¡®Walk on the wild side¡¯: qui¨¦nes eran y qu¨¦ fue de los verdaderos protagonistas del himno de Lou Reed
Poco antes de morir, el cantante describ¨ªa la canci¨®n como un compendio de ¡°cinco historias de superaci¨®n personal¡±, un homenaje a una serie de individuos que ¡°supieron sobrevivir a infancias y adolescencias miserables para convertirse en lo que quer¨ªan ser¡±
En una g¨¦lida noche neoyorquina de noviembre de 1972, Holly Woodlawn escuch¨® en la radio una canci¨®n que hablaba de ella. No era una canci¨®n cualquiera, sino una que captaba la atenci¨®n de manera instant¨¢nea y que con el tiempo se convertir¨ªa en un cl¨¢sico, uno de los temas narrativos m¨¢s c¨¦lebres de la historia del pop. Holly acababa de ver una pel¨ªcula de Greta Garbo en la sesi¨®n nocturna de uno de los cines de la calle 42 y volv¨ªa en taxi a casa cuando escuch¨® esas cuatro frases inconfundibles, un resumen de su propia biograf¨ªa en apenas veinte segundos: ¡°Holly vino de Miami, Florida. Cruz¨® los Estados Unidos haciendo autoestop. En el camino, se depil¨® las cejas, se afeit¨® las piernas y el hombre se convirti¨® en mujer. Y ella dice: 'Cari?o, date un paseo por el lado salvaje¡±.
Aquella canci¨®n se titulaba Walk on the wild side. Woodlawn conoc¨ªa a su autor, Lou Reed. Hab¨ªan coincidido en m¨²ltiples ocasiones, en el restaurante Max¡¯s Kansas City de Park Avenue, en fiestas organizadas por la Factory de Andy Warhol e incluso en conciertos de la primera banda de Reed, la m¨ªtica The Velvet Underground. Se mov¨ªan en el mismo c¨ªrculo, el de la bohemia narc¨®tica y la escena queer local, pero apenas hab¨ªan cruzado un par de frases. A la ma?ana siguiente, Holly consigui¨® el tel¨¦fono de Lou a trav¨¦s de una amiga com¨²n. Le llam¨® a mediod¨ªa: ¡°Creo que me debes un caf¨¦, has metido un trozo de mi vida en una de tus canciones¡±.
El tiempo se ha cebado con los protagonistas de la canci¨®n. Lou Reed falleci¨® en 2013 y pronto se cumplir¨¢n cinco a?os de la muerte de Holly Woodlawn. Joe Campbell muri¨® diez a?os antes que Holly, en 2005. Jackie Curtis lo hizo de manera prematura hace 35 a?os. Y Candy Darling fue la primera en desertar de la vida: muri¨® a los 30 a?os, en 1974
Reed estuvo de acuerdo en saldar la deuda con una larga conversaci¨®n y una dosis de cafe¨ªna. Se citaron en un discreto diner del sur de Manhattan. Holly quiso saber de d¨®nde hab¨ªa sacado Lou detalles tan concretos sobre ella, como su huida de Miami cuando era a¨²n una adolescente o su decisi¨®n de empezar a transformarse en la mujer que siempre quiso ser depil¨¢ndose las cejas en un bar de carretera de Carolina del Sur. ¡°Cari?o, esas son historias que le has contado a todo el mundo¡±, le respondi¨® el cantante.
En realidad, Reed no se hab¨ªa apropiado de nada que no le perteneciese. La canci¨®n ofrece una s¨ªntesis telegr¨¢fica de los primeros a?os de vida de Holly Woodlawn, y tambi¨¦n habla de Joe Dallesandro, Candy Darling, Jackie Curtis y Joe Campbell, todos ellos ¡®superestrellas¡¯ de la constelaci¨®n Warhol, parte del paisaje cotidiano en el que Lou estuvo inmerso durante a?os. El poeta y m¨²sico de Brooklyn quiso rendirles tributo en una canci¨®n alegre, incluso fr¨ªvola en apariencia, que se nutre de rumores, indiscreciones, bromas privadas y leyendas urbanas, pero aborda tambi¨¦n, con crudeza y sin tapujos, todo lo que de s¨®rdido y de precario tuvieron las vidas de sus protagonistas.
