Una pel¨ªcula demencial se lleva casi todo el pastel
La Concha de Oro a la georgiana ¡®Beginning¡¯, a?adidos los premios a la mejor direcci¨®n, guion y actriz, me descoloca hasta extremos hilarantes
Esta edici¨®n tan meritoria del festival de San Sebasti¨¢n ha sido clausurada con una bonita, luminosa y tr¨¢gica pel¨ªcula. Es El olvido que seremos, dirigida por Fernando Trueba y que adapta una novela de H¨¦ctor Abad Faciolince que todav¨ªa no he le¨ªdo, de la que hablan con estremecimiento todos los que lo han hecho. A Fernando le gustaba mucho, como a todos los que no son fr¨ªgidos emocionales, la memorable pel¨ªcula de Robert Mulligan Matar a un ruise?or. La protagonizaba un hombre bueno, justo, firme, tolerante, valiente, racional, defensor de los derechos de los d¨¦biles, con sabidur¨ªa vital. Y de la entra?able relaci¨®n que manten¨ªa con sus hijos. Me recuerda al protagonista de El olvido que seremos. Trueba habla de la felicidad familiar, de la alegr¨ªa de vivir, de que todo dios se sienta querido y acompa?ado. Y de la p¨¦rdida, de que la muerte, por enfermedad o asesinato, reclame su maldita cuota de inconsolable dolor. Es alentador que alguien siga hablando de los buenos sentimientos, tan devaluados ellos. Javier C¨¢mara hace una creaci¨®n magistral de ese personaje conmovedor, de alguien que no quiere ni puede renunciar a exponerse al peligro que implica defender a los menesterosos, pedir justicia, buscar soluciones, un tipo honesto, incomprable y humanista al que la derecha consideraba un subversivo y la izquierda radical un aliado del fascismo. Es una pel¨ªcula que expresa muy bien variados sentimientos, que contagia en algunos momentos aut¨¦ntica emoci¨®n.
Me gustar¨ªa dedicar m¨¢s espacio a escribir de lo que me gusta, pero la ingrata obligaci¨®n de comentar el palmar¨¦s se impone. Llevo 35 a?os visitando los festivales de cine. O sea, tengo lamentable experiencia en constatar bastantes disparates y aberraciones directas en la concesi¨®n de premios. Pero la Concha de Oro a la pel¨ªcula georgiana Beginning, a?adidos los premios a la mejor direcci¨®n, guion y actriz, me descoloca hasta extremos hilarantes y juro que no he ingerido ninguna sustancia que me haga alucinar. Nunca he considerado la extravagancia como una virtud y creo que la idiotez no es algo banal, sino muy peligrosa. Les comentaba el otro d¨ªa que solo pude resistir la mitad de su metraje. Que necesitaba salir a la calle y respirar despu¨¦s de un plano fijo de diez minutos mostrando el rostro de la protagonista tumbada en la hierba y sin que este reflejara nada especial. O sea, que igual la hora que restaba era la bomba, pero sospecho que solo apta para masoquistas. Si este bodrio psicologista consigue ser distribuido en Espa?a por alguien con vocaci¨®n suicida y la ven ustedes, podr¨ªan contarme el final. Es posible que compartieran mi pasmo. Y que exigieran el libro de reclamaciones.
Presid¨ªa el jurado el se?or Luca Guadagnino, autor de un cine que me resulta insoportable, aunque filmara una secuencia magn¨ªfica (la emocionante conversaci¨®n final entre el padre y el hijo resaltando lo que verdaderamente importa en la vida) en la pastelera y cursi Call Me By Your Name. O sea, que puedo entender que considere una obra maestra a la experimental, inentendible y dormitiva Beginning.
He visto dos pel¨ªculas admirables en la secci¨®n Oficial. Y tendr¨¢n estreno comercial. Podr¨¢n comprobar lo que afirmo. Son la danesa Druk, dirigida con apabullante talento por Thomas Vinterberg y muy bien interpretada por el turbador Mads Mikkelsen y otros tres actores. La otra es el documental Clock Of Gold, centrado en quien fuera el alma de The Pogues, Shane MacGowan. Se han tenido que conformar con el premio al cuarteto de actores daneses y el Premio Especial del Jurado al documental. No necesitan galardones. Le bastar¨¢ con encontrar un p¨²blico receptivo, en posesi¨®n de paladar. La calidad no precisa del reconocimiento de un jurado demencial.
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