La vida fue cruel con Azucena, la diosa del ¡®heavy¡¯ espa?ol
Un documental y un disco ponen el foco en las pioneras del rock duro. As¨ª fue la desdichada historia de la m¨¢s popular
Tomaba el escenario al asalto. Vestida con ce?idos pantalones de cuero y cors¨¦. El brazo cubierto, de la mano al codo, con un guante de tachuelas. A veces sacaba un l¨¢tigo y lo hac¨ªa restallar, ?zas! Cantaba abriendo mucho los ojos. Bramaba heavy metal. Un d¨ªa, sali¨® ante el p¨²blico, aull¨® ¡°buenas noches, Madrid" y golpe¨® el pie del micr¨®fono sobre sus muslos con tanta fiereza que lo parti¨®. Desprend¨ªa carisma, arrollaba, el p¨²blico la adoraba, era la Lola Flores del metal¡ Pero, de repente, su vida se fundi¨®. 40 a?os despu¨¦s hay algunos que piden perd¨®n. ¡°Fuimos injustos, la boicoteamos, le hicimos la vida imposible. Y yo contribu¨ª a ello¡±, recuerda Bernardo Ballester, bater¨ªa del grupo Santa, al frente del cual Azucena Mart¨ªn-Dorado consigui¨® la gloria y la desdicha.
Azucena (a secas, as¨ª era su nombre art¨ªstico, en su ¨¦poca en solitario Azuzena) era lesbiana y no lo ocultaba en unos a?os, inicio de la d¨¦cada de los ochenta, en los que ninguna cantante (ni casi nadie con presencia p¨²blica) lo reconoc¨ªa. Azucena era mujer en un terreno testoster¨®nico. Azucena no era heavy de pura cepa: le gustaba tanto Roc¨ªo Jurado como Judas Priest. Azucena no se dejaba dirigir ni manipular. Y cuentan que era noble en un ecosistema habitado por tiburones. Muri¨® en 2005 con 49 a?os. Llevaba retirada m¨¢s de una d¨¦cada, asqueada con el trato que le dio la industria musical. En sus ¨²ltimos a?os regent¨® un chiringuito de rock en Alicante. Le iba bien. Hasta que la ley de costas lo clausur¨®. Poco tiempo despu¨¦s falleci¨® en su casa de forma s¨²bita.
La emblem¨¢tica cantante es una de las protagonistas del disco (ya a la venta) y el documental Ellas son el¨¦ctricas (previsto para diciembre), un proyecto de los investigadores del patrimonio musical espa?ol Leo Cebri¨¢n y Paco Manj¨®n que pone el foco sobre un colectivo al que se le neg¨® protagonismo: las mujeres que, entre 1982 y 1991, decidieron hacer rock duro en Espa?a. Al lector no metido en el g¨¦nero le asaltar¨¢ la pregunta: ?Existieron f¨¦minas en el rock espa?ol en aquella ¨¦poca? ¡°S¨ª, claro que existieron. Lo que pasa es que ninguna trascendi¨® porque era un mundo de hombres y adem¨¢s el establishment rechaz¨® al heavy por prejuicios. Azucena fue la primera mujer estrella del rock espa?ol. Era una artista suprema¡±, se?ala Manj¨®n.
En El Molino Rojo
Para conocer la pasta de la que estaba hecha esta artista es necesario acudir a locales como El Molino Rojo, en Barcelona, donde actuaba como vedette su madre, Conchita Loren. ¡°Me llevaba a Azucena a todos los lados, aunque eso al principio no le hac¨ªa gracia. Pero es que no ten¨ªa con qui¨¦n dejarla. Un d¨ªa, en un teatro, me puse enferma y ella se ofreci¨® a salir. Ni siquiera sab¨ªa que le gustara. Ten¨ªa solo cuatro a?os. La gente se volvi¨® loca con su forma de cantar por Manolo Caracol¡±, cuenta la madre en el documental, hoy con 83 a?os. Ese fue el caldo de cultivo de la cantante. Acompa?ando a sus padres (¨¦l era guitarrista) en un coche sin calefacci¨®n por pueblos para ofrecer espect¨¢culos musicales y de humor con su punto picante. Eran los a?os sesenta en Espa?a. Se ha rescatado una grabaci¨®n suya en El Molino Rojo donde despliega su magnetismo, ya con 17 a?os.
Podr¨ªa haber seguido potenciando ese trabajo junto a sus padres, pero se independiz¨®. Viaj¨® de Barcelona a Madrid, donde hab¨ªa nacido en 1955. Trabaj¨® en el teatro y poniendo voz a algunos anuncios. Telefoneaba a espacios de m¨²sica dura en la radio y cantaba temas de Janis Joplin. En los locales de ensayo de Tablada 25 entr¨® en contacto con la escena musical madrile?a. Mont¨® un grupo llamado Hurac¨¢n. Dos miembros de Ob¨²s (banda ya asentada a mediados de los ochenta), el bajista Juan Luis Serrano y el bater¨ªa Fernando S¨¢nchez, en busca de grupo nuevo al que apadrinar, los vieron. Solo les gust¨® ella y la convencieron para que les dejara con la promesa ¡°de formar una banda con grandes m¨²sicos de rock¡±. El elegido fue Jero Ramiro, un excelente guitarrista que ya ten¨ªa bastante nombre. ¡°En el escenario era una artista como no he encontrado otra igual. Arrasaba¡±, cuenta Ramiro, que sigue en activo con la banda Saratoga y dando clases de guitarra.
