Los 3.200 libros de Pardo Baz¨¢n atrapados en el Pazo de Meir¨¢s
Tras cuatro a?os de trabajo, la Real Academia Galega logra inventariar las obras que la viuda de Franco conserv¨® en la residencia. La instituci¨®n pedir¨¢ su protecci¨®n cultural
En la noche del 18 al 19 de febrero de 1978, meses antes de aprobarse la Constituci¨®n, un incendio que las autoridades del momento atribuyeron a un cortocircuito carcomi¨® las entra?as del pazo de Meir¨¢s. La voz de alarma corri¨® por Sada, y guardias civiles, militares y vecinos del municipio coru?¨¦s donde se yerguen las torres se lanzaron, con la ¨²nica luz de las linternas y los faros de los coches, a salvar de las llamas todo lo que pudieron. A la ma?ana siguiente, incontables objetos de valor se amontonaban como restos de una batalla en el jard¨ªn. La prensa de aquel d¨ªa citaba un piano de cola que hab¨ªan sacado a rastras varios periodistas, figuras, tapices, alfombras, cuadros, ¨¢nforas, muebles. Tambi¨¦n libros, bastantes libros, que tras sobrevivir al incendio acabaron empapados bajo esa lluvia que tantas veces irrumpe despu¨¦s de un fuego.
Aquel siniestro dej¨® Meir¨¢s inhabitable y la biblioteca que hab¨ªa sido de la mujer que precedi¨® a Franco en la posesi¨®n del inmueble, Emilia Pardo Baz¨¢n, qued¨® amputada. Cerca de 8.000 vol¨²menes fueron donados a la Real Academia Galega (RAG), cuya sede es precisamente la casa natal, y ahora museo y archivo, de la escritora en A Coru?a. Pero un n¨²mero indeterminado quedaron atr¨¢s, atrapados dentro de esa mansi¨®n que el mes pasado perdieron los nietos del dictador en primera instancia, despu¨¦s de que la juez Marta Canales reconociese al Estado como leg¨ªtimo propietario. Ahora se sabe que estos libros que permanecieron en Meir¨¢s, castigados despu¨¦s por d¨¦cadas de humedad, alcanzan la cifra de 3.200.
La Academia los ha inventariado en sucesivas visitas desde 2016, y se propone recuperarlos. La idea fue de Xulia Santiso, directora de la Casa-Museo de Emilia Pardo Baz¨¢n, que asumi¨® los contactos con Carmen Franco, y la Academia, que entonces presid¨ªa Xes¨²s Alonso Montero, se ampar¨® en que el pazo en s¨ª ya era Bien de Inter¨¦s Cultural (BIC) desde 2008 para poder entrar. Durante dos a?os, en visitas de periodicidad semanal, un equipo de investigadores dirigido por Cristina Pati?o fue recabando t¨ªtulos y referencias de los 3.200 vol¨²menes confinados. ¡°Muchos sal¨ªan pegados, con la encuadernaci¨®n de cuero fundida por el calor del incendio¡±, describe Santiso. Sobre los estragos sufridos tambi¨¦n testificaba en el reciente juicio de Meir¨¢s el suegro de una de las nietas de Franco, Fernando Quiroga: ¡°Sacas un libro de la estanter¨ªa y te salen seis juntos¡±.
Ahora, la RAG prepara la publicaci¨®n del inventario completo de la biblioteca de Pardo Baz¨¢n, con los libros que ya custodiaba y los que aspira a incorporar procedentes del pazo. Seg¨²n explica el actual presidente, V¨ªctor F. Freixanes, la instituci¨®n presentar¨¢ a la Xunta en pocos meses la solicitud de BIC para proteger como una ¡°unidad¡± toda la colecci¨®n que atesor¨® en vida la literata. En 1956, Blanca Quiroga, hija y heredera de Pardo Baz¨¢n, decidi¨® que a su muerte fuera donada a la Academia no solo la casa de la escritora en la calle Tabernas de A Coru?a sino todos los documentos, 420 libros y bienes que ella conservaba. La condici¨®n era que la instituci¨®n, de la que la escritora hab¨ªa sido nombrada presidenta honoraria en 1905, ¡°cuidase de su memoria y de su legado¡±, recuerda Freixanes. ¡°Nos sentimos herederos y depositarios de su patrimonio¡±, dice, ¡°y el patrimonio no son solo las piedras, sino el esp¨ªritu de una persona representada en sus libros¡±.