Casi por primera vez, se colaba en las listas de ¨¦xito una canci¨®n pop que hablaba de prostituci¨®n masculina, tr¨¢fico de drogas, transexualidad y sexo oral. Todo un cat¨¢logo de la clandestinidad LGTBIQ+, la depravaci¨®n nocturna y los estilos de vida alternativos que se convirti¨® en el gran hit de Transformers, segundo ¨¢lbum en solitario de Reed, el que consolid¨® su estatus de estrella global. Poco antes de morir, Lou describ¨ªa la canci¨®n como un compendio de ¡°cinco historias de superaci¨®n personal¡±, el homenaje a una serie de individuos fuera de toda norma que ¡°supieron sobrevivir a infancias y adolescencias francamente miserables para convertirse en lo que quer¨ªan ser, y ese es el ¨²nico logro en la vida que de verdad importa¡±.
La canci¨®n debe su t¨ªtulo a una novela de Nelson Algren publicada en 1956. Reed no ley¨® la novela, pero s¨ª vio la estupenda pel¨ªcula de Edward Dmytryk inspirada en ella (La gata negra, 1962). En concreto, le entusiasmaba la canci¨®n de Mack David que suena en sus t¨ªtulos de cr¨¦dito y trat¨® de componer una especie de respuesta, ¡°como si David me hubiese escrito una carta personal y yo tuviese la obligaci¨®n de contestarle¡±.
Reed escribi¨® primero un par de estrofas que sintetizaban de manera apresurada el argumento de la novela y la pel¨ªcula, la historia de un joven de Texas que se escapa de casa en los a?os de la Gran Depresi¨®n y acaba trabajando en un burdel del barrio franc¨¦s de Nueva Orleans. Aquellos versos le sonaron ¡°gastados y superfluos¡± y decidi¨® sustituirlos por sus recuerdos del Nueva York warholiano de mediados de los sesenta, un entorno en el que abundaban ¡°las historias de ni?os descarriados que hab¨ªan encontrado en la ciudad su pa¨ªs de Nunca Jam¨¢s¡±. Holly fue la primera descarriada que le vino a la mente, porque esa imagen de un adolescente v¨ªctima de la homofobia que se encierra en el cuarto de ba?o de un garito de camioneros para depilarse las cejas, una historia que hab¨ªa o¨ªdo contar en varias ocasiones, siempre le hab¨ªa parecido de una fuerza irresistible.
El tiempo se ha cebado con los protagonistas de la canci¨®n. Lou Reed falleci¨® en octubre de 2013 y pronto se cumplir¨¢n cinco a?os de la muerte de Holly Woodlawn, 43 a?os despu¨¦s de escuchar por vez primera su propia vida cantada en la radio. El protagonista de la cuarta estrofa, Joe Campbell, muri¨® diez a?os antes que Holly, en octubre de 2005. Jackie Curtis ya hab¨ªa fallecido de manera prematura hace 35, en 1985. En cuanto a Candy Darling, fue la primera en desertar de la vida: muri¨® de un linfoma a los 30 a?os, en 1974.
El ¨²nico superviviente de esta epopeya contempor¨¢nea es el modelo y actor Joe Dallesandro, que lleva retirado de la interpretaci¨®n desde 2009 y hoy, a sus 71 a?os, regenta un hotel en Hollywood y concede alguna entrevista nost¨¢lgica de vez en cuando. En una de las ¨²ltimas aseguraba que Walk on the wild side ni siquiera es una de sus diez canciones de Lou Reed preferidas, pero que siempre sentir¨¢ gratitud hacia al hombre que ¡°mejor supo contar nuestras historias¡±, convirti¨¦ndolas en la base de una mitolog¨ªa pop fascinante y duradera.
Reed intuy¨® muy pronto que el estribillo de aquella canci¨®n escrita a los 29 a?os acabar¨ªa siendo su epitafio, los segundos de gloria por los que el mundo iba a recordarle. De paso, hab¨ªa contribuido a rescatar del olvido a algunos de sus h¨¦roes de juventud. A un quinteto de esp¨ªritus libres que demostraron con su ejemplo que incluso en el m¨¢s cruel, el m¨¢s intolerante y homof¨®bico de los universos, puedes encontrar la manera de reinventarte y sobrevivir a tu propia vida.
