cuando Graves perdi¨® la raz¨®n. Su segunda muerte, inapelable, en 1985, afect¨® profundamente a Ava Gardner, quien, ya con la salud quebradiza, abandon¨® su reclusi¨®n para asistir a su funeral en Londres. Se la vio largo rato de pie, expuesta al viento y la lluvia, hasta que alguien se acerc¨® con un paraguas.
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