En Meir¨¢s hay dos bibliotecas. Una localizada en una estancia de la planta baja que hab¨ªa mandado construir Franco, en el ala que menos sufri¨® el incendio, y otra, la de Pardo Baz¨¢n, que ten¨ªa su epicentro en la Torre de la Quimera, la m¨¢s alta de las tres que integran el palacete y la favorita de la escritora. Desde esa habitaci¨®n que mira al jard¨ªn desde el que llamaba ¡°el balc¨®n de las musas¡±, a medida que fue acumulando vol¨²menes la condesa fue mandando construir librer¨ªas por otras salas, tambi¨¦n en su dormitorio. En las visitas al pazo, el gu¨ªa explica que la autora se levantaba a las cuatro y media de la ma?ana y se encerraba a trabajar en su despacho, rodeada por los libros.
El humo, m¨¢s que las llamas, da?¨® especialmente este sector del edificio (que 20 a?os despu¨¦s rehabilitaron los Franco), y en el af¨¢n de salvar la mayor cantidad de objetos posible buena parte de los libros fueron sacados al c¨¦sped en medio del caos. A la intemperie de aquel mes de febrero quedaron tanto los del general¨ªsimo como los de la condesa. El libro Meir¨¢s. Un pazo, un caudillo, un espolio (Fundaci¨®n Galiza Sempre), de los investigadores Carlos Bab¨ªo y Manuel P¨¦rez Lorenzo, relata que los ejemplares acabaron siendo resguardados en la capilla del propio palacete y en el cuartel de Infanter¨ªa, despu¨¦s de ser cargados en cuatro camiones por soldados de reemplazo.
Hoy se cree que en aquel suceso no se perdieron muchos vol¨²menes de los m¨¢s de 11.000 que guardaba la autora. Todos estaban identificados con cuidadosas fichas, y tal y como explica la directora del Archivo de la RAG, Mercedes Fern¨¢ndez-Couto, numerados con un cu?o rojo y organizados en varias estancias seg¨²n unos planos de pu?o y letra de Pardo Baz¨¢n que se conservan.
La escritora Marilar Aleixandre, que represent¨® a la Academia en la llamada Xunta pro-Devoluci¨®n do Pazo, defiende que los libros que duermen su letargo en Meir¨¢s desde la dictadura y aquellos otros que en el 78 fueron entregados por Carmen Polo a la RAG, por intermediaci¨®n del Ministerio de Cultura, conforman ¡°una biblioteca de autora¡±. ¡°En ellos se encuentran los temas que le interesaban, sus notas, las lecturas que influyeron en sus obras¡±, detalla. Lo que ¡°no se sabe", sigue, es "el criterio¡± que sigui¨® la viuda de Franco para decidir qu¨¦ libros se quedaban en Meir¨¢s y cu¨¢les se entregaban a la Academia. La instituci¨®n que vela por la lengua gallega custodia 7.423 vol¨²menes (de ellos casi 600 deteriorados) y restos de ¡°otros 450 irrecuperables pero de los que se conoce el t¨ªtulo¡±.
¡°?Europeic¨¦monos!¡±, clamaba en un art¨ªculo Pardo Baz¨¢n, una lectora voraz que viajaba con insistencia a Par¨ªs y otras capitales europeas donde pod¨ªa pasar d¨ªas enteros en librer¨ªas y bibliotecas. Adem¨¢s de muchas primeras ediciones y ejemplares dedicados por sus autores, en su colecci¨®n hay abundantes libros en franc¨¦s, ingl¨¦s, alem¨¢n, portugu¨¦s, italiano. Entre otros muchos ah¨ª est¨¢n Dumas, Balzac, Voltaire, Zola, Flaubert, Concepci¨®n Arenal, Gald¨®s, Valera, Pereda, o libros de consulta, de viajes y de ciencias como los del naturalista Alexander von Humboldt o los ensayos de John Stuart Mill. En general, la colecci¨®n aglutina los ¡°intereses¡± infinitos de ¡°una mujer abierta y apasionada, que gozaba de la vida¡±, define Aleixandre, que acaba de entregar a la Editorial Galaxia su ¨²ltimo trabajo, Movendo os marcos do patriarcado: O pensamento feminista de Emilia Pardo Baz¨¢n, escrito con Mar¨ªa L¨®pez S¨¢ndez.