A continuaci¨®n, te contamos qui¨¦nes eran y qu¨¦ fue de ellos antes y despu¨¦s de que Lou Reed esculpiese sus vidas con el material del que est¨¢n hechos los sue?os.
Holly Woodlawn, la diosa de la carretera
?Qu¨¦ dice la canci¨®n de ella? Habla del momento en que Haraldo Santiago Franceschi Rodr¨ªguez, un adolescente nacido en Puerto Rico y crecido en Miami, decidi¨® tomar las riendas de su vida y convertirse de una vez por todas en Holly, ¡°una de las criaturas m¨¢s hermosas del mundo¡± en opini¨®n del que ser¨ªa su mentor y Pigmali¨®n, Andy Warhol. En 1962, con 15 a?os y en compa?¨ªa de su amiga Georgette, Holly huy¨® de Florida, de la incomprensi¨®n de su padre militar y, sobre todo, de sus compa?eros de instituto, que hab¨ªan adoptado la costumbre de insultarle, escupirle y tirarle piedras, convirtiendo su vida cotidiana en un deporte de supervivencia. Juntas hicieron autoestop en direcci¨®n a Nueva York, unos 2.000 kil¨®metros al norte. Despu¨¦s de travestirse, depilarse las cejas y afeitarse las piernas en un recodo del camino que conduc¨ªa a la libertad, Holly conoci¨® a un marino de Arkansas que pas¨® a ser su ¡°protector y primer amante¡±. El hombre la dej¨® unos d¨ªas despu¨¦s en un suburbio de Nueva Jersey, muy cerca de su objetivo, e incluso le dio unos d¨®lares para el desayuno.
?C¨®mo la trat¨® la vida? Muchos a?os despu¨¦s, en su autobiograf¨ªa, Low life in high heels, Holly recordaba con nostalgia aquellos primeros sesenta en Nueva York, los a?os en que ejerc¨ªa la prostituci¨®n por la Quinta Avenida, dorm¨ªa en la calle y se paseaba por Manhattan ¡°con carm¨ªn barato, tacones altos, pechos postizos y una rid¨ªcula peluca que parec¨ªa hecha de pelos de yak¡±. En 1968 capt¨® la atenci¨®n de Andy Warhol en el estreno de Flesh y acab¨® enrolada en la Factory, participando en espect¨¢culos teatrales, performances callejeras y pel¨ªculas producidas por Warhol y dirigidas por Paul Morrissey como la inolvidable Trash (1970) o la panfletaria, an¨¢rquica y lasciva Women in Revolt (1971). Fue encarcelada en varias ocasiones, casi siempre por peque?os hurtos o delirantes travesuras como hacerse pasar por la esposa del embajador franc¨¦s ante las Naciones Unidas. ¡°He tenido una vida estupenda¡±, dec¨ªa en 2015, poco despu¨¦s de que le diagnosticasen el c¨¢ncer de h¨ªgado que la llevar¨ªa a la tumba, ¡°Andy Warhol me hizo sentirme como Elizabeth Taylor y Lou Reed me inmortaliz¨® con su canci¨®n¡±.
Candy Darling, la actriz t¨®xica y magn¨¦tica
?Qu¨¦ dice la canci¨®n de ella? Que creci¨® en Long Island, en el estado de Nueva York, y que acudi¨® a la gran ciudad para frecuentar los locales de moda y buscarse la vida como buenamente pudo (¡°en la trastienda, era la novia de todos¡±). Reed elogia su sensatez y su sentido pr¨¢ctico con un juego de palabras algo obsceno: ¡°But she never lost her head / Even when she was giving head¡±. Es decir, que no perd¨ªa la cabeza ni cuando estaba practicando una felaci¨®n.
