Cristina Rivera Garza: ¡°El pasado no est¨¢ en paz, nunca¡±
La escritora mexicana aborda en ¡®Autobiograf¨ªa del algod¨®n¡¯ la industria agr¨ªcola en M¨¦xico y c¨®mo esta transform¨® a su familia
¡°El algod¨®n me form¨®¡±, afirma en su ¨²ltima novela, Autobiograf¨ªa del algod¨®n, la escritora mexicana Cristina Rivera Garza, nacida en la ciudad fronteriza de Matamoros hace 56 a?os. Pero su libro, el primero de tres obras autobiogr¨¢ficas, parece inicialmente m¨¢s preocupado por la historia econ¨®mica de M¨¦xico que por narrar un relato ¨ªntimo y formativo. Empieza con la historia del escritor y activista Jos¨¦ Mar¨ªa Revueltas, quien document¨® una huelga en los a?os treinta hecha por trabajadores de algod¨®n en un peque?o pueblo al noreste de M¨¦xico. "Estos eran los verdaderos despose¨ªdos del r¨¦gimen'', escribe Rivera Garza. ¡°Aqu¨ª, a un lado de la frontera, en la frontera misma de todas las cosas, estaban los que no ten¨ªan nada, excepto fe.¡±
Uno de esos trabajadores fue su abuelo, Jos¨¦ Mar¨ªa Rivera Do?ez, un hombre que Rivera Garza nunca conoci¨® y del que su familia sab¨ªa poco. ¡°Esta es la historia de mis abuelos, abri¨¦ndose paso entre matorrales y huizaches,¡± dice este libro dedicado a la b¨²squeda de sus antepasados. ¡°La historia de c¨®mo una planta humilde y poderosa transform¨® las vidas de tantos, comunidades enteras, hasta el clima mismo.¡±
Rivera Garza, escritora y profesora de la Universidad de Houston, busc¨® a sus abuelos en archivos viejos de Monterrey y Washington D.C., pero su libro no es de historia. Se pregunta por el pasado y el presente citando a Walter Benjamin o a Heidegger, pero tampoco es un libro de filosof¨ªa. Se inventa las conversaciones ¨ªntimas de su abuelo paterno con sus primeras esposas, pero esto no es ficci¨®n tradicional. Autobiograf¨ªa de un algod¨®n, publicado el mes pasado por Random House, es un ¡°libro argumento¡±. Es sobre la suavidad y la crueldad de los monocultivos de algod¨®n entremezclados con la historia, real y ficticia, de sus antepasados. ¡°?El destierro de qui¨¦n o de qu¨¦ hace posible que yo est¨¦ aqu¨ª?¡± se pregunta.
Rivera Garza habla con El PA?S, desde Houston, sobre conectar los secretos m¨¢s dolorosos de su familia con la crisis del medio ambiente en M¨¦xico, la violencia contra las mujeres, o las elecciones en Estados Unidos.
Pregunta. Hace varios d¨ªas agricultores del noreste, en medio de una sequ¨ªa, tomaron una presa para detener el flujo de agua del r¨ªo Bravo que M¨¦xico entrega a EE UU, por un tratado de 1944. Su libro habla tambi¨¦n de esa lucha pol¨ªtica por el agua, pero en los a?os treinta, cuando el agua no era para Estados Unidos ni para la alfalfa, sino para la industria del algod¨®n. ?C¨®mo se transform¨® la pol¨ªtica del agua en ese momento?
Respuesta. Mire, ese es uno de los puntos fundamentales del libro: sin agua este libro no existir¨ªa. Sin lo que el Gobierno posrevolucionario de M¨¦xico trat¨® de construir, en t¨¦rminos de infraestructura del agua, este libro no existir¨ªa. Ocurri¨® justo despu¨¦s de la gesta revolucionaria, cuando los gobiernos triunfantes empiezan a organizarse. Uno de los puntos fundamentales fue tratar de transformar las tierras del norte en tierras agr¨ªcolas. Para poder llevar esto a cabo se necesit¨® la inversi¨®n tumultuosa, masiva, de obras de irrigaci¨®n, fundamentalmente presas.
