Massimo Cacciari: ¡°La Europa del euro ha sido un fracaso cultural y pol¨ªtico¡±
El fil¨®sofo italiano, que tambi¨¦n fue alcalde de Venecia, reflexiona sobre la deriva europea ante los retos de los pr¨®ximos tiempos
Massimo Cacciari (Venecia, 76 a?os), fil¨®sofo, es un influyente pensador que en su pa¨ªs ha alternado la experiencia pol¨ªtica, ¡ªcomo alcalde de Venecia, por ejemplo, cargo que ocup¨® entre 1993 y 2000 y entre 2005 y 2010¡ª, con la teor¨ªa. Sus ideas en torno al futuro de Europa, que subraya en esta entrevista hecha a partir de un cuestionario por correo electr¨®nico, han derivado hacia un pesimismo que le hace decir que ¡°la pol¨ªtica del euro¡± ha consolidado ¡°el fracaso pol¨ªtico y cultural¡± en que han derivado las esperanzas de un continente que no saldr¨¢ necesariamente mejor de la pandemia. Cacciari reclama una atenci¨®n decisiva de las humanidades para detener este descenso a los infiernos que tiene la propia met¨¢fora de Europa. Su ¨²ltimo libro publicado en Italia es Il lavoro dello spirito (¡°El trabajo del esp¨ªritu¡±).
Pregunta. ?Qu¨¦ transformaciones cree que causar¨¢ la pandemia?
Respuesta. La pandemia es un formidable acelerador de tendencias culturales y sociales que exist¨ªan desde hace d¨¦cadas. Tendencias sobre la organizaci¨®n general del trabajo, la hegemon¨ªa de los sectores econ¨®micos y financieros conectados a las nuevas tecnolog¨ªas, la crisis de las formas tradicionales de democracia representativa.
P. Ustedes viven su propia forma de populismo. A pesar de las diferencias que hay entre unos y otros populismos, ?tienen los mismos efectos en la vida pol¨ªtica?
R. Se ha hablado demasiado de populismo. Los problemas sobre los que realmente hay que reflexionar son los que he mencionado anteriormente. Todos los populismos son reacciones a ese proceso que trastoca antropol¨®gicamente nuestras vidas. Son fen¨®menos de resistencia reaccionaria y, por tanto, a la larga, completamente impotentes. El problema radica en que hoy no parece existir en el mundo occidental una ¨¦lite pol¨ªtica capaz de gobernar la transformaci¨®n en clave alternativa.
P. Plat¨®n cre¨ªa que la pol¨ªtica debe ser gobernada por fil¨®sofos. ?Lo cree?
R. No se trata del gobierno de los fil¨®sofos. El paradigma plat¨®nico, traducido a t¨¦rminos actuales, plantea la pregunta: ?es la pol¨ªtica una mala pr¨¢ctica, es un mero trabajo o, para funcionar, debe estar estructurada a trav¨¦s de la organizaci¨®n, la burocracia y las competencias? ?El pol¨ªtico debe ser producto de un sorteo o de una casualidad, o m¨¢s bien de un agotador proceso de formaci¨®n y selecci¨®n? En los or¨ªgenes del pensamiento democr¨¢tico la respuesta era evidente: la democracia es v¨¢lida como selecci¨®n de los mejores. ?Los valores de la democracia son aristocr¨¢ticos! Esta es la paradoja que hemos olvidado.
P. En los ¨²ltimos a?os ha reflexionado mucho sobre el humanismo. ?De qu¨¦ manera los grandes humanistas ayudan a entender y a repensar este presente?
R. He intentado ofrecer una imagen del humanismo en un sentido anti-antropoc¨¦ntrico, lejos de cualquier utopismo irenista-conciliador. El humanismo de Alberti, Valla, Maquiavelo, y tambi¨¦n de Guicciardini y Bruno. Son motivos que lo diferencian tambi¨¦n de la corriente mayoritaria de la filosof¨ªa propia de la revoluci¨®n cient¨ªfica. Y eso quiz¨¢ lo acerque a los problemas que dominan nuestra crisis.
P. Usted es un fil¨®sofo que reflexiona sobre los cl¨¢sicos. ?Sirven para iluminar un drama que hasta hace nada no pod¨ªamos ni imaginar?
