El esquinazo dram¨¢tico

A veces solo hay que encontrar el esquinazo dram¨¢tico perfecto para convertir una convencional pel¨ªcula de corte social, de las bienintencionadas (en el peor sentido de la palabra, que lo tiene: el del arte enfrentado a la ausencia de conflicto), en una reflexi¨®n acerca de algo mucho m¨¢s profundo y, sobre todo, m¨¢s complejo: el perd¨®n.

Uno para todos, segundo largo de David Ilundain, director de la muy interesante B, la pel¨ªcula, cuenta el a?o de interinidad de un profesor forastero en un colegio de un peque?o pueblo espa?ol. Sus alumnos son de 6? de Primaria; ni?os y ni?as, pero ya no tanto. Y esperan el regreso de uno de ellos, enfermo de c¨¢ncer y en tratamiento. Con algunos paralelismos con la exitosa serie de televisi¨®n Merl¨ª (2015), su presentaci¨®n de personajes y tramas suena agradable, pero ya vista, esperanzadora, aunque algo meliflua. Sin embargo, llega el esquinazo: el ni?o enfermo, que al fin vuelve a su pupitre tras su mejor¨ªa, tiene una personalidad muy especial, es uno de los arquetipos m¨¢s dif¨ªciles de analizar y de comprender en un aula. He ah¨ª el conflicto, el verdaderamente fascinante.

Ilundain, autor de la idea y del argumento (junto a David Planell), desarrollados como guion por Coral Cruz y Valentina Viso, no se conforma con la trama principal y abre el abanico de las relaciones del profesor: familiares, laborales, con aspiraciones sentimentales. Ligazones que, de todos modos, abundan en el subtexto principal, el perd¨®n, y en la posible verdad de los estereotipos. Al tratamiento posterior y a sus resoluciones quiz¨¢ le falten una pizca de altura y de trascendencia, aunque, a cambio, con un encomiable trabajo de David Verdaguer y de la direcci¨®n interpretativa de los chavales, Uno para todos se convierte en la pel¨ªcula perfecta para chicos y chicas de esas edades.

En Francia llevar¨ªa a un mill¨®n de espectadores a los cines, pero en Francia el cine y la educaci¨®n importan.