Pero tambi¨¦n luego estaba ah¨ª, por supuesto, el R¨ªo Bravo. Se dieron una serie de debates y discusiones sobre el uso de sus aguas. Se trata de una discusi¨®n tremendamente importante, muy larga, con comisiones, debatiendo mil¨ªmetro a mil¨ªmetro los territorios que se estaban peleando. Una de las cosas que m¨¢s me impresion¨®, al estar revisando esas discusiones, es esa l¨ªnea imaginaria que existe, seg¨²n los tratados, justo en el medio del afluente del R¨ªo Bravo. Lo cual da pie a preguntas como: ¡°?Finalmente, qu¨¦ es una frontera?¡± o ¡°?c¨®mo puedes medir y contener esta l¨ªnea que se mueve en medio del agua?¡±
P. Los agricultores de algod¨®n en esa zona terminaron saliendo de all¨ª, en parte por una sequ¨ªa. ?Qu¨¦ nos ayuda a entender esta novela sobre el conflicto presente?
R. No hay viaje al pasado que no parta de preguntas urgentes en el presente. Este libro en general tiene que ver, a un nivel estructural, con el territorio, los recursos, la manera como distribuimos y cuidamos esos recursos. Est¨¢ por supuesto el agua, est¨¢ la tierra, est¨¢n los efectos del monocultivo en las comunidades humanas y no humanas. Y fen¨®menos como la sequ¨ªa son uno de los grandes motores de grandes procesos de migraci¨®n en la historia de M¨¦xico.
Hay una relaci¨®n org¨¢nica y fundamental que va de nuestro medio ambiente a nuestra vida interior, a nuestra vida emocional. A veces se ha tomado la novela como un lugar de exploraci¨®n de la vida interior de ciertas comunidades como si esta vida interior, estas emociones, se autogeneraran. A m¨ª en este libro me interesa mucho ver esa relaci¨®n org¨¢nica ante lo que sentimos o interpretamos, y el mundo que nos presenta condiciones concretas y materiales. Son condiciones ante las cuales tenemos que responder. En lugar de tener un punto antropoc¨¦ntrico, donde lo humano se explica s¨®lo a trav¨¦s de lo humano, me interesa descentrar ese punto de vista, y ponernos en un contacto muy estrecho con estas otras fuerzas que no est¨¢n inertes. Nos determinan y nos conforman de maneras fundamentales.
P. En el libro usted habla de los paralelos entre la historia del algod¨®n en Estados Unidos y la historia del algod¨®n en el norte M¨¦xico ?En qu¨¦ sentido las dos historias divergen y en cu¨¢les no?
R. Estados Unidos tiene una historia desde sus or¨ªgenes con la esclavitud. La esclavitud y el algod¨®n van mano con mano: esclavitud, algod¨®n y plantaciones. Es uno de los or¨ªgenes fundamentales de este pa¨ªs, uno de los or¨ªgenes que se niegan a ver. Es la gran tragedia del extractivismo y la explotaci¨®n.
Eso no correspond¨ªa en lo m¨¢s m¨ªnimo a la idea de este algod¨®n que, en los a?os treinta, el Gobierno de L¨¢zaro C¨¢rdenas ide¨® para la frontera al norte de M¨¦xico. Se trataba de producir algod¨®n en relaci¨®n a los procesos de distribuci¨®n de tierra. El algod¨®n estaba hermandado con la reforma agraria, con la posibilidad de que agricultores sin tierra se convirtieran en due?os, por primera vez. Todo lo contrario a la plantaci¨®n.
Sin embargo, en t¨¦rminos del da?o al suelo, el da?o al medio ambiente, el algod¨®n fue cultivado como un monocultivo para la exportaci¨®n. Las consecuencias ecol¨®gicas fueron tremendas. Produjo riquezas nunca antes conocidas en el ¨¢rea, una movilidad social de la que yo soy parte. Pero tambien a costa de un da?o al suelo y a la ecolog¨ªa, que yo creo, y ese es tambi¨¦n parte del argumento del libro, es responsable de abrirle eventualmente a la violencia.
P. El libro, adem¨¢s de ser una historia del algod¨®n en el norte de M¨¦xico, es sobre su familia, sobre sus abuelos en esa tierra. ?Por qu¨¦ unir las dos historias en un solo libro?
R. Yo he intentado darle m¨¢s atenci¨®n a esta relaci¨®n entre el cuerpo y el territorio. ?Qu¨¦ del territorio nos determina? Distintos tipos de cuerpos atraviesan estos territorios. No nada m¨¢s cuerpos humanos, sino cuerpos no humanos. Y pensando alrededor de estos principios fue que me di cuenta que ten¨ªa una historia fundamental que contar. Era una historia tangencialmente relacionada a m¨ª, porque viene de mi familia.
