El teatro pone cuerpo a la novela
Coinciden en los escenarios espa?oles adaptaciones de tres grandes t¨ªtulos de la historia de la literatura:¡¯Pedro P¨¢ramo¡¯, ¡®Mujercitas¡¯ y ¡®El cuaderno dorado¡¯
Dice el dramaturgo catal¨¢n Pau Mir¨® que cuando sali¨® por primera vez a pasear despu¨¦s de los tres meses de confinamiento que se vivieron en Espa?a en primavera le pareci¨® estar atravesando las calles de Comala, el pueblo en el que transcurre Pedro P¨¢ramo, la paradigm¨¢tica novela de Juan Rulfo, que anticip¨® en 1955 el boom literario que estallar¨ªa en Latinoam¨¦rica en la d¨¦cada siguiente con el realismo m¨¢gico como g¨¦nero de bandera. ¡°Sent¨ª la misma sensaci¨®n de irrealidad que al leer el libro. Esa atm¨®sfera rara, el mismo vac¨ªo¡ y esos personajes que no se sabe si est¨¢n vivos o muertos¡±, recuerda el autor. ¡°Quiz¨¢ fuera sugesti¨®n m¨ªa, porque durante el encierro estuve trabajando para adaptarla al teatro, pero lo cierto es que cuando sal¨ª de nuevo a la calle me di cuenta de por qu¨¦ volvemos siempre a los cl¨¢sicos: son pilares que nos sirven para descifrar y contar el presente. Ahora m¨¢s que nunca en este tiempo confuso necesitamos fuentes s¨®lidas como esta¡±.
Ma?ana se estrena en el Matadero de Madrid ese Pedro P¨¢ramo que Mir¨® reimagin¨® durante el confinamiento, con puesta en escena de Mario Gas y los actores Vicky Pe?a y Pablo Derqui dando vida a m¨¢s de una decena de personajes. Pero no es la ¨²nica novela que se sube a las tablas estos d¨ªas. En el Teatro Espa?ol de Madrid se presenta esta noche una versi¨®n lib¨¦rrima de las Mujercitas de Louisa May Alcott y el Lliure de Barcelona retoma ma?ana las funciones de la adaptaci¨®n de El cuaderno dorado, de Doris Lessing, que se vieron interrumpidas en marzo por la pandemia.
El trasvase de textos narrativos a los escenarios es continuo, sobre todo de los t¨ªtulos considerados ¡°cl¨¢sicos¡±, quiz¨¢ por el reto que supone para los creadores poner cuerpo a lo que imaginaron ley¨¦ndolos y tambi¨¦n, seg¨²n confiesan muchos, por la libertad que entra?a partir de una obra que no lleva consigo instrucciones para su puesta en escena, como suele ocurrir con los textos dram¨¢ticos: en este caso, todo lo decide el adaptador.
Pero ?c¨®mo convertir en teatro una novela tan metaf¨®rica como Pedro P¨¢ramo? ?O c¨®mo hacer una Mujercitas despu¨¦s de sus versiones cinematogr¨¢ficas y sus muchas reescrituras? ?Y c¨®mo sintetizar esa novela de casi 1.000 p¨¢ginas que es El cuaderno dorado, de estructura fragmentada, con muchos saltos de tiempo y lugar? No hay recetas, pues cada proyecto responde a un impulso diferente. El de Mir¨® fue el deseo personal de reconstruir el universo m¨¢gico de Pedro P¨¢ramo. Carlota Subir¨®s, que firma tanto la adaptaci¨®n como la puesta en escena de El cuaderno dorado, confiesa que la empuj¨® su fascinaci¨®n por este libro. Y la dramaturga Lola Blasco ha optado por la reescritura total de Mujercitas.
