Mars¨¦ en el teatro
Pocas veces se representaron las novelas del recientemente fallecido escritor. 'Adi¨®s a la infancia', una remezcla de cinco de sus libros, es una excepci¨®n
Ayer por la tarde, brindando a la memoria de Juan Mars¨¦ (que falleci¨® el pasado 18 de julio a los 87 a?os), un amigo se quejaba de que nadie hubiera llevado al teatro ninguna novela del escritor. Error: hace siete a?os, a finales de diciembre de 2013, Pau Mir¨® y Oriol Broggi adaptaron y llevaron a la escena, con el t¨ªtulo de Adi¨®s a la infancia, nada menos que una remezcla de cinco novelas compuesta por fragmentos de Si te dicen que ca¨ª, El embrujo de Shangai, Un d¨ªa volver¨¦, Rabos de lagartija y Caligraf¨ªa de los sue?os. El espacio, reinventado por el escen¨®grafo Sebasti¨¤ Brosa, era el adecuad¨ªsimo Lliure de Gr¨¤cia, donde Mars¨¦ bail¨® muchos domingos de su adolescencia, cuando el lugar era la Cooperativa La Lealtad.
All¨ª nos hicieron viajar en el tiempo: desde que entr¨¢bamos bajo las guirnaldas y Sisa, con tup¨¦ plateado y chaqueta roja, dirig¨ªa la Orquestina Sensaci¨®n y cantaba Perfidia y La morena de mi copla. No era f¨¢cil enlazar tantas historias (el espect¨¢culo recordaba a 24 i mig, otro caleidoscopio de Broggi), ni que los int¨¦rpretes pasaran de un personaje a otro a gran velocidad. Una voz muy cercana a la de Mars¨¦ narrador dec¨ªa una frase memorable: ¡°Todo esto sucedi¨® hace muchos a?os, cuando la ciudad era menos veros¨ªmil que ahora, pero m¨¢s real¡±.
Sisa, con tup¨¦ plateado y chaqueta roja, dirig¨ªa la Orquestina Sensaci¨®n y cantaba ¡®Perfidia¡¯ y ¡®La morena de mi copla'
Hab¨ªa ideas que encantaron al escritor. Ringo (Oriol Guinart), el chavea de Caligraf¨ªa de los sue?os, se quedaba encerrado, de madrugada, en la sala de baile, poco a poco llena de fantasmas. Vuelven sus antiguos compa?eros, que intercambian pelis y novelas baratas (y sus propios ¡°aventis¡±); Xicu Mas¨® encarnaba a un estupendo capit¨¢n Blay, y Guinart se convert¨ªa en su escudero Daniel. Jordi Figueras, siempre conmovedor y cambiante, pasaba de inocent¨®n de barrio a Marcos Javaloyes oculto en su refugio, o al enigm¨¢tico Jan Julivert Mon: los adictos a Mars¨¦ pueden jugar a adivinar de qu¨¦ novelas estamos hablando. Java (Jordi Oriol) baila con un obispo (Sisa, en inusual composici¨®n), que le susurra: ¡°Ll¨¢mame Gregorio¡±. Alicia P¨¦rez, una actriz que no se prodiga, crec¨ªa multiplic¨¢ndose a cada aparici¨®n: Betib¨²; Aurora, ¡°la puta de las katiuskas¡±; la pelirroja de Rabos de lagartija; la se?ora Mir, lanz¨¢ndose a las v¨ªas de un tranv¨ªa inexistente.
El carrusel no se detiene: Mar del Hoyo (?d¨®nde se meti¨®?) fue Susana Franch, la chica tuberculosa de la calle de las Camelias, y el espectro juvenil de Carmen Broto. Xavier Ricart tambi¨¦n estaba memorable en una breve aparici¨®n como el Pijoaparte, y el amargado Palau, llorando de rabia, ve¨ªa desfilar a los nacionales por la calle Salmer¨®n, y fue un fascista motorizado, y despidi¨® al padre muerto. Vuelven algunas canciones que enlazan a Mars¨¦ con Sisa: El set¨¨ cel en versi¨®n casi dylaniana durante la ca¨ªda de Blay, o Per camins de sorra il.luminats, estremecedor bolero on¨ªrico que cierra las despedidas de Daniel y Susana, de Marcos y Aurora.
Dada su calidad y su belleza, es raro que Adi¨®s a la infancia no se repusiera ni girase por Espa?a. Tal vez este oto?o sea el momento m¨¢s adecuado para volver a homenajear teatralmente a Mars¨¦.
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