El grupo se llam¨® Santa. El primer disco, Reencarnaci¨®n (1984), fue un ¨¦xito. Cuando salieron a la carretera comenzaron las fricciones. ¡°Ah¨ª empez¨® una lucha entre Jero y ella. Yo me posicion¨¦ con Jero. Fui un imb¨¦cil. En realidad, ella no se fue: le indicamos la puerta de salida¡±, se?ala Ballester. No est¨¢ de acuerdo Jero Ramiro: ¡°Azucena era una persona fuerte en el escenario, pero muy influenciable cuando estaba fuera. Es verdad que tuvimos divergencias. Ella ten¨ªa una m¨¢nager personal. Viajaban aparte. Cuando toc¨¢bamos en una ciudad buscaban un hotel o alquilaban una habitaci¨®n para maquillarla y vestirla. Eran tiempos duros para el heavy. No ten¨ªamos ni camerinos. Hab¨ªa que adaptarse, pero Azucena ven¨ªa del mundo de la revista y quer¨ªa sus peque?os lujos. A ella la convencieron para dejar el grupo y lanzarla en solitario¡±. Ballester recuerda episodios tensos: ¡°Sub¨ªamos el volumen de los instrumentos para que ella forzara la voz. Jero y Azucena luchaban a empujones por estar en el centro del escenario. Cuando ¨ªbamos a entrevistas quer¨ªan hablar solo con ella, claro, porque era la estrella. Pero lo evit¨¢bamos. S¨ª, quiz¨¢ Azucena no sab¨ªa el nombre del bajista de Judas Priest, pero en directo era m¨¢s heavy que ninguno¡±.
El segundo ¨¢lbum de Santa, No hay piedad para los condenados (1985), solo vendi¨® 7.000 ejemplares frente a los 20.000 del primero. La cantante abandon¨® para lanzarse en solitario. Suaviz¨® su estilo presionada por la discogr¨¢fica con el objetivo de entrar en el mercado comercial. Pero sus dos trabajos en solitario (La estrella del rock, 1988, y Liberaci¨®n, 1989) pasaron desapercibidos. Santa, por su parte, descarril¨® con una nueva vocalista, la argentina Leonor Marchesi. "Coincidieron dos cosas: mi salida de Chapa Discos [la discogr¨¢fica, casa del rock espa?ol] y la llegada del PSOE al poder, que se olvid¨® de nosotros para apoyar a la movida. Esto hundi¨® al rock duro. Los grupos se quedaron hu¨¦rfanos a mediados de los ochenta. Recuerdo que Manuel Mart¨ªnez, de Medina Azahara, tuvo que volver a la alba?iler¨ªa. Una pena, porque Azucena fue la gran dama del heavy espa?ol. Una luchadora, con una capacidad de transmisi¨®n incre¨ªble. Pero se qued¨® frustrada con el sistema. Acab¨® poniendo copas¡±, cuenta Vicente Mariskal Romero, fundador de Chapa Discos.
Con su nueva propuesta musical la cantante recibi¨® la indiferencia de los dos sectores: los heavies no aceptaron que se suavizara y los medios comerciales la ve¨ªan demasiado rockera. Ballester toc¨® la bater¨ªa en un concierto con una Azucena en horas bajas, en 1991: ¡°Apenas pudo acabar. Estaba fuera de forma. All¨ª ya nos dijo: 'Chicos, vamos a dejarlo por un tiempo¡±. Ballester le pidi¨® disculpas por el trato que le hab¨ªa dado en Santa: ¡°Ella era muy buena gente: ¡®No te preocupes, Bernardo, todo est¨¢ olvidado¡¯, me dec¨ªa¡±.
A principios de los noventa mont¨® un pub en Lavapi¨¦s (Madrid), El Infierno. Al poco lo cerr¨® y se march¨® a Alicante para inaugurar un chiringuito a escasos 20 metros del mar, en la Playa del Coc¨®. Salvador Dom¨ªnguez, guitarrista y bi¨®grafo del rock espa?ol, frecuent¨® el bar, cuando se traslad¨® a vivir a Alicante: ¡°El local iba como un ca?¨®n. Se cerraba de madrugada y siempre estaba lleno. Ella era encantadora, una persona ¨ªntegra. Se la ve¨ªa feliz en su chiringuito¡±. Jos¨¦ Mar¨ªa Esteban, periodista y m¨¢nager de m¨²sicos, mantuvo el contacto con ella cuando dej¨® la m¨²sica. ¡°Tuvimos muchas conversaciones mientras estaba en el chiringuito. Se mostraba desenga?ada. Nunca criticaba a nadie en concreto, dec¨ªa que la hab¨ªa utilizado la industria musical, el sistema, que no la hab¨ªan dejado desarrollar una carrera. Echaba mucho de menos el escenario¡±, se?ala Esteban. A principios de los 2000 la cantante recibi¨® otro golpe: su exitoso chiringuito se clausura atendiendo a la ley de costas, que acab¨® con muchos locales a pie de playa.
¡°Meses despu¨¦s de cerrar me encontr¨¦ con ella en un club alicantino, Clan Cabaret. La vi bien, feliz. Quer¨ªa que le enviase algunas fotos que le hab¨ªa hecho¡±, se?ala Esteban. Azucena regresa a su ciudad, Madrid, para hacer un ¨²ltimo intento de relanzar su carrera musical. En 2004 el programa de Mariano Garc¨ªa, Disco-Cross, emite un mensaje de ella: ¡°Hola, soy Azucena. Espero que os acord¨¦is de m¨ª. Dentro de poco tendr¨¦is noticias m¨ªas¡±. Meses despu¨¦s, el 31 de enero de 2005, la tragedia: Azucena muri¨® de forma repentina, recostada en el sof¨¢ de su casa de Madrid, debido a un edema pulmonar agudo. Estaba sola. Ten¨ªa 49 a?os.
Babelia
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