Sin rastro de las cartas ¡°volc¨¢nicas¡± de Gald¨®s
Como narran Bab¨ªo y P¨¦rez Lorenzo, Franco mostr¨® desde su llegada a Meir¨¢s inter¨¦s por conservar la biblioteca de la antigua moradora de las torres. Desde Madrid, en 1940 viaja sucesivas veces el conserje de la Biblioteca Nacional, Evaristo Naya, para revisar, limpiar y empaquetar los libros en orden mientras los carpinteros reconstruyen las estanter¨ªas. En un informe, el encargado resta valor a la colecci¨®n de Pardo Baz¨¢n. Destaca que hay ¡°muy pocas encuadernaciones buenas¡± y que ¡°lo mismo se puede decir del m¨¦rito de los libros¡±. En a?os posteriores, en sus estancias en el caser¨®n el propio dictador fue seleccionando lotes de libros y se enviaron sucesivas remesas al gobernador civil, con instrucciones para que encargase ¡°su encuadernaci¨®n, como de costumbre, a los chicos [hu¨¦rfanos y necesitados] del Hogar Calvo Sotelo¡±.
Pero si los libros se conservan casi todos, no ocurre as¨ª con las cartas que envi¨® Benito P¨¦rez Gald¨®s a la escritora durante los a?os en que mantuvieron una fogosa relaci¨®n. El libro de P¨¦rez Lorenzo y Bab¨ªo relata la supuesta quema de aquellas misivas, presuntamente pecaminosas, durante la primera visita de Carmen Polo a Meir¨¢s. Seg¨²n esta versi¨®n, la esposa del dictador habr¨ªa actuado aconsejada por el p¨¢rroco. Julia Santiso reconoce la dificultad para confirmar este episodio, y explica que aunque a ella la hija de Franco le relat¨® estos hechos en un encuentro, a?os despu¨¦s se desminti¨® y cont¨® que las cartas de amor le hab¨ªan sido entregadas ¡°en una caja¡± a la hija de Pardo Baz¨¢n.
Pero en el legado entregado a la Academia, aquellas cartas de una relaci¨®n ¡°volc¨¢nica¡± (en palabras de Marilar Aleixandre) no estaban. De las que escribi¨® Gald¨®s, apenas se conserva una de 1883. Se puede intuir el tono, sin embargo, por la correspondencia enviada por Pardo Baz¨¢n que se guarda en la casa museo del escritor en Gran Canaria. Son 92 ep¨ªstolas que en 2013 vieron la luz juntas en el libro Miqui?o m¨ªo. Cartas a Gald¨®s de Isabel Parre?o y Juan Manuel Hern¨¢ndez (Turner). La relaci¨®n fue evolucionando desde el ¡°admirado maestro¡± y el ¡°amigo querido¡± de los primeros a?os hasta el ¡°ratonci?o¡±, ¡°dulce vidi?a¡±, ¡°miqui?o¡± o ¡°mon¨ªn¡± de 1888 y 1889. ¡°P¨¢nfilo de mi coraz¨®n: rabio tambi¨¦n por echarte encima la vista y los brazos y el cuerpote todo. Te aplastar¨¦. Despu¨¦s hablaremos dulcemente de literatura y de la Academia y de tonter¨ªas, ?pero antes morder¨¦ tu carrillito!¡±, escrib¨ªa la apasionada condesa en aquellas misivas. ¡°Hay en m¨ª una vida tal afectiva y f¨ªsica, que puedo sin mentir decir que soy tuya toda: Toda¡±.
Babelia
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