David Fincher: ¡°Es un gran momento para contar historias, me da igual que se vean en un m¨®vil¡±
El cineasta estrena en Netflix ¡®Mank¡¯, su retrato del nacimiento del guion de ¡®Ciudadano Kane¡¯ y de un tapado de Hollywood: Herman Mankiewicz
Ego, megaloman¨ªa, maestr¨ªa. Tres palabras que definen la leyenda de Orson Welles, el eterno enfant terrible de Hollywood incluso cuando muri¨® a los 70 a?os en 1985. Por aquel entonces, David Fincher solo hab¨ªa cogido la c¨¢mara para hacer v¨ªdeos musicales con Madonna, Michael Jackson... o anuncios. Odiaba la publicidad, pero le abri¨® las puertas de Hollywood. Su carrera tambi¨¦n est¨¢ definida por esas tres palabras, dada su atenci¨®n al detalle y la sed de control de un director nacido en Denver hace 58 a?os que, como le ocurri¨® a Welles, ha conseguido decenas de candidaturas al Oscar para sus pel¨ªculas y ninguna estatuilla para ¨¦l.
?l mismo se compara al decir que su La red social ¡°fue el Ciudadano Kane de las pel¨ªculas de relaciones adolescentes de John Hughes¡±. Ahora quiere aclarar un peque?o detalle: Mank, su nuevo filme, que se estrena en Netflix, no es un largometraje sobre Welles o sobre la autor¨ªa de Ciudadano Kane. ¡°Eso fue lo que me propuso mi padre [guionista del filme], pero no me interesaba ese arbitraje p¨®stumo¡±, deja claro nada m¨¢s comenzar la conversaci¨®n. ¡°Mank no habla de una disputa. Habla de un hombre, un profesional y del vuelco que dio su vida cuando conoci¨® a un joven genio¡±, explica.
Ese hombre es Herman Mankiewicz, periodista, cr¨ªtico teatral y uno de los intelectuales neoyorquinos que conform¨® el grupo Algonquin. Mankiewicz descubri¨® en Hollywood carrera y fortuna, aunque el alcohol ahog¨® temprano su brillante voz. ¡°Como dijo Billy Wilder, en Hollywood te dan una piscina y a cambio se quedan con tu alma¡±, recuerda Gary Oldman que encarna a Mankiewicz. ¡°Hay algo cierto en todo ello, pero Mank no piensa responder a ninguna pregunta. No creo que el cine deba dar respuestas. Al contrario. El cine debe hacer las preguntas correctas y dejar a la audiencia pensando en la respuesta¡±, resume Fincher.
Es lo ¨²nico que este perfeccionista, autor de Seven, El club de la lucha o El curioso caso de Benjam¨ªn Button deja abierto. De hecho, Mank es el fruto de una obsesi¨®n que comenz¨® hace tres d¨¦cadas, en cines de reestreno a los que le llevaba su padre, el escritor Jack Fincher, y donde vio pel¨ªculas como El mago de Oz, 2001: una odisea del espacio y, por supuesto, Ciudadano Kane. ¡°Ya no quedan de esos, cines viejos para ver pel¨ªculas viejas¡±, recuerda con nostalgia. Por eso pas¨® del primer guion que le present¨® su padre, y de la segunda versi¨®n y de la tercera, mientras lo iba puliendo. Luego fue Hollywood el que pas¨®, porque no es f¨¢cil rodar una pel¨ªcula de ¨¦poca en blanco y negro por mucho Fincher que seas. ¡°Era tan dif¨ªcil como cambiar de rumbo al Titanic¡±, recuerda.
Historia en blanco y negro
Al final la maniobra le sali¨® redonda de carambola. Fue cerrarse ¡ªpor voluntad propia¡ª la puerta de Mindhunters, serie adorada por la cr¨ªtica que nunca encontr¨® su p¨²blico, y abrirse el hueco perfecto para Mank. ¡°Estaba cansado¡±, se disculpa de los problemas televisivos que llevaron a Netflix a preguntarle qu¨¦ quer¨ªa hacer a continuaci¨®n. ¡°Tengo una historia en blanco y negro que ni tan siquiera es est¨¦reo, les dije. Y me contestaron: ¡®?Has visto Roma?¡±.
M¨¢s all¨¢ de los logros visuales, narrativos e interpretativos de Mank, lo que m¨¢s enorgullece a Fincher de su ¨²ltima obra es que forma parte de una revoluci¨®n que se est¨¢ produciendo en las pantallas. ¡°Estamos en mitad de un interesante renacimiento del medio. No tengo nada en contra de los estudios, pero la guerra de las plataformas digitales ha abierto el apetito para contar muchos tipos de historias diferentes. Es un gran momento para contar historias y me da igual que se vean en un m¨®vil¡±, se despacha. ¡°La televisi¨®n es como la novela que lees antes de dormir. T¨² decides cu¨¢ndo apagas la luz. Una pel¨ªcula es una experiencia destilada, donde hasta los momentos m¨¢s aburridos han sido pulidos. Son disciplinas diferentes, y por mucho que me interese Mankiewicz y sus muchas historias en Hollywood, Mank tiene una narraci¨®n concisa, de dos horas y ocho minutos, y todo est¨¢ concentrado ah¨ª. Ese es su universo¡±.
Robert Downey Jr. describi¨® trabajar con Fincher como una experiencia tan dura como la de vivir en un gulag. Fincher reniega de esa fama. ¡°Todo el rato les dec¨ªa, menos, menos, menos. Dame algo m¨¢s sencillo. Gene Hackman era un genio interpretando a personas. Sin m¨¢s. Buscaba el minimalismo de Humphrey Bogart, de Gary Cooper, la interpretaci¨®n anterior a Brando¡±, detalla.
Gary Oldman al desnudo
Tan minimalista fue su trabajo con los actores que a Gary Oldman lo dej¨® desnudo, sin maquillaje que le asemejara a Mankiewicz. Fincher es consciente de que sus peticiones art¨ªsticas pueden sonar pretenciosas: el blanco y negro (rodado con c¨¢maras digitales, aunque a?adiendo algo de suciedad y rayas a la imagen para parecerse al viejo celuloide), el sonido mono o un minucioso vestuario de ¨¦poca de Trish Summerville, parte del equipo habitual del realizador. ¡°No quer¨ªa hacer una pel¨ªcula de ahora contando una historia de entonces. Quer¨ªa hacer una pel¨ªcula de ese periodo, y esa ¨¦poca la recordamos en blanco y negro¡±, puntualiza.
Tiempos pasados con muchas conexiones con el nuevo milenio, sobre todo cuando habla del poder de los conglomerados medi¨¢ticos. ¡°Cuando mi padre incluy¨® eso en el guion no me interes¨®, pero luego llegaron las pasadas elecciones y qued¨® muy claro c¨®mo las nuevas plataformas sociales pueden inclinar la balanza¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.