Jazz Vitoria no se rinde
Los gallegos Abe R¨¢bade y Baldo Mart¨ªnez clausuran el Jazz VG Club, ciclo de peque?o formato nacido para cubrir la ausencia del Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz
¡°Por internet, en v¨ªdeo, no es como en directo, ?verdad? Es un poco m¨¢s... muerto¡±. As¨ª presentaba la noche del domingo el pianista Abe R¨¢bade su concierto en la clausura de lo m¨¢s cercano que ha habido este a?o al Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz: un festival sin festival, pero con jazz en directo, bautizado Jazz VG Club. Replegados a las posibilidades que dejan las medidas sanitarias, la organizaci¨®n no quiso dejar que pasase julio de 2020 sin jazz en la ciudad, una tradici¨®n enormemente arraigada en Vitoria desde hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas. As¨ª, covid-19 mediante, Jazz VG Club representa un regreso al club de jazz como matriz de esta m¨²sica, como trinchera en la que guarecerse de tiempos hostiles y como v¨ªa para no rendirse, programando una oferta equilibrada, en la que han confluido grandes nombres de la escena nacional y nuevas propuestas del ¨¢mbito local, todo ello para un aforo reducido, que no exced¨ªa las 200 personas, en la sala The Garage de la capital alavesa.
R¨¢bade y el contrabajista Baldo Mart¨ªnez, que compart¨ªan anoche un exquisito programa doble en Vitoria, tambi¨¦n vivieron con emoci¨®n el acto de volver a subirse a un escenario: para ambos, el de Jazz VG Club era su primer concierto en tiempos de pandemia, y as¨ª se sinti¨® en sus interpretaciones. Tanto por el formato, cuya cercan¨ªa permite una conexi¨®n m¨¢s directa entre m¨²sicos y p¨²blico, como por la inevitable sensaci¨®n de regreso y de esperanza para la m¨²sica en directo, aunque sea en condiciones potencialmente insostenibles, seg¨²n par¨¢metros prepandemia, los dos conciertos tuvieron algo de ¨ªntimo, de momento especial.
R¨¢bade, a piano solo, present¨® parte de la m¨²sica en la que ha estado inmerso en los meses de confinamiento. Con un concierto estructurado en tres bloques, dibuj¨® un intimista autorretrato en el que contextualizaba cada pieza del repertorio desde una perspectiva personal, pasando con naturalidad de standards como When I Fall In Love, Joy Spring o Long Ago And Far Away, a composiciones originales, como Ep¨ªlogo o la in¨¦dita Freixo, o preciosas lecturas de cl¨¢sicos como el Dos Gardenias, de Isolina Carrillo; Alfonsina y el mar, de Ariel Ram¨ªrez, o el Retrato Em Branco E Preto, de Antonio Carlos Jobim, todo ello interpretado con swing, introspecci¨®n e intensidad, seg¨²n requiriese cada pieza.
Mart¨ªnez, por su parte, presentaba el proyecto Vientos Cruzados, t¨ªtulo de la ¨²ltima referencia discogr¨¢fica con su cl¨¢sico Baldo Mart¨ªnez Grupo, una formaci¨®n con larga trayectoria que hoy se compone, aparte del propio Mart¨ªnez, de dos miembros hist¨®ricos, el baterista Pedro L¨®pez y el trompetista David Herrington, y de uno de los m¨²sicos j¨®venes m¨¢s prometedores de nuestra escena, el saxofonista y flautista Juan Saiz (no se pierdan su proyecto junto a Marco Mezquida, Pindio, o el reci¨¦n aparecido ¨¢lbum que ha publicado junto a Mart¨ªnez y la baterista Luc¨ªa Mart¨ªnez, Fr¨¢gil Gigante). Juntos forman un cuarteto muy s¨®lido que en directo hace alarde de una gran comunicaci¨®n interna y que se beneficia mucho de lo complementario de los lenguajes de Herrington y Saiz, por un lado, y de los de Mart¨ªnez y L¨®pez, por otro. El suyo es un jazz muy org¨¢nico, que sucede impulsado de forma natural, con din¨¢micas y pasajes que hacen de todo el repertorio de Vientos Cruzados una historia en forma de concierto, o un concierto en forma de historia, con sus giros y sus desenlaces, que en Vitoria conect¨® plenamente con un p¨²blico completamente entregado.
Mart¨ªnez, visiblemente emocionado al dedicar el concierto al saxofonista Marcelo Peralta, viejo amigo y colaborador que falleci¨® en marzo como consecuencia de la covid-19, incidi¨® en la importancia de reforzar la m¨²sica en directo como un elemento b¨¢sico para ¡°comunicar y transmitir sensaciones¡±, m¨¢s necesario ahora que nunca, tanto para los m¨²sicos como para los espectadores. Y, aunque Vitoria-Gasteiz y los aficionados echen en falta su cl¨¢sico festival, queda claro que, a veces, solo necesitas un peque?o escenario y un p¨²blico reducido, pero implicado, para conseguir que el jazz en directo levante de nuevo el vuelo.
Babelia
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