Operaci¨®n blanquear el franquismo
Vox presenta como fraudulento al Gobierno del Frente Popular para legitimar la sublevaci¨®n militar
En el escrito en el que justifica su moci¨®n de censura contra Pedro S¨¢nchez, Vox asegura que el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, con la aplicaci¨®n de Ley de la Memoria Hist¨®rica de 2007, ¡°retir¨® todos los honores a personajes de la derecha [del periodo] 1931-78¡±. Sin embargo, si se pasea por muchas ciudades de Espa?a, uno se encuentra con calles dedicadas a Niceto Alcal¨¢-Zamora (Madrid), Diego Mart¨ªnez Barrio (Sevilla), Manuel Portela Valladares (Getafe) o Miguel Maura (Legan¨¦s). Todos ellos fueron pol¨ªticos de derechas, pero leales a la Rep¨²blica. Tambi¨¦n las hay dedicadas a personajes que empezaron siendo franquistas y defendieron luego la democracia, como Dionisio Ridruejo o Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez. Las que se han ido cayendo con cuentagotas del callejero, aunque quedan unas cuantas, son las avenidas de Jos¨¦ Antonio y el General¨ªsimo y las placas de homenaje a los generales que encabezaron la sublevaci¨®n del 18 de julio de 1936.
El rechazo a la ley de la memoria hist¨®rica es una de las se?as de identidad de Vox desde su fundaci¨®n, en 2014, y el hecho de que Mariano Rajoy no la derogase durante su mandato, una de sus m¨¢s amargas cr¨ªticas al PP. Sin embargo, el l¨ªder del partido, Santiago Abascal, ha evitado tradicionalmente meterse en el charco de justificar la dictadura y, cuando ha sido preguntado, ha insistido en que se trata de agua pasada que la izquierda se empe?a en remover como cortina de humo. ¡°Vox no tiene una postura sobre la Guerra Civil y el franquismo. Los espa?oles tenemos derecho a interpretar nuestro pasado cada uno como quiera¡±, declaraba en 2018.
La decisi¨®n de promover en el Ayuntamiento de Madrid la retirada de las calles dedicadas a Largo Caballero e Indalecio Prieto responde a un cambio de estrategia. Retorciendo el art¨ªculo 15 de la ley, que pide eliminar los s¨ªmbolos de ¡°exaltaci¨®n de la Guerra Civil¡±, Vox ha tratado, con apoyo del PP y Ciudadanos, de poner en la picota a las dos principales figuras del socialismo espa?ol de la primera mitad del siglo XX. Ya lo intent¨® Javier Ortega Smith, cuando acus¨® a las 13 rosas (las j¨®venes socialistas fusiladas en Madrid al inicio de la posguerra) de ¡°torturar, asesinar y violar¡±, una falsedad tan grosera que el fiscal ha pedido al Supremo que act¨²e contra el secretario general del partido ultra por un delito de odio.
La ofensiva contra Indalecio Prieto y Largo Caballero ha sido una reacci¨®n ante la decisi¨®n del Gobierno de aprobar una nueva ley de Memoria Democr¨¢tica, que ampl¨ªe y sustituya a la de Zapatero, reconocen fuentes de Vox. Pero el objetivo va m¨¢s all¨¢: se trata de contraponer un relato alternativo al que ha construido la investigaci¨®n hist¨®rica m¨¢s rigurosa, que la nueva ley quiere ense?ar en las escuelas.
No se trata solo de subrayar los cr¨ªmenes (reales algunos, imaginarios otros) de la izquierda espa?ola en los a?os treinta del siglo pasado, sino de cuestionar que el levantamiento del 18 de julio fuera un golpe de Estado contra un Gobierno leg¨ªtimo. El texto que justifica la moci¨®n de censura culpa a la izquierda de haber hecho ¡°descarrilar¡± a la Segunda Rep¨²blica con la quema de iglesias de 1931 y la Revoluci¨®n de Asturias de 1934, y de haber ganado el poder en febrero de 1936, ¡°adulterando las actas de las elecciones¡±.
El minucioso trabajo publicado en 2017 por Manuel ?lvarez Tard¨ªo y Roberto Villa Garc¨ªa (Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular) confirm¨® la manipulaci¨®n de actas electorales de algunos distritos en favor de la izquierda, pero eso no supone que una derecha que se presentaba dividida y estaba lejos de formar un bloque homog¨¦neo tuviera posibilidad alguna de gobernar, como ya advirti¨® el historiador Santos Juli¨¢.
La teor¨ªa de que el Gobierno de la Segunda Rep¨²blica era ileg¨ªtimo, fruto de un pucherazo, sirve a Vox para obviar que la rebeli¨®n militar fue un golpe de Estado. Seg¨²n el relato de su moci¨®n de censura: ¡°La sociedad espa?ola se dividi¨® en los a?os treinta en dos mitades, que lucharon a muerte en una guerra fratricida¡±. Una guerra en la que ninguno de los dos bandos tendr¨ªa superioridad moral o legal sobre el otro.
En el manifiesto que en el verano de 2018 suscribieron varios centenares de militares en la reserva, se proclamaba que Franco asumi¨®, ¡°en un momento crucial para la supervivencia de la Naci¨®n espa?ola, la responsabilidad que le entregaron sus compa?eros de armas para ejercer el mando ¨²nico de la Espa?a agredida y asediada por el comunismo internacional¡±. Dos de los firmantes de aquel manifiesto, los exgenerales Rosety y Asarta, se sientan hoy en los esca?os de Vox en el Congreso.
El texto registrado por el partido ultra en el Parlamento no va tan lejos, pero atribuye al Gobierno de S¨¢nchez el prop¨®sito ¡°de identificar eternamente a la Espa?a de izquierdas con la libertad y la democracia y a la de derechas con el crimen y el fascismo¡±. Lo que obvia es que hubo espa?oles de derechas que se alinearon con la libertad y la democracia frente al fascismo.
El pasado 9 de septiembre, Abascal sorprendi¨® a todos al asegurar en el pleno del Congreso que el Gobierno actual es ¡°el peor que ha tenido Espa?a en 80 a?os¡±, incluidos los de la dictadura. No fue un lapsus. Se trataba de homologar al Ejecutivo de coalici¨®n entre PSOE y Unidas Podemos (al que tacha de ¡°ileg¨ªtimo y criminal¡±) con los del Frente Popular. Y de trazar una l¨ªnea que no separe a las fuerzas pol¨ªticas entre dem¨®cratas y antidem¨®cratas, sino entre derecha e izquierda. Solo as¨ª puede Vox no quedarse solo en su moci¨®n de censura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.