Theodor Kallifatides: ¡°La solidaridad ser¨¢ m¨¢s potente que la divisi¨®n¡±
El escritor sueco-griego, conocido en Espa?a a ra¨ªz de su libro 'Otra vida por vivir', reflexiona sobre el trato a los mayores durante la pandemia, el racismo o el auge de la extrema derecha
Theodor Kallifatides (Molai, Grecia, 1938) tiene en su memoria, y lo ha escrito ahora en El asedio de Troya (Galaxia Gutenberg, 2020), un recuerdo vivo que lo hizo escritor y, sin duda, tambi¨¦n el europeo que lleva en su coraz¨®n, habitado por dos pa¨ªses, aquel en el que naci¨® y Suecia, adonde lo llev¨® el exilio hace m¨¢s de cincuenta a?os. En ese exilio se hizo escritor de dos lenguas, y un d¨ªa sinti¨® que no solo perd¨ªa la de su nacimiento sino incluso aquella a la que abraz¨® en la juventud. Perdi¨®, en definitiva, la voz de la escritura, como si se le hubiera atravesado una bala de aquella guerra que ¨¦l vio cuando, de ni?o, a los cinco a?os, fue obligado a presenciar en su pueblo el ajusticiamiento de un ciudadano que hab¨ªa hecho burla del jefe nazi. Kallifatides cont¨® con l¨¢piz aquella imagen, se la entreg¨® a su padre. Fue lo primero que marc¨® su vida. Otra vida por vivir (tambi¨¦n en Galaxia), donde relata el reencuentro con la m¨²sica sentimental de su primera lengua, fue, en 2019, el factor de su descubrimiento en Espa?a. Ahora nos habl¨® por Skype desde Estocolmo sobre este momento del mundo.
PREGUNTA. ?C¨®mo ha visto Europa en este tiempo que compartimos?
RESPUESTA. En general, mucha solidaridad, pero persiste cierta rivalidad para ver cu¨¢l tiene m¨¢s ¨¦xito en derrotar al coronavirus. Y eso no me gusta, el virus es el enemigo com¨²n. Lo mejor que podemos hacer es aprender los unos de los otros e intentar ayudarnos mutuamente. Creo que es importante que las conexiones entre los pa¨ªses sean m¨¢s f¨¢ciles y no sea tan dif¨ªcil viajar de un pa¨ªs a otro. Naturalmente, habr¨¢ algunas medidas para eso. Pero no creo que el aislamiento ayude a ning¨²n pa¨ªs en esta situaci¨®n.
Persiste cierta rivalidad para ver qu¨¦ pa¨ªs tiene m¨¢s ¨¦xito en derrotar al coronavirus. Y eso no me gusta.
P. Europa sabe de insolidaridad, de cuando Hitler.
R. Espero que no cometamos los mismos errores otra vez. En periodos de crisis los movimientos extremistas ganar¨¢n algo de terreno. Siempre sucede. El propio Hitler fue la consecuencia de una larga crisis de Alemania. Incluso esta crisis ya ha dado lugar a algunas medidas extremas y a demostraciones muy fuertes de nuestra insolidaridad. Ahora hay algo que no hab¨ªa antes, la Uni¨®n Europea, y eso supone una gran diferencia. Por tanto, esta vez estoy m¨¢s seguro de que derrotaremos a este enemigo. Cada vez m¨¢s pa¨ªses aceptar¨¢n el camino com¨²n de la solidaridad en vez de la divisi¨®n.
P. Usted es un inmigrante. Uno de los extremos en Europa ahora no quiere que los inmigrantes est¨¦n en sus pa¨ªses. La extrema derecha estaba casi aislada, pero que ahora gana fuerza.