R. A¨²n tenemos que entender a los cl¨¢sicos; nos esperan ma?ana. Representan todo lo que no es pasado, lo que no se ha consumado. Nunca est¨¢n de moda, no se adaptan a ninguna ¨¦poca. Aquellos que quieran pertenecer a su tiempo siempre ser¨¢n alcanzados y superados. Los cl¨¢sicos nos ense?an a no pertenecer nunca a ¨¦l.
P. Usted se ha referido a Europa como un proyecto que se autodestruye. Se refiere a la carencia de estudios cl¨¢sicos como un factor clave en la destrucci¨®n del saber. ?Cu¨¢les son las consecuencias de esta negligencia?
R. He trabajado mucho en la idea de Europa desde principios de la d¨¦cada de 1990. Fue mi Principio esperanza despu¨¦s de la ca¨ªda del Muro. Tambi¨¦n se han traducido al castellano mis libros Geofilosof¨ªa de Europa (1994) y El Archipi¨¦lago (1997). Hoy ya no podr¨ªa escribirlos. La Europa del euro ha sido un fracaso cultural y pol¨ªtico. O se reconoce fr¨ªamente o cualquier recuperaci¨®n ser¨¢ imposible. Sigue siendo necesario un espacio pol¨ªtico unitario de Europa (que solo puede concebirse de forma federalista), o ning¨²n Estado podr¨¢ resistir la competencia global, pero parece que se ha convertido en algo imposible. Europa huye, como Italia ante los ojos de Eneas, pero es hacia all¨ª hacia donde deber¨ªamos ir¡
P. M¨¢s all¨¢ de las religiones, la fe es un factor potente para afrontar los problemas de la vida, ha dicho. ?La ausencia de fe consolida el miedo que causa el virus?
R. Los cl¨¢sicos del pensamiento pol¨ªtico siempre han reconocido el papel esencial de la fe religiosa en los grandes procesos de transformaci¨®n social y pol¨ªtica. Si hoy ¡°Dios ha muerto¡±, la religi¨®n no ha sido destronada en absoluto. Es la religi¨®n ¡ªpero precisamente en el sentido lucreciano del v¨ªnculo opresivo¡ª del dinero, del intercambio, del proceder indefinidamente sin ning¨²n fin. La religi¨®n dominante es pura idolatr¨ªa supersticiosa.
P. La pandemia ha vuelto a poner de manifiesto la inmigraci¨®n como otro gran desaf¨ªo europeo. Y ah¨ª est¨¢ Lesbos como met¨¢fora del ego¨ªsmo humano.
R. La forma en que los Estados europeos han afrontado el gran problema de la inmigraci¨®n es la se?al m¨¢s dram¨¢tica de la miop¨ªa y el desamparo de Europa como sujeto pol¨ªtico. Han reducido un problema de ¨¦poca a problemas de emergencia o incluso policiales. Como si Europa no tuviera una necesidad vital, dada su tendencia demogr¨¢fica, de formidables flujos migratorios en su interior. Como si los movimientos b¨ªblicos de pueblos entre distintas zonas del planeta fueran un fen¨®meno que se pudiera frenar con muros, con el bloqueo de alg¨²n puerto o con unos vergonzosos campos de concentraci¨®n en Libia. Europa ha fracasado y sigue fracasando en su pol¨ªtica mediterr¨¢nea.
P. A lo largo de los a?os usted ha tenido estrecha relaci¨®n con pol¨ªticos, como Pasqual Maragall en Barcelona, o con instituciones como el C¨ªrculo de Bellas Artes, que le ha premiado. ?Qu¨¦ percepci¨®n tiene del papel que nuestro pa¨ªs tiene en la construcci¨®n europea?
R. No veo en qu¨¦, esencialmente, se distingue la pol¨ªtica espa?ola de la de los dem¨¢s Estados europeos. No he o¨ªdo que se pronuncie de forma aut¨®noma sobre ninguno de los temas principales que, dir¨ªa yo, ni siquiera se han comprendido adecuadamente (como la inmigraci¨®n). Creo, me gustar¨ªa a?adir, que la forma en que se ha abordado la dram¨¢tica cuesti¨®n catalana es una demostraci¨®n de una forma mentis centralista rayana en lo autoritario, que contradice esa perspectiva de unidad europea como aut¨¦ntico foedus entre naciones, que es (o era) la m¨ªa.
