Miguel Gallardo dibuja su c¨¢ncer
Tras ser operado en febrero de un tumor cerebral, el autor narra en un c¨®mic la experiencia ¡°m¨¢s alucinante¡± de su vida con humor y buenos prop¨®sitos
En febrero de este a?o Miguel Gallardo (Lleida, 64 a?os) comenz¨® a hacer cosas raras. M¨¢s raras de las que puede hacer un dibujante de c¨®mic en su vida cotidiana y m¨¢s raras de las que cualquiera har¨ªa en la clausura pand¨¦mica que se avecinaba. Por ejemplo, mirar el iPad, su habitual herramienta de trabajo, como si fuera indescifrable maquinaria espacial o caminar escorado hacia la izquierda como una barca descompensada. En pocas semanas le intervinieron de urgencia en el hospital barcelon¨¦s de Sant Pau ¡ªel mismo donde hab¨ªa dibujado sobre paredes del ala pedi¨¢trica¡ª y le extirparon un tumor cerebral de cuatro cent¨ªmetros.
Luego vinieron horas en blanco llenas de miedos negros. Tambi¨¦n un arrepentimiento (¡°la cantidad de momentos que he desaprovechado en mi vida¡±), su ant¨ªdoto (¡°me hice la promesa de intentar disfrutar de las peque?as cosas¡±) y una determinaci¨®n que era una vieja conocida: plasmar lo vivido en una novela gr¨¢fica que unos meses despu¨¦s titular¨ªa Algo extra?o me pas¨® camino de casa y que Astiberri publicar¨¢ el jueves 26 de noviembre. Es ah¨ª, aferrado a ese prop¨®sito, donde se reencuentra con la normalidad que no hab¨ªa dinamitado el c¨¢ncer. Sus recurrentes vi?etas sanadoras.
En el pasado Gallardo ha pastoreado traumas y crudezas gracias a unos c¨®mics que combinaban humor, ternura y clarividencia (luminosos, vaya), igual que otros recurren a la terapia Gestalt o la medicina ayurv¨¦dica. La guerra que vivi¨® su padre dio una de las primeras novelas gr¨¢ficas sobre memoria hist¨®rica (Un largo silencio) y el autismo de su hija se convirti¨® en un boom de la historieta espa?ola (Mar¨ªa y yo) que lleg¨® al cine y a una decena de idiomas. Antes Gallardo hab¨ªa sido un tipo del underground que cre¨® fanzines alternativos y, junto a Felipe Borrallo y Juan Mediavilla, un c¨¦lebre personaje llamado Makoki, que probablemente no le dirigir¨ªa hoy la palabra a su padre art¨ªstico si observase su nueva afici¨®n por el horneado de galletas de avena.
El dibujo como terapia, s¨ª. ¡°Es la forma de explic¨¢rmelo a m¨ª y luego explic¨¢rselo a los dem¨¢s¡±, asiente Gallardo, durante una videollamada. ¡°En el tema del c¨¢ncer, piensas mucho en el origen y en por qu¨¦ tu cuerpo se ha rebelado de esta manera, pero no hay ninguna explicaci¨®n cient¨ªfica, as¨ª que necesitas una de ficci¨®n para que tu cabeza se quede un poco tranquila¡±, contin¨²a.
El dibujante est¨¢ en Canarias. Finalizada su radioterapia y su quimioterapia, ha ido a visitar a Mar¨ªa, que ahora tiene 26 a?os y que provoc¨® el Gran Pensamiento Negro de la poscirug¨ªa: ¡°?Ser¨¦ capaz de volver a dibujar (a Mar¨ªa)?¡±. Debido a su trastorno autista, Mar¨ªa y su padre se relacionan en buena medida a trav¨¦s del dibujo. No hay que explicar pues por qu¨¦ esa cuesti¨®n era el Gran Pensamiento Negro. Mientras estuvo en el hospital, Gallardo dibuj¨® con la cabeza. ¡°Y en cuanto llegu¨¦ a casa me puse a dibujar como un loco. Como soy tan aficionado a los cuadernos de viaje, me dije: 'Tengo que hacer esto porque es la historia m¨¢s alucinante que me ha pasado en la vida¡±, recuerda. En el c¨®mic lo compara con ¡°viajar a la Luna sin casco y luego volver sin mapas ni gu¨ªas¡±.