R. Es verdad. Pero, en cierta manera, es por el miedo y la desinformaci¨®n. Soy consciente de que en Suecia hay aproximadamente un 20% de personas que ahora votar¨ªan por el partido de extrema derecha, y en Polonia, en Hungr¨ªa. El otro d¨ªa vi un programa de televisi¨®n sobre Espa?a, y dec¨ªan cosas terribles. Pero despu¨¦s de todo, no son mayor¨ªa. La mayor¨ªa, digamos, de manera optimista, que el 50% de la gente, y aproximadamente un 20% de partidos ecologistas o de partidos liberales hablan m¨¢s o menos entre ellos. Si este movimiento tiene un 20%, el resto de los partidos siguen representando a un 80% de la gente. Estoy seguro de que no se impondr¨¢n. Tambi¨¦n tenemos ahora la experiencia de Hitler. En aquel entonces no ten¨ªan esa experiencia. No sab¨ªan qu¨¦ iba a suceder. Pero nosotros s¨ª. Tenemos que parar a la extrema derecha. Y estoy seguro de que lo haremos.
P. ?C¨®mo podemos combatirlo, cuando el racismo es la otra parte de ese extremismo?
R. No tenemos un medio especial para eso, salvo la informaci¨®n, escribir, hablar, dar conferencias, ir a entrevistas, votar. No podemos oponernos con armas al movimiento que mantiene posturas poco razonables, sino que podemos hablar y podemos intentar convencer. Igual que lo hicimos antes, tenemos que unir nuestras fuerzas. Y estoy seguro de que, si lo hacemos, si los partidos liberales, los partidos socialdem¨®cratas y los partidos de izquierdas se unen, los movimientos de extrema derecha no tendr¨¢n ninguna posibilidad.
P. ?Cu¨¢l es la situaci¨®n en ese extremo en Suecia?
R. En este preciso momento no hay inmigraci¨®n en Suecia, y por supuesto, no resulta sorprendente. Pero los movimientos de extrema derecha llegan al 20% de la poblaci¨®n, que es mucho. En ¨¦pocas como esta el mejor cabeza de turco para la mayor¨ªa son los inmigrantes, los refugiados o los inmigrantes econ¨®micos. Y tambi¨¦n es el caso de Suecia. Sin embargo, Suecia ha recibido muchos refugiados en los ¨²ltimos cinco a?os. Estoy seguro de que se permitir¨¢ a la gente venir aqu¨ª despu¨¦s de que todo esto acabe alg¨²n d¨ªa, no s¨¦ exactamente cu¨¢ndo. Estoy seguro de que la pol¨ªtica de inmigraci¨®n sueca no cambiar¨¢ radicalmente.
P. Ha vivido su confinamiento en Suecia, con su familia. ?Qu¨¦ ha sentido?
R. Las restricciones en nuestra vida personal, en nuestra vida familiar, no han sido tan grandes como en algunos otros pa¨ªses. Por ejemplo, la polic¨ªa nunca tuvo que darnos permiso para salir de nuestras casas, y a los ni?os les ense?aron en el colegio c¨®mo comportarse con los miembros mayores de su familia. Evitamos libremente las situaciones peligrosas lo m¨¢ximo posible. Las recomendaciones son como leyes en Suecia. Por supuesto que se cometieron errores, y algunas situaciones en la sanidad general y en otros ¨¢mbitos, en el cuidado de las personas mayores, tuvieron consecuencias muy graves. Tambi¨¦n es poco realista pensar que pasara algo as¨ª y que nadie muriera en el pa¨ªs. Hay que vivir con eso. Si vas a la guerra, algunas personas morir¨¢n. Y eso es lo que pasa ahora. No me gusta. Todo es muy tr¨¢gico, pero es as¨ª.
Si vas a la guerra, algunas personas morir¨¢n. Y eso es lo que pasa ahora. No me gusta. Todo es muy tr¨¢gico, pero es as¨ª
P. Suecia empez¨® la lucha contra la pandemia con buen pie, pero parece que es m¨¢s dram¨¢tico que al principio.
R. Hay muchas v¨ªctimas, principalmente entre las personas de m¨¢s edad en residencias. La nueva gesti¨®n econ¨®mica sueca hab¨ªa abandonado estas residencias desde hac¨ªa 40 a?os, y ten¨ªan un personal no muy competente. Era como una especie de trabajo de verano para estudiantes que pasaban all¨ª dos o tres meses, y luego hac¨ªan algo diferente. Cuando nos dimos cuenta de lo que pasaba, la gente mayor en estas residencias ya estaba contagiada. Y el precio ha sido muy, muy alto. Casi el 80% o m¨¢s de la gente que ha muerto entra dentro de esta categor¨ªa. Eran personas que ya estaban muy enfermas.