Es la historia de mis abuelos paternos migrantes, del centro de M¨¦xico hacia el norte: desde la zona del altiplano, hasta las minas de carb¨®n de Coahuila, y eventualmente a los campos de algod¨®n de Tamaulipas. Y de abuelos maternos que migraron en el sentido contrario: personas que hab¨ªan vivido toda su vida en Estados Unidos y fueron expulsadas durante los treinta, y llegaron tambi¨¦n a las mismas ¨¢reas donde estaba llevando a cabo la reforma agraria y la plantaci¨®n del algod¨®n. Me pareci¨® que eran historias lo suficientemente fascinantes, y desconocidas para m¨ª. Eran historias de las que yo sab¨ªa algo, pero realmente muy poco.
A veces te dicen: ¡°Habla de lo que sabes.¡± Yo siempre he cre¨ªdo lo contrario: hay que escribir de lo que uno no sabe. Y para escribir de lo que uno no sabe, hay que llevar a cabo procesos de investigaci¨®n m¨²ltiples. No es cierto que uno sepa de lo que le queda m¨¢s cerca. No es cierto que yo sepa de mi familia solo porque hago parte de mi familia. A veces la familia es la parte m¨¢s oscura, menos transparente, para nuestro conocimiento. Es nuestro punto ciego.
P. Hay dos documentos dolorosos que usted descubre en su b¨²squeda. El acta de matrimonio de su abuelo paterno con su abuela, en la que se escribi¨® que ¨¦l la ¡°rapt¨®¡± a ella. Luego, la foto de su abuela con un beb¨¦ en sus brazos en la frontera de Estados Unidos. ?Qu¨¦ descubri¨® sobre su familia con estos dos documentos?
R. Fueron momentos muy fuertes en el proceso de la escritura del libro, porque son documentos que de una manera u otra abren la discusi¨®n sobre la continuidad de la violencia de g¨¦nero en la historia de M¨¦xico. No una violencia de g¨¦nero abstracta, sino tejida en mi misma historia familiar.
Evidentemente, la definici¨®n de ¡°rapto¡± en inicios del siglo XX, en estos territorios, es distinta. Como lo digo en un cap¨ªtulo, el ¡°rapto¡± era una estrategia para eludir la autoridad paterna: para llevar a cabo matrimonios no consensuados por cuestiones econ¨®micas. De hecho, facilita el as¨ª llamado ¡°matrimonio por amor.¡± Hace posible que la gente se case sin necesidad de pagar grandes cuotas a las iglesias. Todo eso yo lo entiendo intelectualmente. Pero la palabra est¨¢ ah¨ª, y la palabra es problem¨¢tica. Yo pude haber optado por no mencionarlo, por simplemente dejarlo como un asunto menor. Pero no pod¨ªa hacer eso. Yo tuve que detener el libro por meses porque deb¨ªa debatir conmigo misma sobre la manera en que eso se relaciona con asuntos de violencia muchos m¨¢s recientes en mi familia, relacionados a cuestiones muy dolorosas, y personales, que tienen que ver con feminicidios.
La cuesti¨®n de la fotograf¨ªa de mi abuela para m¨ª fue otro momento central del libro. Esta es una foto que obtuve visitando el archivo de migraci¨®n de la librer¨ªa de Washington DC. Los pobres no dejan ni cartas, ni archivos, muchas veces ni fotograf¨ªas. Mi padre qued¨® hu¨¦rfano cuando ten¨ªa 7 a?os. Entonces cuando le mostr¨¦ la foto de su madre, era de las pocas veces que pudo ver el rostro de su madre. Fue un momento muy emotivo, y recordar a esta primera hija, que muri¨® tambi¨¦n muy chica, es esta continua invocaci¨®n de fantasmas.
Pero claro, los registros institucionales no est¨¢n hechos en piedra. Cambian constantemente. Incluso, los apellidos cambian. Mi abuelo empieza siendo Jose Mar¨ªa Rivera Do?ez y termina siendo Ya?ez. Mi abuela supuestamente hab¨ªa nacido en una fecha y, de acuerdo a lo que encontr¨¦ en los archivos, es otra fecha. Todo est¨¢ movi¨¦ndose, el pasado no est¨¢ en paz, nunca. Cuando lo invocamos, cuando lo leemos, regresa de m¨²ltiples maneras, dependiendo de la posici¨®n desde el presente en que la invocaci¨®n se lleva a cabo.
P. Hay tambi¨¦n un descubrimiento en los archivos sobre su pasado ind¨ªgena por su lado paterno, y me pregunto si esto hace parte de los silencios de la familia que logr¨® desenterrar.
