Canciones para el fin del mundo
En vista de que se acerca el cataclismo, esta es mi lista musical para enfrentar el apocalipsis con un poco de dignidad y belleza sonoras
Llegar¨¢ el d¨ªa en que solo Spotify, si te lo puedes pagar, venga en tu auxilio y acabe convertido en tu mejor amigo. En vista de que se acerca el cataclismo, esta es mi lista musical para enfrentar el apocalipsis con un poco de dignidad y belleza sonoras.
Hay en esa canci¨®n un momento decisivo y es cuando Lole dice ¡°se?or de los espacios infinitos¡±
La primera canci¨®n tiene que ser Please, Please, Please de los Smiths, que te pone el alma en alto. Es una canci¨®n que sirve para recordar que la dulzura existi¨® alguna vez en el mundo. Si esta canci¨®n de los Smiths fuese comida, ser¨ªa pasta con trufa. La siguiente es una letan¨ªa espa?ola: Todo es de color de Lole y Manuel. Si fuese comida, ser¨ªa unos ri?ones guisados al jerez. Hay en esa canci¨®n un momento decisivo y es cuando Lole dice ¡°se?or de los espacios infinitos¡±, en ese momento conviene meterse el primer ri?¨®n en la boca y aplastarlo con las muelas.
Prosigamos con la lista. El siguiente corte es el aria Lascia ch?io Pianga de H?ndel. La comida que le corresponde es la Langosta Thermidor. Lars von Trier us¨® esta aria en su pel¨ªcula El Anticristo, una de esas grandes obras maestras amada por unas cien personas en el mundo entero, entre las cuales me encuentro. La siguiente es Dance Me to the End of Love de Leonard Cohen. La comida que le pega es una dolmadakia, plato de la cocina griega en donde la hoja de parra simboliza amor, melancol¨ªa y mar Mediterr¨¢neo.
Y cuando el fin del mundo sea inminente, a modo de oraci¨®n final: ¡®Unchained Melody¡¯
No puede faltar La pasi¨®n seg¨²n San Mateo de Bach, cuya equivalencia gastron¨®mica es el teol¨®gico ternasco al horno. Tampoco puede quedarse fuera Tatuaje de Concha Piquer, que es una turbia historia de amor, que solo puede compararse con un mendrugo de pan y una sardina de cubo. Pasiones inconfesables laten tambi¨¦n en Walk on The Wild Side de Lou Reed, cuya comida es patatas fritas sin m¨¢s, solo patatas fritas, pero abundantes, y con k¨¦tchup y mayonesa. La siguiente es Yesterday de los Beatles. Hay que escucharla comiendo palomitas.
Despu¨¦s Ring of Fire de Johnny Cash, con unas alitas de pollo y salsa picante. M¨¢s: el Adagio de Albinoni, con una sopa bullabesa. La bien pag¨¢ de Miguel de Molina ha de servirse con lentejas fr¨ªas. Entre dos aguas de Paco de Lucia con camarones a la diabla con chipotle. La novena sinfon¨ªa de Beethoven es un cochinillo segoviano. Purple Rain de Prince funciona bien con unos caracoles a la brasa. El romance de los mozos de Monle¨®n, cantada por La Argentinita y con piano de Federico Garc¨ªa Lorca, ir¨¢ con una ensalada muy verde, con tomates muy rojos y con aceitunas muy negras. Y cuando el fin del mundo sea inminente, a modo de oraci¨®n final: Unchained Melody de Elvis Presley, servida con una buena raci¨®n de tarta de chocolate y helado de fresa.
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