Si el objetivo es ser fiel, hay que intentar ser invisible, seg¨²n Mir¨®. ¡°He intervenido poco. He seleccionado, aclarado y ordenado las escenas para que el p¨²blico no se pierda, porque la novela es muy compleja y el espectador no tiene la posibilidad de volver atr¨¢s si no entiende algo, como ocurre en el proceso de lectura. Tambi¨¦n he evitado los pasajes m¨¢s descriptivos y me he centrado en los di¨¢logos¡±, explica.
M¨¢s dif¨ªcil parece trasladar la atm¨®sfera del realismo m¨¢gico al escenario. ¡°Ese ambiente que parece realista, pero que no lo es. Ese di¨¢logo entre las dos orillas, la de los vivos y la de los muertos. Eso es lo complicado. Me ha inspirado Valle-Incl¨¢n, que es la conexi¨®n m¨¢s cercana que tiene el teatro europeo con el realismo m¨¢gico¡±, comenta Mario Gas. Sin embargo, aclara: ¡°Igual que el libro no lo da todo hecho, tampoco yo he querido hacerlo, pues lo m¨¢s sugerente de Pedro P¨¢ramo es que invita al lector (en este caso, p¨²blico) a elaborar sus propias im¨¢genes¡±.
Para Carlota Subir¨®s, lo importante era mantener la estructura de El cuaderno dorado. ¡°Es uno de los grandes hallazgos de esta novela y su gran aportaci¨®n a la historia de la literatura. Lessing fragmenta su propia biograf¨ªa en cuadernos a los que atribuye diferentes colores seg¨²n su tem¨¢tica, desde su infancia en ?frica hasta su conversi¨®n en escritora y su vida ¨ªntima, lo que acaba confluyendo en el cuaderno final, el dorado. Lo desordena todo para poder entenderlo y darle un sentido¡±, apunta.
La fragmentaci¨®n, por otra parte, no es un recurso ajeno al teatro. ¡°Es una estructura maravillosamente esc¨¦nica y ofrece muchas posibilidades. No es f¨¢cil, requiere un proceso de destilaci¨®n brutal y muchas renuncias, pero es la esencia de esta novela. Yo he optado por convertir cada cuaderno en esa especie de ¡®habitaci¨®n propia¡¯ que reclamaba Virginia Woolf, en la que el personaje central, Anna Wulf, trasunto de Lessing, narra sus vivencias ¨ªntimas. No olvidemos que Wulf es un homenaje a Woolf y que con este libro Lessing quiso hacer precisamente eso: tomar la palabra, narrarse como ¡®mujer libre¡¯, en un tiempo en el que todav¨ªa no era habitual [la novela se public¨® en 1962]¡±, recuerda Subir¨®s.
Cuenta Lola Blasco que cuando sali¨® de ver con la directora Pepa Gamboa la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de Mujercitas que estren¨® Greta Gerwig el a?o pasado, ya ten¨ªa avanzada su versi¨®n y decidi¨® cambiarlo todo. ¡°Me di cuenta de que era imposible llevar al teatro esas descripciones y esos paisajes maravillosos que tiene la novela y que s¨ª pueden reproducirse en el cine. As¨ª que decid¨ª escribir algo totalmente nuevo, crear un espacio donde las protagonistas del libro pudieran hablar de todo; imaginar de qu¨¦ hablar¨ªan cuando no estuvieran presentes los hombres¡±.
Tanto cambi¨® Blasco que incluso modific¨® el t¨ªtulo: En palabras de Jo¡ Mujercitas. ¡°El hilo narrativo es el proceso de escritura de la novela y Jo es una especie de trasunto de la autora. De ah¨ª el nuevo t¨ªtulo¡±, explica. Lo que no var¨ªa en la versi¨®n es la ¨¦poca. ¡°No tendr¨ªa sentido traer al presente a estas mujeres. Podemos comprender sus conflictos, pero su feminismo es del siglo XIX. La novela no es feminista como hoy entendemos el feminismo, sino realista: cuenta la vivencia de esas mujeres en su tiempo. Y eso es lo que he querido hacer tambi¨¦n¡±, concluye la dramaturga.
Babelia
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