R. Para m¨ª esa fue una de las grandes sorpresas del proceso de investigaci¨®n. Yo no lo sab¨ªa. Mi padre no lo sab¨ªa. He hablado con algunos hermanos de mi padre que tampoco lo sab¨ªan. Esto es parte de lo que personas como Y¨¢snaya Aguilar han hablado mucho, sobre c¨®mo el proceso de mestizaje no es tal. Que el proceso de mestizaje es un proceso de des-indigenamiento, m¨¢s para borrar la ra¨ªz ind¨ªgena, en lugar de esta supuesta fusi¨®n de razas.
Como parte de M¨¦xico, me he hecho la explicaci¨®n de mi constituci¨®n personal en base a este mito del mestizaje, muy Vasconcelista, de inicios del siglo XX, como esta ¡®raza c¨®smica¡¯. Sin embargo, sabemos que M¨¦xico entr¨® a su vida como pa¨ªs independiente siendo demogr¨¢ficamente un pa¨ªs ind¨ªgena.
Datos como los que encontr¨¦ en los registros de nacimiento y matrimonio me dicen que mi mestizaje es mucho m¨¢s reciente, viene de inicios y mediados del siglo XX. Los registros que permiten que exista la palabra ¡®ind¨ªgena¡¯, en el acto de nacimiento de mi abuelo, y en el acta de matrimonio con mi abuela, se dan en el centro de M¨¦xico, a trav¨¦s de una burocracia que est¨¢ haciendo esa pregunta. Cuando ellos dos migran hacia el norte, hay dos opciones. O el Estado ya no hace esa pregunta, y entonces hay un proceso sistem¨¢tico de borramiento. O ellos optan por no hablar de una condici¨®n que los puede poner en desventaja en los lugares a los que van. O ambas cosas. Eso contribuye a este borramiento, del cual por supuesto mi padre no se entera y tampoco yo.
Eso nos obliga a una reconsideraci¨®n amplia de nuestro bagaje familiar, pero tambi¨¦n de ese proceso de mestizaje oficial tan planito, casi arm¨®nico, del que se ha servido el Estado mexicano para cubrir una serie de tensiones con poblaciones ind¨ªgenas en M¨¦xico.
P. Este libro es un salto al pasado, en una zona fronteriza, y entonces evita concentrarse mucho en Donald Trump y lo que ha hecho en la frontera. ?Pero c¨®mo influy¨® la crisis migratoria y Trump en esta autobiograf¨ªa?
R. En distintos momentos de la escritura del libro estaba atenta a la realidad en la que vivo, especialmente cuestiones migratorias. Cuando empezamos a ver las noticias sobre estos grupos de migrantes atravesando a pie la rep¨²blica mexicana, cuando iban llegando a lugares como Tijuana o Matamoros, cuando empezaron a separar familias, cuando empezaron a poner ni?os en jaulas¡para m¨ª era imposible no pensar en el recorrido de mis abuelos. B¨¢sicamente es lo mismo. Casi las mismas rutas, con experiencias muy similares. M¨¢s que un obst¨¢culo fue como una especie de acicate, para ver c¨®mo la huella de una experiencia de 1930 sigue ampli¨¢ndose. Como se ahonda un recorrido, se bifurca, y adquiere caracter¨ªsticas del presente. Parten de una misma ra¨ªz: el proceso de despojo, el proceso de dislocaci¨®n, de fen¨®menos naturales como la sequ¨ªa. Fen¨®menos provocados por procesos de producci¨®n y por las fuerzas del capital. Hay aqu¨ª procesos naturales y procesos econ¨®micos que est¨¢n en la ra¨ªz misma de la violencia, que los migrantes han soportado por muchas generaciones.
Yo creo que hay dos tragedias de nuestra ¨¦poca, dos grandes guerras que estamos librando. Una es la guerra contra las mujeres y por otra parte la guerra contra la migraci¨®n. Son ejes fundamentales de nuestro tiempo y son centrales ahora mismo. Es lo que se est¨¢ discutiendo en las elecciones que vienen. Yo creo que estas preguntas van a la ra¨ªz misma del alma de este pa¨ªs, y de su lado m¨¢s oscuro. Y hemos visto desatadas las fuerzas del odio, de una manera aterradora, conforme pasan los d¨ªas. Yo no soy muy optimista respecto a lo que vaya a ocurrir a inicios de noviembre. Me parece que este lado oscuro de esta naci¨®n es poderoso, es fuerte, viene desde su ra¨ªz misma: las plantaciones, la esclavitud, la desposesi¨®n de los territorios a las comunidades de native americans, la desposesi¨®n y violencia contra los mexicanos en grandes regiones del sureste. Todas esas fuerzas est¨¢n vivas, y contra eso estamos luchando ahora.
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