Heter¨®nimos en el jard¨ªn
El poeta Ceri? escap¨® al cerco de Sarajevo e inici¨® una deriva de siete a?os que, tras renunciar radicalmente a la escritura, le recluy¨® en el peque?o para¨ªso que se estaba construyendo en alg¨²n lugar de Croacia
Public¨® Elba en 2018 dos libros que parec¨ªan primos hermanos: El jard¨ªn perdido, de Jorn de Pr¨¦cy, y Jardines en tiempo de guerra, de Teodor Ceri?. Empec¨¦ por el segundo, y coment¨¦ aqu¨ª mismo el trabajo de Marco Martella, esforzado recopilador de los informes de Ceri? sobre los diversos jardines que este joven poeta croata, tras escapar del cerco de Sarajevo, visit¨® durante siete a?os en largo viaje a la deriva por Europa; entre ellos, el s¨®rdido lugar florido que Beckett muy beckettianamente trat¨® de crear en la tierra bald¨ªa de Ussy.
Tras su deriva de siete a?os, Ceri? hab¨ªa regresado a su pa¨ªs natal, instal¨¢ndose en una casa al norte de Sarajevo, donde, tras renunciar radicalmente a la escritura, se dedicaba exclusivamente a la creaci¨®n de su propio jard¨ªn, una especie de refugio para siempre, un fascinante espacio aseguraban los pocos que hab¨ªan logrado verlo. Pese a su radical adi¨®s de la literatura, Ceri? hab¨ªa cedido a la presi¨®n de Martella y le hab¨ªa enviado para la parisina revista Jardins diversas descripciones de los vergeles vistos ¡ªalgunos hasta trabajados por ¨¦l¡ª en su larga odisea europea. Y era con esas descripciones con las que Martella hab¨ªa montado Jardines en tiempo de guerra, libro al que debo gran parte de mi repentina e inesperada afici¨®n por esa otra manera de estar en el mundo: el universo de los jardines. Todo sea dicho: tambi¨¦n le debo esa s¨²bita afici¨®n a la lectura del tratado fabuloso de Jorn de Pr¨¦cy, el enigm¨¢tico jardinero island¨¦s, autor de ese ins¨®lito libro de reflexiones que es El jard¨ªn perdido, escrito en 1912 y exhumado hace dos a?os, v¨ªa tambi¨¦n Martella, con quien el a?o pasado, a iniciativa suya, intercambi¨¦ unos cuantos correos que parece que se incluir¨¢n en un libro suyo que publicar¨¢ Elba el a?o pr¨®ximo.
Tal vez su primer correo me lo envi¨® Martella al sospechar que yo, recalcitrante esp¨ªa de los que ¡°prefieren no escribir¡±, hab¨ªa entrado en contacto con Ceri? y sab¨ªa hasta d¨®nde se encontraba la casa con jard¨ªn al norte de Croacia. De hecho, ya en su primer mensaje, me pregunt¨® directamente por el estado del jard¨ªn, como si diera por hecho que lo hab¨ªa visto. Lo que le respond¨ª fue atrevido, fue imprudente y, adem¨¢s, horrible, y a veces hasta me da miedo recordarlo, y pienso que ser¨¢ mejor que siga siendo secreto por un tiempo. Me lo he vuelto a decir hace un rato cuando he comprado Un peque?o mundo, un mundo perfecto, el t¨ªtulo que acaba de publicar Martella en Elba: una sucesi¨®n implacable de cr¨ªticas de jardines, con diatriba incluida para el muy desmesurado Versalles. Leer ah¨ª la palabra ¡°heter¨®nimos¡± en la breve y discreta solapa de ese libro me ha provocado una cierta sorpresa, aunque en el fondo, muy en el fondo, lo que la nota por fin desvela me lo esperaba, o tem¨ªa: ¡°Marco Martella (Roma, 1962) dirige la revista Jardins desde 2010 y bajo los heter¨®nimos de Jorn de Pr¨¦cy y Teodor Ceri?, ha publicado El jard¨ªn perdido (2018) y Jardines en tiempo de guerra (2018), respectivamente¡±.
?Por qu¨¦ le dir¨ªa aquello tan imprudente, tan horrible?
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