N¨²meros
Ser escritor tambi¨¦n consiste en ver morir a otros escritores
Ser escritor tambi¨¦n consiste en ver morir a otros escritores. Cumplir a?os es ver c¨®mo otros dejan de cumplirlos, y saber que t¨², alg¨²n d¨ªa, ser¨¢s el que dejes de cumplirlos. Nada que no ocurra en todas partes, lo mismo les pasa a los alba?iles, a los m¨¦dicos, a los taxistas, a los jueces. Hace unas semanas, en pleno agosto, muri¨® el escritor malague?o Pablo Aranda, a los 52 a?os. Pablo era un tipo maravilloso. Revis¨¦ con mucha tristeza los ¨²ltimos guasaps que nos intercambiamos y mir¨¦ las fechas. Me qued¨¦ leyendo esos mensajes como alguien se quedar¨¢ leyendo los m¨ªos cuando me encierren en un n¨²mero.
El primero en decirnos adi¨®s desde un 5 fue Roberto Bola?o, que muri¨® en el 2003, con 50 a?os. Hace poco lo hizo Juli¨¢n Rodr¨ªguez, que se fue con 52. Otros se marcharon sin llegar al 5, como Francisco Casavella, que muri¨® con 45 a?os. Grande es nuestra obsesi¨®n, pues lamentamos la muerte no porque nos robe los d¨ªas de gozo y de dicha en este mundo sino porque nos roba los libros que nos faltaban por escribir. Si ya no te falta ning¨²n libro, puedes morirte tranquilo, as¨ª de infantiles somos, como si eso importara.
Los 40 a?os m¨¢s misteriosos de la historia de la literatura son los de Kafka, pero ahora pienso que los 90 a?os de Gil-Albert tambi¨¦n me producen una honda sensaci¨®n de misterio
Cervantes termin¨® la segunda parte del Quijote y se muri¨®, como si eso constituyera una trama y un sentido. Juan Mars¨¦ ha muerto a los 87; Ruiz Zaf¨®n lo hizo a los 55; Juan Benet, a los 65; Jaime Gil de Biedma, a los 60; Cela, a los 85; Francisco Ayala, a los 103 a?os. Hay toda suerte de n¨²meros. Toda clase de vidas, cortas, longevas, medias. Cervantes vivi¨® cinco a?os m¨¢s que Antonio Machado, los dos fueron sexagenarios. Garc¨ªa Lorca amas¨® los 38 a?os m¨¢s prodigiosos de nuestras letras.
Tambi¨¦n est¨¢n quienes desertan porque ya no pueden seguir escribiendo. Son los suicidas, como Virginia Woolf, Cesare Pavese o Ernest Hemingway. La muerte de los escritores siempre es especial, pues con ellos muere tambi¨¦n ¡ªy all¨ª la paradoja es f¨¦rtil¡ª una guerra abierta contra la muerte. Las ilusiones nos mantienen en pie. Bien me gustar¨ªa a m¨ª robarle un t¨ªtulo de libro al poeta Juan Gil-Albert, quien en 1944 public¨® un conjunto de poemas del siguiente modo: Las ilusiones, con los poemas de El convaleciente. Cuando muere un escritor, mueren las ilusiones de todos sus lectores. Gil-Albert vivi¨®, por cierto, 90 a?os.
Creo que hace unas cuantas d¨¦cadas Alfonso Guerra reivindic¨® con justicia la figura de Gil-Albert, que sigue estando en el olvido. Kafka vivi¨® 40 a?os. Los 40 a?os m¨¢s misteriosos de la historia de la literatura son los de Kafka, pero ahora pienso que los 90 a?os de Gil-Albert tambi¨¦n me producen una honda sensaci¨®n de misterio. Lo dijo Vicente Aleixandre: venimos de una inexistencia y nos dirigimos a otra. Me acuerdo del poeta F¨¦lix Grande, que vivi¨® 76 a?os. Recuerdo comidas, cenas, charlas, laberintos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.