El miedo y el aprendizaje de los etarras que renegaron de ETA
Jon Viar, hijo de un exterrorista opuesto a la violencia, presenta ¡®Traidores¡¯, donde relata las ra¨ªces sociales y familiares de la banda
Un chaval usa gafas de sol y se cubre cabeza y rostro con un pasamonta?as. Habla en nombre de la banda terrorista ETA. Parece una declaraci¨®n oficial, pero se trata tan solo de un ni?o de 13 a?os que ama el cine y empieza a darse cuenta de que odia esa violencia que planea sobre el Pa¨ªs Vasco en la d¨¦cada de los noventa. Se llama Jon Viar y su padre, I?aki, le confes¨® cuando ten¨ªa ocho que hab¨ªa pertenecido a ETA y que hab¨ªa estado en la c¨¢rcel. Varias d¨¦cadas despu¨¦s, cualquier muchacho puede jugar a ser cineasta, pero muy pocos pueden conocer el dolor y el significado de ETA.
Jon Viar, de 34 a?os, ha presentado en el festival de cine Seminci de Valladolid su documental Traidores, donde recoge la persecuci¨®n que su progenitor y otros tantos exetarras sufrieron porque renegaron de la violencia. Todo con la aquiescencia de los partidos pol¨ªticos que, ni en democracia, fueron capaces de denunciar con firmeza el horror sembrado en territorio vasco.
El documental trata de explicar c¨®mo el radicalismo se asent¨® en un nacionalismo que inocul¨® su rabia y su odio en una generaci¨®n dispuesta a liquidar a quien le rebatiera. ¡°Distintos o diferentes es el nombre elegante de la xenofobia¡±, se dice en la cinta. I?aki Viar ratific¨® este pensamiento en la c¨¢rcel, donde pas¨® ocho a?os tras colocar una bomba en Bilbao, aunque no hubo v¨ªctimas. Posteriormente abraz¨® la psicolog¨ªa y el psicoan¨¢lisis para acabar descubriendo en su familia el poso que lo contamin¨® y le hizo cometer graves errores de los que supo arrepentirse. El director explica que su obra se sit¨²a entre 1998 y 2020, como si cuando era un chiquillo ya conociese el guion que intentar¨ªa plasmar ya de adulto. ¡°Yo era un chico consciente del terrorismo y de ETA, en mi entorno no era tan habitual¡±, afirma Viar, que trata de desmontar el argumentario abertzale.
El cineasta se apoya en im¨¢genes de producci¨®n familiar, de archivo y grabadas en la actualidad tanto en suelo vasco como en el penal de Segovia, donde su padre pas¨® parte de su estancia como preso y traz¨® un frustrado plan de fuga. El peque?o Viar ya reprodujo, con una crudeza llamativa en un adolescente, escenas como los secuestros de Miguel ?ngel Blanco o la intr¨ªnseca cobard¨ªa de quienes asesinaban con un tiro de espalda. Solo que mientras ¨¦l disparaba con cartuchos de fogueo, ETA recurr¨ªa a la p¨®lvora y a las balas.
La banda ¡°asesin¨® al torturador franquista Melit¨®n Manzanas y a v¨ªctimas de Manzanas¡±, denuncia el director. Su labor en el documental consiste en ¡°ordenar la realidad¡± para ayudar a comprender un horror que dur¨® demasiado. ETA anunci¨® su total disoluci¨®n en 2018 con un historial de casi 1.000 v¨ªctimas mortales e incontables afectados por un argumentario enraizado en el ¡°racismo¡±, seg¨²n los dos Viar.
El nacimiento de su documental llega en un momento donde proliferan los retratos audiovisuales de la banda. Jon cree que hay dos perfiles: uno que intenta plasmar el horror y otro que lo disimula. Prefiere no criticar a sus compa?eros de gremio y espera que esta cantidad de producciones se traduzca en un mayor conocimiento sobre esa historia reciente que los libros de texto no terminan de recoger.
El exetarra I?aki Viar, de 73 a?os, deja a un lado el sombrero que cubre su pelo blanqu¨ªsimo. La pel¨ªcula, que tilda de ¡°dura, dolorosa y triste¡± lo ha emocionado, pero no tarda en expresar con vehemencia lo ¡°incomprensible¡± que resulta que una corriente como la de ETA, con tintes ¡°fascistas¡±, sobreviviera con apoyo social tras la dictadura. Este psicoanalista reconoce que, como teoriz¨® Freud, todo hombre ¡°tiene que matar a su padre¡±, y que ese fue el primer paso para desmarcarse de un legado familiar nacionalista. Viar senior no reprueba que el pasado etarra se borre de la memoria colectiva ¡ª¡°el olvido es un mecanismo de defensa¡±¡ª pero censura que tanto en el Pa¨ªs Vasco como en el resto de Espa?a no haya el suficiente recuerdo a aquel ¡°terror consolidado¡±. Este ¡°traidor¡± para tantos excompa?eros y para cierto sector de la sociedad vasca piensa que creaciones como las de su hijo ¡°algo muestran¡± y pueden generar preguntas a los espectadores. A su juicio, Jon, que se declara defensor de los valores de la Ilustraci¨®n, ha conseguido evidenciar una realidad: c¨®mo el mayor de los horrores se puede gestar en la intimidad.
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