En el c¨®mic el c¨¢ncer es un boniato negro aupado sobre su cabeza. No hay lugar para el melodrama de bajo presupuesto. El boniato no machac¨® su socarroner¨ªa. ¡°La palabra c¨¢ncer da mucho miedo a la gente¡ La forma de enfrentarte a una cosa como esta es el humor. Llega un momento en que el c¨¢ncer lo invade todo, es como el famoso elefante blanco en la habitaci¨®n, y adem¨¢s ponerte a hacer una novela es tenerlo m¨¢s presente, pero para m¨ª era la ¨²nica manera. Me dije: ¡®Me voy a enfrentar a ello y voy a contarlo desde mi personal perspectiva de dibujante que hace de todo una aventura y de cualquier cosa, un personaje¡¯. Dibujar para m¨ª es una terapia buena y tener un proyecto a largo plazo me sent¨® superbien¡±.
Por si faltase ambientaci¨®n para una historieta, pocos d¨ªas despu¨¦s de que abandonase el hospital, medio mundo se encerr¨® en sus casas. El miedo a morir se extendi¨® a la misma velocidad que el virus, pero el dibujante ya ten¨ªa esos deberes hechos: ¡°No pod¨ªa estar emparanoiado, yo me escapaba de casa cada vez que pod¨ªa e invitaba a mis amigos a que me acompa?aran al hospital para las sesiones de radioterapia, luego volv¨ªamos charlando sobre la vida, esto y lo otro. Llegamos a la conclusi¨®n de que lo que me hab¨ªa pasado a m¨ª era lo que le estaba pasando a la gente en general, algo que est¨¢ por encima de ti con lo que no puedes hacer nada en general y con lo que tienes que lidiar¡±.
En marzo Gallardo aterriz¨® en un mundo coronav¨ªrico, repleto de nuevas y estrictas reglas, que casi eran menos graves que el descubrimiento brusco y colectivo de la fragilidad humana. ¡°Te sientes vulnerable. Pero yo ya lo era. Si alguien quer¨ªa darme un toque de atenci¨®n sobre que mi vida deb¨ªa tomar un rumbo diferente, me dio una patada en el culo bastante sonora. A principios de a?o ten¨ªa la idea de tomar un mes sab¨¢tico en febrero porque mi vida era muy agitada. Y vino febrero y mi vida no cambi¨® mucho hasta que lleg¨® eso, como si dijeran: ¡®?No quieres parar?, pues te voy a dar un motivo interesante para parar¡¯. La felicidad est¨¢ hecha de cosas peque?as a las que no damos importancia. Cuando tienes un traspi¨¦ como este, las recuperas¡±.
El nuevo rumbo incluye espaguetis de calabac¨ªn y menos agitaci¨®n profesional y social (lleva a?os comprometido en proyectos de discapacidad). Un descenso relativo: adem¨¢s de su autoficci¨®n gr¨¢fica, en estos meses ha dibujado Un extra?o asesinato y otras historias, inspirado en relatos de Patricia Highsmith y encargado por la FNAC, que se suma a la reedici¨®n de Los casos de Perro Nick (La C¨²pula). El raro 2020 acabar¨¢ con Gallardo omnipresente.
Pero el dibujo que m¨¢s le preocup¨® fue el primero del posoperatorio. Le demostr¨® que ni hab¨ªa perdido cualidades ni el iPad era ingenier¨ªa espacial. Era de Mar¨ªa, claro.
Babelia
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