P. Se critica el liderazgo alem¨¢n de Europa. Pero, ?hay una alternativa?
R. Lo he repetido varias veces. No hay federaci¨®n de Estados europeos si falta el federador. Y el federador solo puede ser el pa¨ªs que ejerce el mayor poder, y no solo econ¨®mico, es decir, Alemania. Si Alemania insiste en que no quiere ser el l¨ªder de un proceso bien fundado de unidad pol¨ªtica europea, basado en la cooperaci¨®n y la solidaridad, este proceso se detendr¨¢ definitivamente en su dimensi¨®n meramente mercantil.
P. En su ¨²ltimo libro parece hablar de una pol¨ªtica inerme entre la econom¨ªa y la t¨¦cnica. De esta pandemia, ?la pol¨ªtica saldr¨¢ m¨¢s fuerte o m¨¢s d¨¦bil?
R. La lecci¨®n weberiana en la actualidad ¡ªa la que he dedicado mi ¨²ltimo ensayo¡ª, ense?a que el pol¨ªtico contempor¨¢neo debe reconocer el poder del aparato, del sistema t¨¦cnico-cient¨ªfico-econ¨®mico-productivo. Pero, al mismo tiempo, debe saber competir y testar en conflicto consigo mismo seg¨²n su propia vocaci¨®n, o su propio deber-ser. Y esto solo puede expresarse en la voluntad de liberarse de cualquier forma de coacci¨®n, dependencia, del trabajo como castigo, imposici¨®n. Prop¨®sito de alguna manera inmanente en la misma filosof¨ªa, que ha guiado a la ciencia europea desde sus or¨ªgenes. Para Weber, esta perspectiva parec¨ªa muy poco probable hace ya un siglo. Hoy quiz¨¢ sea imposible: en los grandes imperios, la dimensi¨®n pol¨ªtica es ya un todo con el sistema t¨¦cnico-econ¨®mico, dando lugar a una nueva forma de capitalismo pol¨ªtico. Realmente se necesitar¨ªa otro El capital para analizarlo.
P. Usted es uno de los grandes fil¨®sofos contempor¨¢neos que ha hecho pol¨ªtica toda su vida. ?Esa relaci¨®n de intelectuales y pol¨ªticos est¨¢ ahora superada?
P. La ¨¦lite actual se va perfilando, de hecho, como una simbiosis entre formidables aparatos burocr¨¢ticos, dirigentes pol¨ªticos y l¨ªderes de grandes empresas multinacionales. Entre estas dimensiones subsiste un intercambio continuo, tambi¨¦n personal. Cada una reconoce la necesidad de la otra y est¨¢ lista para apoyarla. En imperios que a¨²n presentan una forma democr¨¢tica, pueden surgir conflictos, pero, cada vez con m¨¢s frecuencia, se superan sin dificultad. En imperios autoritarios, de momento, ni siquiera se conciben. Pero el mecanismo es el mismo. Los aparatos de comunicaci¨®n, informaci¨®n y desinformaci¨®n giran en torno a este n¨²cleo fuerte. El espacio para una ¨¦lite cr¨ªtica, orientada a la de la pol¨ªtica como vocaci¨®n, independiente del sistema econ¨®mico-financiero, se reduce cada d¨ªa. Sin embargo, a¨²n no es su destino desaparecer.
P. En la izquierda italiana usted ha sido un gran defensor del federalismo. ?Esta pandemia har¨¢ regresar nuevas olas de centralizaci¨®n?
R. La idea federalista es que el poder pol¨ªtico se fortalece precisamente al articularse y diferenciarse. Se basa en la responsabilidad de cada parte; en la capacidad de cada elemento del conjunto para responder, en la medida que le corresponde, a las necesidades del sistema. Mayor poder significa mayor responsabilidad. La idea federalista se basa en la creencia de que una organizaci¨®n no centralista, no jer¨¢rquico-piramidal funciona mejor, garantiza m¨¢s eficiencia que la forma de Estado tradicional; no es un obst¨¢culo, sino que favorece la velocidad de la toma de decisiones. La resistencia de los viejos aparatos burocr¨¢ticos y pol¨ªticos ha impedido hasta ahora que se llegue siquiera a experimentar esta idea. Y, sin embargo, la unidad pol¨ªtica europea nunca podr¨¢ lograrse si no es bas¨¢ndose en ella.
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