?C¨®mo la trat¨® la vida? En sus primeros a?os, la trat¨® con notable crueldad, porque tuvo que sufrir tanto la violencia de un padre alcoh¨®lico como los abusos de sus compa?eros de escuela, que intentaron ¡°lincharle¡± cuando ten¨ªa 16 a?os y se llamaba a¨²n James Lawrence Slattery. En a?os posteriores, Candy estudi¨® cosm¨¦tica, empez¨® a travestirse y se instal¨® en Manhattan, donde ejerci¨® la prostituci¨®n y se someti¨® a un tratamiento hormonal de reasignaci¨®n de sexo. Jackie Curtis la reclut¨® para una obra de teatro alternativo, Glamour, Glory and Gold, en la que participaba tambi¨¦n un jovenc¨ªsimo Robert de Niro. En aquella ¨¦poca, Candy hizo realidad su sue?o de convertirse en un cruce ¡°entre Kim Novak y la esposa del presidente Nixon¡±. Tras cuatro a?os muy intensos en la ¨®rbita de la Factory, hizo un breve papel en Klute (Alan J. Pakula, 1970) y cruz¨® el charco para ponerse a las ¨®rdenes del director alem¨¢n Werner Schroeter en ese cl¨¢sico del cine marginal que es La muerte de Mar¨ªa Malibr¨¢n (1972). Schroeter la describi¨® como una actriz magn¨¦tica, de un enorme talento natural, capaz con su sola presencia de ¡°intoxicar a la c¨¢mara¡±. Poco antes de morir, en marzo de 1974, escribi¨® a Warhol una carta devastadora: ¡°S¨ª que me gustar¨ªa poder verte de nuevo, pero no tengo el menor deseo de sobrevivir. La vida me aburre. Como dir¨ªas t¨², me muero de aburrimiento¡±.
Joe Dallesandro, el hombre que le sonr¨ªe a la vida
?Qu¨¦ dice la canci¨®n de ¨¦l? Aunque el propio Dallesandro explic¨® que las alusiones a ¨¦l vienen a ser una especie de broma para iniciados, lo cierto es que Lou Reed no le deja en muy buen lugar. Le llama ¡°el peque?o Joe¡± y le describe como un hombre que nunca hizo nada gratis. Un buscavidas que se forr¨® el ri?¨®n trapicheando con drogas y vendiendo su cuerpo (¡°everybody had to pay and pay¡±) en un Nueva York con un aura m¨ªtica, pero tambi¨¦n corro¨ªdo por un materialismo atroz que reduc¨ªa las relaciones humanas a simples transacciones comerciales.
?C¨®mo le trat¨® la vida? Los que le vieron inyectarse hero¨ªna en una de las escenas m¨¢s c¨¦lebres (y gr¨¢ficas) de Trash, la obra maestra de Paul Morrissey, no hubiesen apostado que Dallesandro llegar¨ªa vivo y saludable a los 71 a?os. Nacido en Pensacola, Florida, en 1948, ¡®Little Joe¡¯ pas¨® su infancia en un hospicio de Harlem antes de ser adoptado, junto a su hermano Bobby, por una pareja de mediana edad de Brooklyn. Tras una rutilante carrera como delincuente juvenil, modelo de revistas er¨®ticas, chapero y yonqui, Joe aterriz¨® en el planeta Warhol y se convirti¨® en una de sus estrellas m¨¢s cotizadas. Entre 1968 y 1972, protagoniz¨® Flesh, Lonesome Cowboys, Trash y Heat, cuatro de las mejores pel¨ªculas de la Factory. George Cukor, que le consideraba un purasangre de la interpretaci¨®n, un actor visceral ¡°al¨¦rgico a cualquier m¨¦todo¡±, lider¨® una infructuosa campa?a para que le nominasen al Oscar por su papel de semental adicto a la hero¨ªna en la citada Trash, el eslab¨®n perdido del cine indie estadounidense. Pero tal vez el mayor logro de este descarriado vocacional haya sido sobrevivir a sus a?os salvajes, encadenado tres matrimonios, tenido hijos e incluso nietos y llegado a una altura de la vida en la que, como dec¨ªa en una entrevista reciente, ¡°puedes mirar atr¨¢s y sonre¨ªr al pensar en lo razonablemente bien que te han ido las cosas¡±.
