El viaje a Oriente de Thomas Merton
Se publica una nueva versi¨®n de ¡®El camino de Chuang Tzu¡¯, el libro en el que el famoso monje trapense bucea en las ense?anzas tao¨ªstas
Ante los grandes desastres de la Humanidad el hombre se vuelve espiritual o rebelde. Hubo en la literatura inmediata a la Segunda Guerra Mundial, la m¨¢s espantosa, autores que personifican los dos modelos, con libros escritos cuando el mundo est¨¢ todav¨ªa en llamas. El rebelde (metaf¨ªsico) es Albert Camus, que se queja en 1950 de que los cristianos sean blandos con Dios (c¨®mo pensar que el mundo de las pandemias es la creaci¨®n buena de un Dios bueno); y el m¨ªstico es un hijo de artistas trotamundos que una tarde en Nueva York decide hacerse cat¨®lico y bautizarse, se mete a monje trapense en la abad¨ªa benedictina de Nuestra Se?ora de Getseman¨ª, en Kentucky, Estados Unidos, porque le han dicho que all¨ª est¨¢ prohibido escribir, y se encuentra de pronto con que su superior le dice que tiene que hacerse escritor. Se llamaba Thomas Merton, apenas hab¨ªa cumplido 30 a?os y ejercer¨¢ de maestro de novicios en un tiempo en que ¡°la casa estaba atestada de postulantes¡±.
En 1948 publica La monta?a de los siete c¨ªrculos, la historia de su vida hasta entonces, contada de tal forma que no ha parado de editarse, con millones de lectores en todo el mundo. Al espa?ol la tradujo en 1950 la Editorial Sudamericana (sexta edici¨®n en 1988) y Edhasa lanz¨® su propia versi¨®n en 2008. Merton y Camus se parec¨ªan. Y fueron amigos. Trotta publica ahora, en su colecci¨®n Pliegos de Oriente, El camino de Chuang Tzu, una deliciosa variaci¨®n sobre el m¨¢s grande de los escritores tao¨ªstas. As¨ª lo cree Merton. Llega a decir que escribir este libro le ha dado m¨¢s gusto que ning¨²n otro de los que recuerda. Public¨® unos 70.
?Por qu¨¦ ahora, de nuevo, Thomas Merton, nacido en Prades, Francia, en 1915 y muerto en Bangkok, Tailandia, en 1968? Poeta y m¨ªstico, es ya un cl¨¢sico de la literatura espiritual, pero tuvo tambi¨¦n una faceta fieramente humana (inconformista, activista, comunista), y una amplia obra literaria en relaci¨®n con amigos (quiz¨¢s sea mucho decir) como L¨¦on Bloy, Paul Claudel, Rilke, Pessoa, Thoreau, Julien Green, Matsuo Basho, Raissa Maritain, D. T. Suzuki y el Dalai Lama, adem¨¢s de Camus. De vez en cuando, al hilo de una influencia que perdura ¨Cel papa Francisco lo cit¨® en el discurso ante el Congreso de los Estados Unidos, en 2015¡ª, surgen dudas sobre su extra?a muerte, se dijo que electrocutado por un calentador cuando descansaba en una celda de monjes en Bangkok despu¨¦s de participar en un ciclo de conferencias con abades contemplativos de toda Asia.
La teor¨ªa del asesinato
Fue el 10 de diciembre de 1968. Ten¨ªa una herida profunda en la parte posterior de la cabeza. Nadie investig¨®. Ni siquiera se realiz¨® una autopsia. Pero de vez en cuando vuelven las preguntas. Lo han hecho Hugh Turley y David Martin en The Martyrdom of Thomas Merton: An Investigation (El martirio de Thomas Merton. Una investigaci¨®n), publicado en Estados Unidos hace dos a?os, con la conclusi¨®n de que, ¡°m¨¢s all¨¢ de cualquier duda¡±, fue asesinado. Sostienen que ¡°el relato de que un fan¨¢tico mat¨® a Merton es tan absurdo que se han tenido que inventar una serie de historias fant¨¢sticas para hacerlo cre¨ªble¡±. ?Qui¨¦n lo hizo y por qu¨¦? Turley y Martin dicen que la CIA ten¨ªa el motivo y los medios. Era sabido que el revoltoso y contemplativo trapense inspiraba a activistas de la paz y contra la guerra de Vietnam tan radicales como Martin Luther King y los hermanos Daniel y Philip Berrigan, tambi¨¦n religiosos (el primero, jesuita).
Sea como fuere, Merton siempre vuelve a la actualidad literaria. De El camino de Chuang Tzu, que escribi¨® tres a?os antes de morir a los 53 a?os, hay traducci¨®n de Visor en los a?os 70 (con el t¨ªtulo Por el camino de Chuang Tzu), y otras posteriores de Lumen y Debate, pero nunca sobran nuevas versiones. Estamos hablando de poes¨ªa. Sin traducir ni traicionar el temperamento filos¨®fico de Tzu, Merton trata de penetrar en el coraz¨®n de las cosas. Oficio de poetas. Lo dice, admirador de Teresa de ?vila: ¡°Chuang Tzu habr¨ªa estado de acuerdo con san Juan de la Cruz en que se entra por ese camino cuando se abandona todo camino y, en cierto modo, se pierde uno¡±.
En la ciencia de las religiones suele creerse que quien conoce solo una religi¨®n no conoce ninguna. Pongamos a pensadores como el alem¨¢n Max M¨¹ller y el espa?ol Manuel Fraij¨®. Quiz¨¢s por eso Merton abandon¨® tantas veces la trapa para viajar por el mundo. Un monje viajero, otra contradicci¨®n en su vida. Un contemplativo activista. Buce¨® en el tao¨ªsmo, en el budismo zen, en Confucio, el Arist¨®teles chino¡ ?Buscaba? Dijo que no. Lo escribe en el poema Confucio y el loco (p¨¢gina 59): ¡°Pero nadie parece saber / qu¨¦ ¨²til es ser in¨²til¡±.
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