P. Quiz¨¢s este aspecto dram¨¢tico de la pandemia es una met¨¢fora de nuestra ¨¦poca. No existe una manera en el mundo de respetar a los mayores.
R. El consumismo y el crecimiento extremo llevan a la conclusi¨®n de que ya no eres ¨²til para esos medios, para el consumo y la producci¨®n, y entonces, ya no eres necesario para nadie y tambi¨¦n puedes morir. Eso es lo que el sistema econ¨®mico moderno, m¨¢s o menos en toda Europa, le dice a los ciudadanos: ¡°Ya no eres necesario¡±. Eres necesario hasta que tienes 65 a?os o, en algunos pa¨ªses, incluso hasta los 67 a?os. Pero luego, ya est¨¢. No eres ¨²til, y vas a un lugar donde se supone que morir¨¢s tarde o temprano.
P. Eso es tan terrible como el racismo.
R. Cuando mi padre y mi madre murieron hace unos a?os, su situaci¨®n no era mejor. Hab¨ªan dejado su vida atr¨¢s, y las condiciones generales eran, dir¨ªa, muy perturbadoras, con mucha gente corriendo alrededor, chillando, fumando, y en medio de todas las personas, algunos hombres y mujeres estaban muri¨¦ndose. No me gustaba mucho eso. Ahora, la actitud en Suecia, en general, es que las personas mayores permanezcan en sus casas y sean atendidas por personas que vayan a sus domicilios. Pero hasta ahora no hab¨ªa este tipo de personal para cuidar a una persona mayor. Es un trabajo muy dif¨ªcil. Y hemos dejado ese trabajo en manos de personas j¨®venes sin formaci¨®n, con salarios y horarios p¨¦simos. Este es el resultado.
Eres necesario hasta que tienes 65 a?os o, en algunos pa¨ªses, incluso hasta los 67 a?os. Pero luego, ya est¨¢. No eres ¨²til, y vas a un lugar donde se supone que morir¨¢s tarde o temprano
P. Para nosotros Suecia siempre ha sido la perfecci¨®n, especialmente en los cuidados sociales. Es una sorpresa ver en la televisi¨®n que all¨ª la pobreza est¨¢ vigente.
R. Por supuesto que lo est¨¢, porque, como he dicho antes, en los ¨²ltimos 30 a?os, la principal pol¨ªtica econ¨®mica de casi todos los Gobiernos ha sido recortar los gastos del Estado y bajar los impuestos. Empezamos a vender hospitales, residencias de ancianos, colegios, comunicaciones p¨²blicas, etc¨¦tera. Exist¨ªa la idea de que ser¨ªa mejor, pero nada ha mejorado. No surge de la nada, son 30 a?os de un mal uso del sistema econ¨®mico en Suecia. Treinta a?os.
P. ?Podemos suponer entonces que el asesinato de Olof Palme fue el final de una determinada Suecia?
R. Olof Palme es un caso muy diferente, porque no era solo un pol¨ªtico, sino que era, al mismo tiempo, un tipo de intelectual, y supon¨ªa una gran diferencia. No digo que nadie piense hoy en d¨ªa, sino que piensa a muy corto plazo. Nadie pudo ver las consecuencias de las pol¨ªticas, nadie vio lo que significaba bajar los impuestos y vender las propiedades p¨²blicas a personas que nos est¨¢n convirtiendo en clientes del negocio. La sanidad p¨²blica es un negocio, la escuela p¨²blica es un negocio, las personas mayores son un mal negocio¡
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.