Joe Campbell, el que repart¨ªa caramelos
?Qu¨¦ dice la canci¨®n de ¨¦l? Reed se refiere a Campbell como Sugar Plum Fairy (el hada de los caramelos), el nombre del personaje al que interpretaba en My Hustler (1965), una de las f¨¦rtiles pero un tanto desabridas pel¨ªculas que Warhol film¨® a mediados de los sesenta, antes de empezar a tomarse el cine verdaderamente en serio. Seg¨²n la canci¨®n, el hada de los caramelos lleg¨® a Nueva York en busca de buena comida y un lugar en que com¨¦rsela, y empez¨® a frecuentar lugares como la discoteca Apollo, donde su desempe?o (ya sea vendiendo drogas, bailando o haciendo cualquier otra cosa, Reed no lo aclara) era digno de verse. Una de las actrices de la Factory, Viva, dijo a?os despu¨¦s que, aunque todos en el entorno de Warhol interpretaron al principio que la canci¨®n hablaba de Campbell, porque el recuerdo de My Hustler estaba a¨²n reciente, ¡°es probable que Reed no estuviese pensando en nadie en concreto, porque la expresi¨®n Sugar Plum Fairy era por entonces una forma frecuente en nuestro c¨ªrculo de referirse a los traficantes de drogas¡±.
?C¨®mo le trat¨® la vida? Pas¨® por ella casi de puntillas, sin llamar apenas la atenci¨®n. Nacido en 1936, protagoniz¨® a los 29 a?os la extra?a pel¨ªcula de Warhol junto a otra ¡®estrella¡¯ de la Factory, el inefable Paul America. A?os antes hab¨ªa vivido en San Francisco, donde fue pareja del c¨¦lebre concejal Harvey Milk. Su buena amiga, la tambi¨¦n warholiana Dorothy Dean empez¨® a llamarle Sugar Plum Fairy porque, seg¨²n reconoc¨ªa ella a?os despu¨¦s, ¡°Joe era una reinona y ten¨ªa un car¨¢cter muy dulce, pero tambi¨¦n, por qu¨¦ no decirlo, porque ten¨ªa muy buenos contactos y nos pasaba unas drogas estupendas¡±. El repartidor de caramelos falleci¨® en 2005, a los 68 a?os.
Jackie Curtis, la diva desbocada
?Qu¨¦ dice la canci¨®n de ella? Que iba por la vida ¡°pisando fuerte¡± el acelerador y que quiso ser James Dean ¡°por un d¨ªa¡±. Reed hace a continuaci¨®n un audaz juego de palabras que asocia los accidentes automovil¨ªsticos con el consumo de estupefacientes (gracias a la palabra ¡°crash¡±, uno de los m¨²ltiples ejemplos de polisemia f¨¦rtil que ofrece la lengua inglesa) para acabar con una referencia al Valium, la droga de cabecera para grandes divas como Curtis.
?C¨®mo la trat¨® la vida? Andy Warhol la defini¨® como ¡°una pionera sin frontera¡±. Nacida en Nueva York en 1947 y v¨ªctima de una sobredosis mortal de hero¨ªna 38 a?os despu¨¦s, Curtis fue fiel a la vieja m¨¢xima del hedonismo autodestructivo: vivir deprisa, morir joven y dejar un bonito cad¨¢ver. Es cierto que quiso ser James Dean, pero acab¨® aparcando ese sue?o de juventud para convertirse en la mejor versi¨®n concebible de ella misma: una actriz, escritora, productora y cantante de creatividad torrencial, impulsora de m¨²ltiples proyectos teatrales, cinematogr¨¢ficos y musicales, una de las grandes dinamizadoras del Greenwich Village neoyorquino en sus a?os m¨¢s sugerentes, entre finales de los sesenta y los primeros ochenta. Nacida John Curtis Holder Jr., se reinvent¨® a s¨ª misma como Jackie Curtis en su primera juventud, con un espect¨¢culo de humor, fantas¨ªa y arte visual dada¨ªsta que estren¨® en 1965 el LaMama Experimental Theatre Club del East Village y que ir¨ªa perfeccionando a lo largo de los a?os. Colabor¨® con Warhol, al que consideraba un alma gemela, pero sin encajar nunca del todo en el molde de las superestrellas de la Factory, porque ella tuvo siempre galaxia propia. Al final, se fue de este mundo muy deprisa, con mucho arte y mucha vida a cuestas, pero a¨²n con casi todo por hacer. No era de las que se quedan a esperar los minutos de la basura ni los a?os de obsolescencia programada.
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